... El viento me arrastró tanto que perdí el equilibrio y terminé no solo chocando con una chica que venía en dirección contraria a mi, sino que que caí sobre ella y los libros que cargaba en sus brazos. Mis compras quedaron regadas por todo el suelo y la mitad de ellas, el viento ya se la había llevado.
Joder.
—Lo siento. —le grité contra el viento y traté de levantarme de su cuerpo lo más rápido que podía.
—Maldición, mis libros. — Se quejó ella levantándose del suelo, tomando con sus manos algunos de los libros que alcanzaba. — Levantaré tus cosas.
—Lo siento mucho. —volví a repetir y junté la cantidad de libros que podía sostener en mis brazos.
La chica corrió detrás de mis cosas para tratar de atraparlas y evitar que se fueran más lejos gracias al viento, pero era imposible, a decir verdad era algo cómico de ver, pero no estaría bien reírme de ella ¿cierto?
Vi pasar un taxi frente a nosotros y no dudé en pararme e ir tras de el para llamarlo, pero nuevamente no lo conseguí.
—¡Mis libros! —Volvió la chica hacia mi y empezó a recogerlos— Los dejaste tirados.
Me cansé de la humillación y me senté sobre la banqueta nuevamente, fue ahí cuando me di cuenta de que mi rodilla escocía y tenía sangre sobre ella, debí hacerle caso a mi esposo y no salir.
La chica se acercó y puso su pila de libros a un lado de mi.
—Es un mal día para taxis. —Comentó viendo hacia la calle tratando de buscar alguno disponible para mi.
—Debe ser por el clima. —Me quejé.
—¡Si! Saliste disparada como bala —me hizo reír— Si volaras ya estarías en casa.
Fijó su mirada en mi rodilla y se inclinó para verla mejor.
—Te lastimaste. —dijo haciendo una mueca y yo asentí apretando mis labios— Escucha. Yo vivo allá arriba, en donde está la maceta. Traeré algo para curarte. ¿Está bien?
Tomó sus libros del suelo y caminó hacia la puerta del edificio.
—Sostente de algo para que no vueles.... O puedes subir conmigo a limpiarte. Ven, vamos. No soy una asesina en serie, lo prometo.
Reí ante su comentario poniéndome de pie de la sucia banqueta. La miré fijamente por unos segundos y sus grandes ojos disparaban chispas. Su cabello dorado revoloteaba y pequeños mechones se pegaban a su rostro. Era una mujer hermosa.
Un nuevo taxi pasó a mi lado y grité a su parada lo más fuerte que pude, corrí a el cuando este se detuvo y entré rápidamente en el auto antes de que se arrepintiera.
Antes de que el taxi arrancara, susurré un "gracias" a la chica rubia que me veía marcharme después de haber caído sobre ella y arruinar sus libros.
Ella sonrío amplio y agitó su mano en el aire en forma de despedida. Después de ese pequeño accidente, jamás la volví a ver.
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Infidelidad. - Jenlisa.
Hayran KurguJennie Kim narra su vida perfecta de mujer casada y los problemas que enfrenta cuando inicia una aventura romántica con una encantadora chica Tailandesa que conoció en las calles de Seúl. Historia respaldada por pluma y papel. Todos los derechos son...