Lisa.

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Al salir de su departamento pude tomar un taxi, había dado la indicación de que me llevara a la mi casa. Lo pensé por un momento ¿Qué estabas pasando? ¿Por que me sentía extraña? Sentía una especie de culpa por que lo había sucedido con Lisa pero en realidad no había pasado nada.

 Tal vez, lo que me daba este sentimiento de culpa, era que me hacia sentir demasiado bien y mi cuerpo reaccionaba ante su toque. 

Cambié de opinión. Le dije al conductor otra instrucción y me llevó hasta el edificio de la empresa donde trabajaba Kai. Si. Necesitaba ver a mi esposo para dejar de tener esos pensamientos sobre otra persona que no era mi esposo. 

—Mina, buenos días. — saludé a su secretaria mientras caminaba directamente a la oficina de mi esposo. 

—Hola Jennie. — me saludó con el mismo entusiasmo y me hizo una seña de que no estaba solo. Asentí con la cabeza y abrí la puerta. 

—Pero miren quien está aquí. Que sorpresa. — Mi esposo se paró de su silla y la persona que estaba con el giró y me sonrió.

—Hola Jennie, que gusto. — se acercó a mi a darme un beso en la mejilla. Amigo y compañero de trabajo de Kai.

—Hola Bill. — correspondí a su saludo. —Espero no haberlos interrumpido. 

—No, no, por su puesto que no. Ya me iba. —tomó unos papeles del escritorio de Kai y los acomodó sobre su brazo. — Kai, te traeré el presupuesto más tarde.

—Está bien, cuando lo tengas Bill. —salió de la oficina y cerró la puerta tras de el. 

No esperé un segundo más y me lancé a los brazos de Kai, lo abrazaba con fuerza y acomodé mi cabeza sobre su pecho, dejando que sus brazos me rodearan por completo. Me encantaba hacer esto. El era muy alto y fuerte, me hacía sentir pequeña a su lado, pero también protegida. 

—¿Qué estuviste haciendo todo el día?— me preguntó e inmediatamente me puse nerviosa. Me aferré más a su cuerpo para no tener que levantar la mirada y mentirle a la cara. 

—Hablé con Bob para la subasta de la escuela. Me dijo que si, donará algo de dinero. — No podía decir que había pasado la mañana en casa de una chica tailandesa desconocida supuestamente bebiendo el té. 

—¿Bob el tacaño? Eso es algo nuevo. —soltó una risa y buscó mi mirada. 

El teléfono sonó estruendosamente y me sacó de la comodidad en la que me encontraba. 

—Lo siento. Espera. — se soltó de mis brazos y contestó el teléfono. 

Me senté para esperar a que terminara su llamada, estaba discutiendo con alguien sobre unos camiones. Tenía una gran compañía de camiones que trasladaban toneladas de cosas por todo el país y parte de Asia. Eran rentados por otras empresas para mover su mercancía, nos iba a bien, económicamente hablando. 

Clavé mi vista en una fotografía que tenía sobre su escritorio. Éramos nosotros, su familia. El, Charlie y yo en un parque tomando un helado. Recuerdo ese día, Charlie enfermó al día siguiente por haber pasado tanto tiempo bajo el sol, otras imágenes interrumpieron mis recuerdos sobre mi familia, en cambio, imágenes de Lisa sonriendo, de sus enormes ojos y la sensación de estar sosteniendo mi mano me invadieron. Lisa. 

Colgó el teléfono, había terminado la llamada y no me percaté de eso. 

—¿Jennie?

—¿Qué? Si. — Respondí vagamente. No sé por cuánto tiempo me estuvo hablando. 

—Dime.

—¿Qué cosa?— pregunté totalmente perdida. 

—¿Pasa algo? 

Lo miré detenidamente y negué con la cabeza.

***

Después de cenar Kai me ayudó a levantar la mesa. El limpiaba y yo llené la tarja de agua y jabón para lavar los platos. 

Se que está mirándome, puedo sentir su mirada sobre mi. Pero no me dice nada ¿estará analizando mis movimientos? ¿a caso sabe leer mentes y sabe lo que he estado pensando toda la tarde y parte de la noche? No, que tontería. 

Me dedico a lavar los platos, mojando mis manos, es una sensación que me agrada ya que me relaja y me refresca. Kai se acerca y deja el par de copas de vino que tomamos esta noche para la cena, gira su rostro hacia mi, pero no me volteo a verlo. En lugar de eso, me pierdo nuevamente en mis pensamientos. 

Lisa. 

Su cabello largo y rubio, sus labios gruesos y sus enormes ojos marrones que te penetran cuando te mira. Su sonrisa de un millón de dólares, estoy segura de que si hacen algunas pruebas científicas, la sonrisa de esa chica puede terminar con el cáncer en el mundo. 

Kai nota mi distanciamiento hacia el y se aleja de mi, dejándome sola con mis pensamientos. Lo cual agradezco internamente. 

Una sonrisa se escapa de mis labios, estoy perdida. 


Infidelidad. - Jenlisa.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora