XVIII

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Llegaron al extremo del pueblo cuando aparecieron los dos primeros guerreros-esqueleto. Surgieron de los árboles que había a ambos lados del camino. En lugar del traje gris de camuflaje, ahora llevaban el uniforme azul de la policía estatal de Nuevo México, pero seguían teniendo piel gris transparente y ojos amarillos.

Desenfundaron sus pistolas. Y como respuesta los héroes sacaron sus armas. Thalia le dio unos golpecitos a su pulsera. La Égida se desplegó en espiral en su brazo, pero los guerreros no se amedrentaron. Por su parte, Percy sacó a Contracorriente y Dante las dagas de Cicno. Por último, Zoë y Bianca prepararon sus arcos. Aunque la pobre Bianca tenía ciertos problemas porque Grover seguía medio desmayado y apoyaba todo su peso en ella.

- Retroceded - dijo Thalia.

Empezaron a hacerlo, pero entonces Dante oyó un crujido de ramas. Dos guerreros-esqueleto más aparecieron detrás. Estaban completamente rodeados. Dante se estaba preguntando dónde se habrían metido los demás guerreros-esqueleto. Había visto una docena en el museo. Entonces vio que uno se acercaba un teléfono móvil a la boca y decía algo. Qué modernos que son estos esqueletos, pensó.

No hablaba, en realidad. Emitía un
chirrido, como unos dientes royendo un hueso. Y de repente comprendió lo que sucedía: los guerreros-esqueleto se habían dispersado para buscarlos.

Ahora estaban avisando a los demás. Dante sacó su pistola rápidamente y disparó al teléfono, destrozándolo de un tiro. Sin embargo, ya era tarde. Muy pronto tendrían al equipo completo con ellos - Tenemos que largarnos - dijo Dante mientras intentaba idear un plan.

- Está cerca - gimió Grover.

- Están aquí - respondió Percy.

- No - insistió él - El regalo. El regalo del Salvaje -

- Tenemos que mantenerlos lejos de Grover - dijo Dante mientras hacía que sus espadas estallaran en llamas.

- Percy y Bianca, encargaos de uno - dijo Thalia - Dante, Zoë y yo nos encargamos de los otros tres -

- De acuerdo - repuso Zoë.

- ¡El Salvaje! - gimió Grover. Un viento cálido sopló por todo el cañón, sacudiendo los árboles. Era una sensación reconfortante y cálida. Dante cogió con fuerza la empuñadura mientras veía al esqueleto con el que le tocaba pelear.

El primero de los héroes en moverse fue Percy. El chico cargó contra ellos con Contracorriente en la mano. El chico esquivó los primeros disparos con relativa facilidad y con solo tres movimientos destrozó al primer esqueleto.

Pero casi de inmediato, empezaron a reunirse y ensamblarse de nuevo. El segundo esqueleto soltó un chirrido con sus dientes y le apuntó, pero Dante le asestó un buen golpe en
la mano y su pistola rodó por la nieve.

Parecía que los chicos no lo estaban haciendo nada mala cuando los otros dos esqueletos dispararon al hijo de Poseidón por la espalda - ¡¡Percy!! - gritó Thalia.

Dante vio a cámara lenta como su amigo se desplomaba boca abajo en el pavimento. Y entonces, algo en el cerebro de Dante hizo click... La ira y la rabia recorrieron todo su ser. Haciéndole perder todo raciocinio.

Cuando Percy cayó al suelo Dante liberó las llamas de sus espadas a máxima potencia y cargó contra los dos esqueletos. Tal vez no podía usar el favor de Ares, pero aún así seguía siendo una máquina de matar. Los monstruos no tuvieron nada que hacer contra él. Dante los destrozó con facilidad, y cada vez que empezaban a recomponerse él volvía a calcinarlos. Entonces, se oyó un estruendo en el bosque, a su izquierda, algo parecido a una excavadora. Quizá llegaban refuerzos para los guerreros-esqueleto. A Dante no le importaba cuántos fueran. Iban a pagar por lo que le habían hecho a su amigo.

ARES #3 // DIOSES DEL OLIMPODonde viven las historias. Descúbrelo ahora