Capítulo 66.

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Nate cierra la puerta detrás de nosotros, y yo me dirijo hacia los ventanales que hay justo detrás de la televisión, enfrente de la puerta. Me siento en el borde de esta, que Nate tiene decorado con varios cojines que hacen de asiento, mientras Nate se mete en su habitación. 

Me centro en ver la ciudad que tengo ante mis ojos, y disfruto de ella por no se cuanto tiempo hasta que noto como alguien pasa por mi campo de visión. Giro la cabeza a tiempo de ver como mi amigo se sienta delante de mi. 

— Creo que tenemos una conversación más que pendiente. —Miro hacia su muñeca, buscando la pulsera que le regale, sigue ahí, gracias a Dios.

— Lo sé. —vuelvo a mirar hacia la preciosa vista que tenemos ante nosotros. — Tengo que contarte lo que explicara todo lo que ha pasado hoy, y lo que explicara también mi situación con Thiago. Ya que me voy a sincerar con eso, creo que debería hacerlo con todo, tu me has contado todo tu presente y pasado con pelos y señales, así que es hora de que haga lo mismo. Ambas cosas puede que hagan que... —cierro los ojos, con miedo. — puede que hagan que no me veas igual, puede que te enfades conmigo y decidas no volver a querer verme la cara. Nunca he contado nada de mi pasado a nadie por eso, siempre he estado sola, y cuando han entrado personas en ella siempre me he negado a cogerles cariño, a sentir nada por ellas, pero cuando finalmente dejé de resistirme y deje entrar a gente en mi vida me asusté, me asuste mucho por que odio mi pasado mas lejano, lo odio y no quiero recordarlo más, no quiero que nadie lo sepa, pero creo que si te lo cuento, hará que nos unamos más si no decides irte de mi lado o... no sé.

— Solo cuéntame, Mayer. No adelantes acontecimientos. —dice estirando las piernas a mi lado. Mira a la ciudad cuando ve que lo hago yo, y comienzo a contar.

— Yo... nunca te he hablado de mis padres, no lo he hecho por que para mi no existen, para mi soy huérfana, no tengo familia, nadie de sangre al menos. Cuando era pequeña vivía con ellos en una casa retirada de la ciudad. Mis padres no me tuvieron intencionadamente, mi padre se negaba a tenerme, a diferencia de mi madre, así que cuando nací ni si quiera me quería, de hecho me evitaba. Nunca fue bueno conmigo, ni cariñoso. Veía como los demás padres eran con sus hijos y no entendía por que él era así conmigo. Todo esto causó problemas entre mis padres, y estaban todo el día mal y cabreados, solo discutían. Unos años mas tarde, cuando tenía siete años años, mi tía que crio sola a mi prima, murió en un accidente, y mis padres tuvieron que hacerse al cargo de ella, cosa que solo hizo empeorar la situación. Mi padre se puso aun más violento, así que comenzó a pagarlo conmigo, me pegaba constantemente. Estuvo así hasta que cumplí los doce, a esa edad fue la primera vez que me violó. No lo hacía tan seguido pero estuvo años haciéndolo hasta que a los dieciséis años me fui de casa. 

» Durante el tiempo que estuvo maltratándome de ambas maneras, mi madre y mi prima lo sabían, me escuchaban gritar, les pedía ayuda, pero ellas nunca hicieron nada por ayudarme. De hecho había veces que incluso se iban de la casa cuando sabían que iba a pasar. 

» Cuando me fui de allí conseguí gracias a Dios un trabajo, y una mujer me ayudó consiguiéndome un piso, mi piso. Llevo allí desde los tres años. 

Nate me mira con cara de póker, su cara no me dice nada, pero sus manos me dan a entender lo que esperaba. Aprieta los puños con fuerza, y aprieta la mandíbula.

— Hijo de puta, yo... ¿Aun queda más? —pregunta con la cara ahora más tensa.

— Si, aún queda lo peor, lo que puede hacer que quieras... que quieras perderme de vista. 

— Venga sigue. —me anima.

— Hace unos meses, desaparecí. —Abre los ojos como platos. — Iba caminando por la calle, y un par de chicos me durmieron y metieron en un coche. —los abre aún más. — Todos los secuestros que he visto en documentales, noticias... son horribles, corres el riesgo de que te maten, te dejan en una habitación durante días sin comer, te maltratan, e incluso llegan a violar a chicas, pero en mi caso... en mi caso no fue así. Lo llamo secuestro por que me retuvieron en contra de mi voluntad, al menos al principio, pero no se parece a los secuestros de verdad, gracias a Dios. 

Jefe de la mafia.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora