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Decir que durante los siguientes días Helena no apartó la mirada de Dante sería quedarse corto. La chica se convirtió en su sombra y le seguía a cualquier lado. A veces llegando hasta a molestar al hijo de Ares.

Una mañana cuando se levantaron Helena rodó hacia el lado de la cama donde debía estar Dante, pero no había ni rastro del chico. La habitación estaba vacía y su lado de la cama frío. Una súbita ola de nerviosismo inundó su ser. ¿Dónde estaba Dante? ¿Le había pasado algo? Durante los últimos días él se había estado comportando raro, hablaba poco y por lo general evadía las preguntas más íntimas con un sí sí, estoy bien. Sin embargo, algo que le daba aun más miedo era que ya le había pillado un par de veces hablando solo, como si estuviese discutiendo con su mente.

Un ruido fuera de la casa llamó su atención y la hija de Apolo salió corriendo sin molestarse en cambiarse el pijama - Helena... - suspiró su madre cuando vio a la chica salir al porche - ¿Tú crees que esas son maneras de salir de casa? -

Aparcado frente a la casa había un enorme camión con el logo: Mensajería Hermes, escrito en griego antiguo - Bueno... Solo tienes que firmar aquí y es toda tuya - dijo un hombre alto con uniforme de repartidor de correos. No sabía por qué pero había algo en aquella persona que le resultaba conocido.

El hombre le tendió una hoja a Dante quien no parecía esforzarse mucho por disimular que aquel repartidor no le caía bien - ¿Solo tengo que firmar...? ¿No me vais a pedir que vaya a una misión suicida para cumplir alguno de vuestros caprichos? -

Helena se acercó corriendo al comprender que con quien estaba hablando su novio era el mismísimo Hermes - Discúlpele señor Hermes - interrumpió la chica - Dante acaba de volver de una misión y está agotado. No sabe lo que dice -

- No sabe lo que dice... - repitió el chico por lo bajo mientras echaba una firma sobre el papel. En cuanto escribió su nombre esta desapareció en una pequeña explosión.

- Helena Norton... Hija de Apolo - murmuró el dios mientras le miraba por encima del hombro. Después, miró al chico con desdén - Al fin y al cabo esto es un regalo del Olimpo, así que pasaré por alto esa insolencia -

Si las miradas pudiesen matar Dante ya le habría clavado sus dos cuchillos al dios. Aun así Helena habló antes de que pudiese decir nada más - Y nosotros lo agradecemos mucho, señor Hermes - dijo mientras hacía una reverencia exagerada. Cogió la cabeza del chico y le obligó a agacharla.

Aquel gesto tampoco cambiaba nada, pero Hermes suspiró y chasqueó los dedos. El camión de mudanzas se esfumó, dejando frente a la casa un objeto tapado con una manta - Bueno, da igual... Aquí tienes tu paquete - dijo de mala gana - Que lo disfrutes -

Y con aquellas palabras el dios se convirtió en un torrente de luz y se esfumó. En cuanto desapareció Helena soltó todo el aire que había estado conteniendo - Dante... No puedes hablar así con los dioses - le regañó la chica. Sin embargo él ya no la estaba escuchando.

Fue hacia el paquete que Hermes le había dejado y tiró de la manta. Esta cayó al suelo desvelando su flamante moto - Parece nueva... - silbó mientras veía como los rayos de luz se reflejaban sobre el brillante chasis. Sobre el manillar de la moto encontró una nota con las iniciales C.B - Le he hecho un par de mejoras. Firmado: Charles Beckendorf -

- Parece que le cobran por escribir - mencionó la hija de Apolo mientras le echaba una rápida ojeada a la moto. Estaba impecable. Beckendorf había hecho un gran trabajo manteniendo a punto al vehículo de Dante - Parece nueva -

El hijo de Ares apoyó la mano sobre el chasis y sonrió - ¿Quieres ir a dar una vuelta? - la hija de Apolo se le quedó mirando mientras él sacaba dos cascos del maletero de la moto - Le pedí a Charlie que preparase dos cascos. Uno para mí... Y otro para ti -

ARES #3 // DIOSES DEL OLIMPODonde viven las historias. Descúbrelo ahora