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C A P Í T U L O  16

Nota: La persona que más comente, se llevará una dedicación para el próximo capítulo :P

Abrí la puerta trasera, lo más silenciosa posible. Al salir, el aire de la mañana me golpeó, mandando un escalofrío por todo mi cuerpo.

—Apúrate. Que tenemos una lluvia de estrellas que ver —me lanzó una manta muy calentita, a la cara—. Vamos ponte esta cobija.

No procesé bien lo que me dijo hasta que empezó a caminar hacia la pared que divide mi patio con la calle.

La temporada de invierno ya estaba empezando y a pesar de vivir en un lugar de clima cálido, el frío llegaba a calar hasta los huesos.

Me envolví en la manta, porque si, si hacía frío. Y solo a mí se me ocurre salir a mitad de la madrugada, sin ningún suéter.

—Ven, saldremos por aquí
—¿Qué?

—Así como escuchaste.

—¡¿Estás loco?! —Mascullé.

—No lo suficiente.

—¡Mis padres están durmiendo!

—¿Y eso qué?

Lo siseé.

—Hablas muy fuerte, mi papá tiene oído biónico. Puede oírnos en cualquier momento.

—¿Bueno vamos o no?

—Perdón, pero no puedo.

Miré la expresión que hizo al escuchar mi respuesta. Pensé un momento en todas las consecuencias que podría traer el que escape de mi casa solo para ver una lluvia de estrellas.

Pueden que sean graves, lo sé, pero ¿valdrá la pena?

—¿Por qué?

—Es que ¿qué le diré a mis papás? —Relajó su expresión.

—No te preocupes, llegaremos antes de que ellos despierten.

—¿Cómo estás tan seguro? —Me crucé de brazos.

—Solo confía en mí.

—Es que…

—Por favor…

Me miró con ojos esperanzados.

—Bien.

Una sonrisa se dibujó en su rostro.

Caminamos hasta tener la pared cara a cara. Miramos lo alto de esta ¿cómo es que pretende que subamos esto?

—¿Y ahora?

—Pon tu pie en mi mano —entrelazó sus manos para crear un escalón con ellas.

—¿Qué? Ni loca me subo.

—Rápido, solo hazlo.

—Qué no.

—¿Por qué no?

—Te voy a romper las manos.

Me miró y soltó una carcajada. Fruncí las cejas y los labios.

—Bien, yo te lo advertí.

Soltó un jadeo cuando subí mi pie a sus manos. Deshizo su agarre por el inesperado movimiento que hice.

—No peso como una pluma ¿estás seguro que quieres que me suba? —Enarqué una ceja.

—Diario trabajo para este tipo de situaciones —se arremangó las mangas de su sudadera Champion edición Pacman.

Lo miré con una ceja levantada y negué.

¿Algún Día Seremos Cómo Las Estrellas?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora