El café.

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Señales de mi gran traición a nuestro matrimonio estaban por todas partes, no se sí yo era demasiado estúpida para no darme cuenta o estaba muy enamorada de Lisa para dejar que las cosas sobrantes me perturbaran. 

Vivía en una burbuja rosa, nada me importaba más que Lisa y el tiempo que estaba con ella. Me hacía sentir más que bien. Cada día, contaba los minutos para volver a verla. Una emoción crecía en mi pecho con cada amanecer y me hacía sonreír como colegiala al recordar su rostro perfecto. 

Estaba perdida. 

Estaba a unos cuantos pasos del departamento de Lisa, lista para subir, una voz me sacó de mis pensamientos. 

—¿Jennie? ¿Jennie Kim? — la dos chicas venían hacia mí para encontrarme en medio del camino. 

—Irene, hola. Iba a llamarte hace unos días. — mentí.

—Es lo que todas dicen cuando estoy por preguntarles sobre los disfraces de conejo. — sonrió divertida. —¿Conoces a Wendy del club de Padres? 

—Hola, si, tanto tiempo sin vernos. — le sonreí y estiré mi mano para saludarla. 

—Demasiado. — correspondió mi saludo con una sonrisa más grande que la mía. — Te ves guapísima, ¿a donde vas?

Mierda. 

—Oh... — debía mentir, esto ya se estaba volviendo un mal hábito. — Yo solo vine a buscar unas persianas para las ventanas de la cocina. 

—Bueno, nosotras estábamos por ir a tomar un café ¿Por que no vienes con nosotras? — preguntó Irene. Su mirada era muy intrigante, como sí buscara algo. 

—Se me hace tarde, lo siento. 

—¿Para ver persianas? —esta vez fue Wendy la que habló soltando una pequeña risa. —Anda, vamos. 

—Está bien, iré. — sonreí apenada, no podía safarme de la situación. Me giré a ver el departamento de Lisa, lamentandome por irme de ahí sin haber podido lograr verla a ella. 

La cafetería estaba en la siguiente calle así que llegamos caminando sin problema.

—Buenos días, adelante por favor. — una joven chica de unos 18 años nos recibió en la puerta, dirigiéndonos hacia una mesa para cuatro que estaba junto a una gran ventana. 

Las chicas se sentaron y pasé de largo por la mesa dirigiéndome al baño. 

—Lo siento, tengo que hacer una llamada. 

No entré al sanitario, solo me quedé fuera de el lo bastante alejada de las chicas para que no pudiesen escuchar mi conversación. La llamé.

¿Honey? Hola... No lo vas a creer pero estoy en la cafetería que está en la esquina de la siguiente calle de tu casa.... No puedo ir ahora.... ¿Me esperarás? Esperame...

Cuando regresé con las chicas estaban discutiendo algo sobre condones. No les pregunté. Solo tomé asiento en mi lugar y me acomodé quitándome el abrigo.  

—Tuve que llamar a Gloria, la niñera, para que pasara a la tintorería cuando recoja a Charlie de la escuela. — me disculpé con ellas lanzando una mentira más en el día. 

—Oh, Charlie es un encanto. —dijo Wendy tomando un poco de agua.

—Gracias, lo es. — sonreí divertida y ellas rieron.

Giré mi rostro hacia la ventana y la vi venir. Lisa venía hacia el Café y no pude evitar perderme en ella y lo hermosa que era. Llevaba sus pantalones de mezclilla ajustados, esos que hacen ver su trasero como un infierno, sus botines de cuero negro con un tacón de aguja, a pesar de ser alta le encantaban los zapatos con altura. Una blusa sencilla de tirantes blanca y su chaqueta de cuero, amaba su cabello largo y rubio, me encantaba que lo recogiera en una coleta alta justo como lo llevaba ahora. 

En este momento agradecía a todos los dioses por haber nacido mujer, de otro modo, justo ahora crecería algo entre mis piernas solo con ver a Lisa vestida de esa forma. Aunque estaba segura de que desnuda se vería mejor. 

Lisa entró al Café acariciando su largo cabello de oro, está provocándome, lo sé. 

—Hola Momo. —saludó a la barista que se encontraba detrás de la barra. — ¿Te pido mi café de siempre, por favor? 

Giró a verme y lanzó una sonrisa coqueta. Con sus ojos me indicó el baño y fue justó allá. 

—Ah... Chicas, no puedo comer. Solo tomaré un café.

—Está bien, nosotras tambien solo tomaremos café. —Irene dijo torciendo sus labios al inspeccionar la carta del menú y supe que nada le gustaba. 

—Bien. Tengo que ir al baño. —me levanté acomodando mi vestido encaminandome de prisa a la habitación donde se encontraba el sanitario. 

Abrí la puerta con cuidado y la vi recargada sobre el lavabo. Entré y cerré la puerta detrás de mí. Lisa caminó hacia mí y me pegó contra la puerta tomándome de los labios y comenzar a besarme como sí no lo hubiese hecho en meses. Bajó los tirantes de mi vestido y dejó mis senos al descubierto, tomando ambos con sus manos. 

—Oye, mis amigas están aquí... —dije contra sus labios, la manera de reclamar mi cuerpo siempre era tan única.

 Le importó una mierda lo que le dije y me arrastró con ella dentro de uno de los cubículos del sanitario cerrando la puerta con seguro.

—Espera — reía ante su desesperación y me quitó el vestido por completo, el baño estaba realmente frío pero Lisa estaba caliente.  

Bajó mis bragas hasta el piso, quitandolas de mis pies y las guardó en un chaqueta. Subió una de mis piernas al retrete y se puso de rodillas antes mi y mirarme desde abajo.

—Siempre me llevas a los mejores lugares. —comenté haciendo burla por el lugar donde estábamos a punto de consumir el acto. Mi risa cesó cuando sentí su lengua atravesar mis pliegues mojados y sus manos apretando mis muslos para sostenerse. 

Un gemido alto salió de mi garganta cuando Lisa atrapó mi clítoris y empezó a succionar. Llevó su lengua a mi hendidura y me penetró con ella, cuando sintió que mi cuerpo se tensaba, reemplazó la lengua por dos de sus dedos, llevando su boca nuevamente a mi clítoris para llevarme a lo más alto. 








Infidelidad. - Jenlisa.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora