XXII.

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La tensión se había incrementado en la habitación, un sudor frío bajo por la espalda de la joven.

«Esto... ¿Pero qué demonios hace este hombre aquí?»

Pensó para si misma intentando buscar una forma de librarse de aquella situación.

—No vine a eso —respondió Katakuri negando con la cabeza —no pensé que sucedería de esta forma —continuó, parecía exhausto y algo incómodo.

Cloe no respondió, no estaba dispuesta a bajar la guardia, no podía confiar tan fácilmente en él.

Katakuri suspiro en respuesta a la negativa de la joven y se sentó en el suelo, dejó su arma en el piso y observó en silencio a Cloe. Ambos hicieron contacto visual y permanecieron de esa forma por otros minutos.

—Solo dime qué haces aquí... —respondió la joven con resignación tras ver a Katakuri soltar su arma y bajar la guardia ante ella.

—Vine contra mi voluntad, pero era peligroso dejar que otro se encargue de esto —respondió dirigiendo su mano al bolsillo trasero de su pantalón, Cloe quiso decir algo, pero él levantó su mano para evitar el replicar de la castaña.

Ella seguía desconfiando de la actitud del pelinegro, tenía muchas incógnitas acerca del porqué de su visita, pero lamentablemente lo que iba a suceder superaba cualquiera de sus expectativas.

—¿Qué...qué es eso? —preguntó la joven que observó a Katakuri sacar un sobre de color rosa pálido, este extendió el sobre en dirección a Cloe.
La joven palideció apenas observó con claridad el sobre de papel rosa pálido, ese papel solo significaba una cosa.
Con el rostro pálido y moviendo frenéticamente su cabeza de un lado a otro comenzó a tartamudear —No...¡No!, Tú... tú dijiste que no debía de volver, habíamos quedado en que no volvería jamás —exclamó la joven en un chillido.

—No pude ir en contra sus órdenes —respondió Katakuri con seriedad, ignoraba por completo el pavor que veía en el rostro de Cloe, este aún tenía el sobre en la mano, que estaba extendida en dirección a Cloe

—¡Pudiste crear alguna otra excusa!, ¡Di que estoy muerta!, no es tan difícil mentir —exclamó con angustia ignorando el sobre que estaba a menos de un metro de distancia.

—Si no lo hacía yo, alguien más vendría.

Cloe quiso replicar pero se detuvo cuando escuchó unos pasos acercándose a su habitación, se levantó con rapidez y acomodó la puerta, a pesar de que está tenía las bisagras rotas. Se apoyó en la puerta evitando así que alguien intentara  ingresar.

—¡Vicealmirante!, Escuchamos sus gritos, ¿Se encuentra bien?—exclamarón con preocupación sus subordinados.

—Esto es lo que faltaba —susurró para si misma pensando en alguna excusa creíble. —Estoy bien, estoy bien, solo tuve una...¡pesadilla!, si, eso, por favor vuelvan a su posición inicial —pidió la joven en una voz que sonaba a una súplica, sus subordinados sintieron que algo raro pasaba, pero no pensaron en que fuera algo peligroso.
Tras escuchar la respuesta positiva de sus subordinados, Cloe volvió su vista en Katakuri, quien ya no se encontraba en el lugar en donde lo había dejado, allí solo quedaba el sobre de papel, Cloe lo busco con la mirada y lo encontró a unos pasos de la ventana, estaba dispuesto a saltar.

—¡No!, ¡Ni se te ocurra dar un paso más! —exclamó en un susurro caminando raudamente hasta donde se encontraba el hombre.

—Mi trabajo ya terminó.

—Oye, cumple tu palabra, quedamos en que no volvería a Whole Cake —suplicó la joven, que parecía estar a punto de colapsar por estrés.

—Ya te lo dije, esto es algo que escapa de mis manos —respondió Katakuri ignorando el estado de Cloe.

Un océano sin justicia (One piece)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora