Infiel.

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Estaba parada justo enfrente de la puerta del departamento de lisa por tercera vez. Mi corazón palpitaba con fuerza, casi podía sentir que se saldría de mi pecho.

Toqué la puerta con mis nudillos tres veces. 

La puerta se abrió y mi corazón se detuvo por casi 5 segundos. Lisa sonrió enorme y volví a respirar. 

—Hola, traje pastelillos. —sostuve la bolsa de papel que contenía pastelillos de chocolate frente a ella. 

—¿Pastelillos?

Se hizo a un lado y me dejó pasar.

—¿Quieres quitártelo? — No hizo falta que me aclarara a que se refería, sabía por experiencia que hablaba de mi abrigo. 

Caminó hacia mi e hizo lo mismo que la última vez para quitarlo de mi cuerpo. Lo colgó en un perchero que estaba un poco más adentro de la sala. 

—¿Qué música es esa? — pregunté curiosa, deje mi bolso en un estante de sus libros.

—¿Quieres bailar? —extendió su mano hacia mi esperando mi respuesta a su invitación.

—¿Bailar? ¿Ahora? — Caminé hacia ella y tome su mano, aceptando su petición. —Pero te advierto que suelo dirigir. 

—Lo sé. Eres Coreana. —Sonrió divertida y yo reí bajo ante su comentario. 

Pegó nuestros cuerpos y comenzamos a balancearnos al ritmo lento de la música. Jamás había hecho esto con otra mujer, jamás había hecho esto con otra persona que no fuera mi esposo. Pero la sensación y la curiosidad de hacer esto y muchas otras cosas más con Lisa me orillaban a accionar de esta manera. 

—¿Has hecho esto antes? —mi pregunta fue muy directa, quería pensar que Lisa sabía que estaba haciendo en su casa sin haber tenido alguna invitación por parte suya. 

—¿Qué cosa? — Buscó mi mirada. 

—¿Cuántas novias has tenido? — lancé esa pregunta para obviar las cosas.

Levantó dos de sus dedos y me sonrió achinando sus ojos.

—¿Dos? ¿En serio?

—¿Te mentiría? —hizo una cara de ofendida y se echó a reír. Claramente está mintiendo, tiene cara de mujeriega. 

Me quitó la bolsa de panecillos que aún sostenía en mi mano y la dejó caer al suelo sin preocupación. Me tomó fuerte de la cintura con sus manos y yo le rodeé el cuello con mis brazos. Nuestros cuerpos se juntaron un poco más. 

—Tus ojos son preciosos. No deberías cerrarlos, ni siquiera de noche. —rozó sus labios contra mis ojos cerrados, sentía como podía tocar mis pestañas. — Deberías aprender a dormir con los ojos abiertos. 

Se separó de mi rostro un poco para poder verme y yo abrí mis ojos lentamente.

—Lo intentaré. — susurré.

El reproductor de música comenzó a fallar cortando la canción y nos distrajo reventando la burbuja de tensión sexual que habíamos creado. 

Suspiró y negó con la cabeza un tanto divertida, me soltó y caminó hacia la máquina para apagarla. 

—Creo que esto es un error... — contuve mis lágrimas. Sabía por qué estaba ahí, y sabía que Lisa sabía. Mi impulso por conocerla en ese sentido y mi curiosidad sobre lo que me hacía sentir su cercanía me orilló a actuar de esta manera. 

—No existen los errores. Es solo lo que haces o no haces. — se encogió de hombros. Su mirada brillaba, quería hacerlo, de eso estaba segura. Ella quería hacerlo. 

Para Lisa era fácil, ella no estaba casada, no tenía hijos. Y si quería huir, simplemente podía regresar a su país. Yo no podía hacerlo. 

—No puedo hacerlo. 

Tomé mi bolso del estante y caminé hacia la salida. Regresé, mis lagrimas ya no se detenían en mis ojos. 

—Olvidé mi abrigo. — Caminé hacia ella y me atrapó en sus brazos, me abrazó un momento. Con su labios recorrió mi rostro besando cada una de mis lágrimas hasta llegar a mis labios.

La besé de vuelta y me aferré a su cuerpo. Mis lagrimas no se detenían. 

Camino hacia la cama con mi cuerpo pegado al suyo, sin dejar de besarme. Me recostó sobre el colchón y se acomodó encima de mi. Sus manos eran suaves y delicadas, me hacían estremecer, recorrían cada parte de mi cuerpo sin pudor alguno. Dejé de llorar. 

Bajó con sus labios por mi mentón y pasó a besar mi cuello detenidamente. Bajó sus manos hasta mis piernas y levantó mi falda, adentrando sus manos en ella tanteando mi ropa interior. 

Suspiré pesadamente. Estaba excitada y Lisa pudo notarlo cuando presiono mi feminidad por encima de mis bragas mojadas. 

Volvió a mis labios de manera insistente esta vez, acarició mi labio inferior con la lengua y le di la bienvenida a mi boca. Bajó mis bragas por mis piernas sin quitarme la falda ya que había logrado subirla hasta mis caderas. No vi donde puso mis bragas después de quitármelas. 

Me retorcía en sus brazos, bajo su cuerpo. Puso sus labios contra mis pechos y los besó por encima de mi blusa, mis pezones estaban ya duros, bajó un poco más, subió mi blusa hasta arriba de mis pechos y besó mi vientre. Comencé a jadear. 

Se bajó de mi cuerpo y desnudó su torso. Me dejó ver sus pechos desnudos ya que no llevaba sostén, eso hizo inundarme allá abajo. Volvió a mi, dejó un corto beso sobre mis labios y me jaló de las piernas, dejando mis caderas al borde de la cama, se puso sobre sus rodillas en el suelo frío, quedando su rostro frente a mis piernas las cuales abrió con fuerza con ayuda de sus manos. 

Comenzó besando mis  pantorrillas, subió hasta mis rodillas. Besó mi herida. Sus labios rozaron mis muslos y adentro su rostro entre mis piernas. Atacó mis pliegues mojados con su boca, subió a mi clítoris y succionó. Tiré mi cabeza hacia atrás y arqueé mi espalda, no podía controlar mi respiración mientras ella siguiera succionando aquel punto. 

Descansó y pasó su lengua a lo largo de mi feminidad, se dedicó a dar pequeñas lamidas en mi clítoris y con un dedo abría mis pliegues. La sentí en mi entrada y me penetró con su lengua. 

Mis gemidos empezaban a retumbar en la habitación de Lisa. 

Adentró un dedo en lo más profundo de mi ser y lo sacó de vuelta. Repitió el proceso más de tres veces. Sin aviso previo añadió otro dedo a la ecuación, mi humedad hacían más fácil su trabajo. Estaba muy cerca de llegar al clímax. Lisa lo sabía. 

Sus dedos entraban y salían de mi con facilidad y rapidez, atrapó nuevamente mi clítoris y succionó con fuerza. Me retorcía y sentí que la presión en mi vientre bajó se deshizo. Tuve mi orgasmo. Un fuerte e intenso orgasmo. 

Me sentí débil.  Lisa saco sus dedos de mi pero no su boca, tragó toda mi excitación y me dejó limpia. 

Una presión en mi pecho me atacaba. Fui infiel. 



Infidelidad. - Jenlisa.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora