III

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Maratón 3/3

- ¡Déjame ir! - exigió Percy mientras se removía, intentando liberarse del fuerte agarre de la cazadora - ¿Quién te has creído que eres? -

Como respuesta Zoë se adelantó como si fuese a darle una bofetada - Tócale un pelo y te arranco la mano - le aseguró Dante con la mirada fija en la supuesta niña.

- Tranquila Zoë, no es una falta de respeto. Sólo está muy alterado. No comprende - la niña miró a Percy con unos ojos más fríos y brillantes que la luna en invierno - Yo soy Artemisa - anunció - Diosa de la caza -

Aquella revelación resultaba bastante sorprenderte si no conocías a las cazadores. Así que Dante comprendió la reacción de Percy, el chico abrió tanto la boca que probablemente se le desencajó la mandíbula. En cambio, la reacción de Grover le pareció un pelín exagerada. Él ahogó un grito, se arrodilló en la nieve y empezó a gimotear - ¡Gracias, señora Artemisa! Es usted tan... tan... ¡Uau! -

Ya sabía que los sátiros babean por la diosa de la caza pero sin duda esto era demasiado - ¡Levanta, niño cabra! - le soltó Thalia - Tenemos otras cosas de que preocuparnos. ¡Annabeth ha desaparecido! -

- ¡So! - dijo una chica que se había mantenido callada - Momentito. Tiempo muerto -

Entonces, por primera vez Dante se fijó en los dos chicos, más bien, en los dos hermanos. No era necesario conocerlos para darse cuenta de esto. Ambos tenían el mismo pelo oscuro y sedoso y una tez olivácea. Mientras todo el mundo se la quedó mirando Dante empezó a hacer un repaso de todos los dioses, intentando determinar quiénes eran sus padres. Aunque en un primer momento no cayó en ninguno.

Ella los fue señalando, uno a uno, como si estuviera repasando las piezas de un rompecabezas - ¿Quién... quiénes sois todos vosotros? ¿Qué era ese monstruo? - después señaló a Dante - ¿Y por qué a nadie le sorprende que ese tipo acaba de destruir el acantilado de un puñetazo? –

La expresión de Artemisa se ablandó un poco - Quizá sería mejor, mi querida niña, saber primero quién eres tú. Veamos, ¿quiénes son tus padres? -

La chica miró con nerviosismo a su hermano, que seguía contemplando maravillado a Artemisa - Nuestros padres murieron - dijo Bianca - Somos huérfanos. Hay un fondo que se ocupa de pagar nuestro colegio, pero... - titubeó. Dante supuso que vio en la expresión de los presentes que no la creían - ¿Qué pasa? -preguntó - Es la verdad -

-Tú eres una mestiza -dijo Zoë Belladona. No era la primera vez que Dante se cruzaba con la lugarteniente de las cazadores, y su relación dejaba mucho que desear - A fe mía que
uno de vuestros progenitores era un mortal. El otro era un olímpico -

- ¿Un olímpico? ¿Un atleta, quieres decir?

- No idiota - respondió Dante ganándose una mala mirada de las cazadoras - Uno de los dioses -

- ¡Qué guay! - exclamó el chico, notablemente emocionado.

- ¡Ni hablar! - terció la hermana con voz temblorosa - ¡No lo encuentro nada guay! -

Pero su hermano no compartía su opinión - ¿Es verdad que Zeus tiene rayos con una potencia destructiva de seiscientos? ¿Y que gana puntos extra por...? -

Dante levantó una ceja sin entender nada de lo que estaba diciendo el chico - ¡Cierra el pico, Nico! - le regañó su hermana - Esto no es tu estúpido juego de Mitomagia, ¿sabes? ¡Los dioses no existen! -

El crío se llama Nico, pensó Dante, ¿y qué demonios es Mitomagia? - Ya sé que cuesta creerlo - le dijo Thalia - Pero los dioses siguen existiendo. Créeme, Bianca. Son inmortales. Y cuando tienen hijos con humanos, chicos como nosotros, bueno... la cosa se complica. Nuestras vidas peligran -

ARES #3 // DIOSES DEL OLIMPODonde viven las historias. Descúbrelo ahora