Capítulo 38.

459 30 38
                                    

Abro los ojos con dificultad, molesta por la luz que se cuela por mis ojos. Intento darme la vuelta, buscando el calor de Thiago, pero en cuanto lo intento, abro los ojos de golpe, y me quejo en bajo. Un fuerte dolor, me trae a la velocidad de la luz hacia la realidad. Ahora lo recuerdo todo, aunque lo único que me llega a la cabeza, es que lo último que pasó fue que noté como alguien me llevaba a rastra, y me montaba en algo que me pareció un coche. Entonces, me asusto, ¿Quién era y donde estoy? Me intento incorporar, pero es prácticamente imposible, los dolores me lo impiden. Intento tranquilizarme, y por primera vez en los minutos que llevo despierta, me fijo en el sitio en el que estoy. 

Pero antes de poder hacerlo, noto algo raro en mi estómago. Me levanto la camiseta, y veo que tengo vendada la herida, y curada. Levanto la mirada, y veo que estoy en una habitación, donde todo es blanco. Con el mínimo vistazo, me doy cuenta de donde estoy. Estoy en un hospital. ¿Qué? ¿Quién me ha traído aquí? Hay dos opciones, y ninguna me parece coherente.

1. Coren. Cosa que es prácticamente imposible, por que ni de coña me traería al hospital, menos aún teniéndome secuestrada. Lo que quiere decir, que no me cogió, y que estoy a salvo, al menos a salvo de él.

2. Thiago. Es la única que podría ser, pero lo dudo demasiado. Sé que si estuviera al borde de la muerte, o muy mal, me llevaría al hospital, pero no creo ciertamente que lo haya hecho, por proteger a los chicos, y a él mismo.

No tengo ni idea de si no ha sido él, quien ha podido ser. 

— Vaya, estás despierta.

Rápidamente, mi cabeza gira hacia donde proviene la voz, es decir, hacia una puerta a mi derecha. Estaba tan metida en mis pensamientos, que no me había dado ni cuenta de que habían abierto la puerta. 

No sé que decir, pero por las vestimentas que lleva, es una doctora.

— ¿Cómo te encuentras? —pregunta acercándose a mí.

— ¿Qué hago aquí? 

— Es importante antes de nada, ver como están tus heridas.

— ¿Quién me ha traído aquí? —insisto.

— Un chico te encontró en la carretera. Deberías preguntarle a él, está fuera. 

La doctora me revisa cada herida. Me ha dicho que tenía contusiones leves por todo el estómago, además de la herida del cristal, no me la ha dejado ver, pero me ha dicho que estaba bastante mal, y que me han cogido unos quince puntos, y piensan que quizás deban cogerme más, por que es demasiado profunda. Tengo un collarín, debido al golpe que me pegaron al raptarme, en el cuello, un gran moretón a causa de esto, y también tengo en las piernas, y sobre todo en la cara, por los golpes en la cara. Por no mencionar las marcas que tengo en las muñecas, la enfermera me ha confirmado que va a quedar marca.  No quiero ni mirarme al espejo.

— Bueno señorita, le dejo sola, cualquier cosa, solo tiene que pulsar ese botoncito de ahí. —dice señalando un botón que tengo detrás. Asiento, le doy las gracias, y me quedo sola, pero no por mucho tiempo.

Un par de minutos después de que se cierre la puerta, se vuelve a abrir, dejando a la vista a un chico moreno, y no entiendo por que alguien está entrando en mi habitación. No veo a ninguna otra persona a mi al rededor a la que pueda venir a ver.

— Hola, ¿Cómo estás? 

Pero que coño.

Debe notar mi cara de confusión, por que rápidamente se acerca, y se disculpa.

— Perdona, tendría que haberme presentado primero. Me llamo Mason. —Pero me quedo igual, no conozco a ningún Mason. Sigo callada, con la misma cara de confusión. — Esto... soy el que te ha traído aquí. —dice finalmente. Entonces, todo tiene sentido.

Jefe de la mafia.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora