XXXI

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Muerto... Tenía que estar muerto. Esa era la única respuesta que cabía en su cabeza. Lo más probable es que su corazón hubiese estallado en el momento en el que sostuvo el peso del cielo. Helena ya le había avisado, su cuerpo no iba a poder aguantar el ritmo que llevaba su vida de héroe. Con el paso de los años se había vuelto dependiente del poder prestado de su padre. Y la verdad es que casi resultaba irónico que el Favor de Ares, aquella habilidad que tantas veces le había salvado la vida, fuese la que le iba a matar. 

Sabía que algún día esto iba a pasar. Había estado demasiadas veces al borde de la muerte, pero esta vez sentía que se le habían acabado las vidas extras. Dante abrió los ojos lentamente. Sin embargo, era completamente incapaz de ver nada. Sentía como si estuviese flotando en la inmensidad del vacío. Perdido en una oscuridad que no parecía tener fin. El frío se arremolinaba alrededor de su cuerpo poco a poco. Sus extremidades estaban completamente congeladas, sus manos y sus pies se sentían como si no fuesen suyos, como si alguna otra persona controlase su cuerpo como si de una marioneta se tratase - No... - jadeó el hijo de Ares mientras movía los brazos y las piernas, intentando alcanzar algo en lo que aferrarse pero parecía como si un agujero negro le arrastrase al final de su vida.

El hijo de Ares se dio la vuelta lentamente y encaró a aquella misteriosa fuerza que parecía querer hacerle desaparecer para siempre. Sin embargo, en el centro de aquel supuesto vórtice, una luz blanca brillaba con la intensidad de una estrella. Y entonces, de uno de los rayos de luz, la imagen de una mano se proyectó en medio de aquella oscuridad - Dante... - susurró una dulce voz.

Dante alargó la mano, en un desesperado intento de aferrarse a algo que le mantuviese vivo. Y entonces, un fuerte fogonazo le envolvió, deshaciendo la oscuridad en la que estaba sumergido. Aquella luz resultó tan cegadora que Dante pensó que sus ojos estallarían en aquel instante. El frío fue sustituido por un calor casi asfixiante que le hizo caer al suelo de rodillas. Abrió la boca, en un intento de permitir que el aire llenase sus pulmones, pero era como respirar una llamarada de fuego.

- ¿Qué haces en el suelo? - preguntó una voz grave. El chico alzó la mirada lentamente, intentando distinguir algo en aquella luz.

- ¿Quién eres? - jadeó Dante mientras sentía como toda el agua de su cuerpo se evaporaba. Probablemente si el chico hubiese tenido que aguantar un minuto más en aquel estado habría acabado convirtiéndose en una hoguera humana. Para su suerte, aquel foco de luz y calor se fue apagando a medida que iba adoptando el contorno de una forma humanoide.

Cuando la temperatura del lugar llegó a un punto aceptable Dante empezó a toser como loco mientras el aire volvía a entrar en su sistema. Los ojos del hijo de Ares empezaron a lagrimear en un intento de rehidratralos. Pestañeó un par de veces y apartó aquellas lágrimas. Volvió a alzar la mirada y esta vez sus ojos se cruzaron con una siniestra criatura que le dedicaba una sádica sonrisa - ¿Qué coño...? -

Frente a él, una especie de diablillo de ojos rojos le observaba con una sonrisa macabra, la criatura era de color rojo, con las orejas puntiagudas y una gran nariz. La criatura no debía de superar el medio metro y vestía una especie de traje negro y blanco - Hola chaval - la voz de la criatura era aguda, pero con un toque siniestro - Parece que las cosas se han complicado un poco -

- ¿Qué cojones eres...? - jadeó Dante mientras intentaba levantarse. Sin embargo, sus piernas fallaron y cayó al suelo de rodillas. Estaba agotado, como si aun estuviese sosteniendo el peso del cielo. 

- Eso tiene una respuesta muy sencilla - respondió el diablillo - Soy tú -

- ¿Eres yo...? ¿De qué coño estás hablando...?

El diablillo se acercó hasta estar a solo un palmo de su rostro. Ahora que Dante lo tenía tan cerca pudo comprobar lo horrible que era aquel ser. Su rostro tenía profundas arrugas y un montón de cicatrices y verrugas - Bueno... Eso no es importante ahora mismo. Tenemos el tiempo justo y aun hay muchas cosas que tienes que aprender -

ARES #3 // DIOSES DEL OLIMPODonde viven las historias. Descúbrelo ahora