Capítulo 42.

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— ¡Suéltame!¡Que me sueltes! —grito, dándole manotazos en la espalda desde su hombro.

Eric rompe en carcajadas.

— ¡Eric!¡Que me caigo! —vuelvo a gritar. Pero esto solo causa más carcajadas de su parte, Luc rompe en carcajadas también, con los demás chicos.

—- Estás preciosa desde aquí abajo. —dice Loren, sonriendo, sentado en el suelo.

Cuando menos me lo esperaba, Eric me ha cogido, y me ha subido a su hombro, para hacerme cosquillas y correr conmigo encima. Pero el hecho de estar con la cabeza colgando por la espalda, y las piernas por su pecho, no me hace mucha gracia.

— Al final va a acabar echando el sándwich. —informa Thiago, riendo.

— Ahora que lo dices, creo que está subiendo, lo siento. —Y ese comentario basta para que me deje en el suelo. Me comienzo a reír, y del mismo mareo de la rapidez con la que me ha bajado, me caigo de culo al suelo. Thiago llega a cogerme, y me arrastra hasta mi sitio de antes, delante suya en la manta.

— Llegas a vomitarme encima, y no te vuelvo a hablar. —confiesa Eric, colocándose delante mía.

— Realmente hubiera sido culpa tuya. —dice Nicolas.

— Exacto. —le apoyo.

— Bueno, pues no te lo perdonaría igualmente, que asco.

— ¿Ha sobrado algún sándwich señorita? -me pregunta Matt.

— Sí, claro. —me estiro hasta llegar a la cesta, y saco los tres que han sobrado. — Ahí tienes.

— Dame a mi otro. —dice Thiago.

— Pues si nadie quiere el otro, dádmelo a mi. —acaba Marc.

Llevábamos una semana para arriba y para abajo, buscando a Coren, pero no había ni rastro de él, estaban tan estresados, que casi no podía soportarlos todo el día dando vueltas para arriba y para abajo. Thiago había dejado incluso de comer, por que no era capaz de salir del cuarto de Loren, o de su despacho. Estos dos últimos días había conseguido sacarle un poco del cuarto, sugiriéndole que me enseñara algo de defensa personal, y a empuñar una pistola, a la vez que dispararla.

Esto último había sido demasiado gracioso para los chicos, por que las primeras veinte veces, se me iba, y una de ellas, si no hubiera sido por que Thiago me tenía entre sus brazos para evitarlo, me hubiera golpeado la cara y me la hubiera dejado bonita.

También, me había enseñado a desatarme las manos de maneras diferentes. Aunque tengo que decir, que no le había hecho ninguna gracia enseñarme ninguna, menos aún disparar con una pistola, y el desatarme las manos, por que todo esto según él, son cosas que no habría aprendido nunca, si no hubiera acabado aquí, con ellos, y no estuviera corriendo peligro.

Debido a todo el estrés que tenían, acabe convenciéndoles después de dos horas, de que fuéramos a pasar el día en el campo, y aunque estuviéramos a solo unos metros de la casa, en la zona cercana al bosque que llevaba al arroyo, estaba contenta. Adoraba los sitios así, la naturaleza, y más aún si era en compañía de los chicos.

Los hematomas ya casi estaban desaparecidos, en la cara solo me quedaba una leve sombra en la zona de la mandíbula, y las piernas estaban perfectas, si quitabas uno que se resistía a desaparecer, en la parte de abajo del muslo. Luego, la peor parte, era la barriga, donde aún estaba la herida del cristal, que me incomodaba cada vez que tenía que cambiarme de camiseta, e intentaba que Thiago me la viera lo menos posible, por que se perfectamente que verla solo le recuerda lo mal que lo pasé, el daño que me hicieron, la rabia que le produce no poder devolverle lo que me hizo, y el estar sin poder encontrarlo. El hematoma de la barriga también seguía, fue el golpe más fuerte, así que encima de la barriga aún tenía una mancha oscura, tirando ya a amarillenta.

Jefe de la mafia.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora