XXIV

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- ¿Dónde queréis aterrizar, chicos? - preguntó Hank.

- ¡Dónde sea! - gritó Dante.

A estas alturas sus brazos estaban completamente agarrotados por haber estado enganchado al cabello de la estatua. Escaló hasta llegar a lo alto de la cabeza del ángel en el que iba montado. Desde allí tuvo una vista espectacular de su destino... La ciudad de San Francisco.

Sin lugar a duda era la ciudad más bonita que había visto en su vida: una especie de Manhattan más pequeño y más limpio, rodeado de colinas verdes. Había una gran bahía, barcos, islas y botes de pesca, y el puente Golden Gate destacaba entre la niebla. Una extraña sensación se apoderó de su pecho, como si le hubiese caído un rayo. No tenía ni idea de por qué, pero era como si aquella ciudad le llamase. Como si le invitase a adentrarse en sus calles - Yo ya he estado aquí... - susurró para si mismo.

- Allí - propuso Zoë, sacando a Dante de sus pensamientos - Junto al edificio Embarcadero -

- Buena idea - dijo Chuck - Hank y yo podemos camuflarnos entre las palomas -

Hasta Dante se quedó mirando a las estatuas sin saber que responder - Era broma - se apresuró a aclarar - ¡Uf! ¿Es que las estatuas no pueden tener sentido del humor? -

Al final, resultó que no había necesidad de camuflarse. Era muy temprano y casi no había gente circulando. Solo un vagabundo que andaba por el muelle. El hombre dio un alarido al ver aterrizar dos estatuas de oro y salió corriendo y gritando que venían los marcianos. Hank y Chuck se despidieron y salieron volando para irse de juerga con sus colegas de bronce - ¿Y ahora qué hacemos? - preguntó Grover.

- Bueno... Ya hemos llegado a la Costa Oeste - dijo Dante - Así que Annabeth y Artemisa deben estar por aquí cerca -

- Mañana es el solsticio de verano - musitó Thalia. Tras un breve cambio de opiniones, llegaron a la conclusión de que había que averiguar quién era aquel monstruo misterioso que Artemisa había estado intentando dar caza.

- ¿Y cómo vamos a averiguarlo? - preguntó Percy.

- Nereo - respondió Grover.

En cuanto pronunció aquel nombre la mente de Dante se puso a trabajar, buscando todos los datos y mitos que conocía relacionados con ese nombre. Se quedó mirando al sátiro sin comprender por qué había dicho eso - ¿Qué pinta ese tipo en todo esto? -

Grover miró a Percy como se esperase que el hijo de Poseidón respondiese - ¿No es lo que te dijo Apolo? Que encontraras a Nereo -

El chico asintió - El viejo caballero del mar - recordó - Por lo visto, tengo que encontrarlo y obligarlo a que nos diga lo que sabe. Pero ¿cómo lo encuentro? -

Zoë hizo una mueca - ¿El viejo Nereo? -

- ¿Lo conoces? - preguntó Thalia.

- Mi madre era una diosa del mar. Sí, lo conozco. Por desgracia, nunca es demasiado difícil de encontrar. Simplemente, has de seguir el olor.

- ¿Qué quieres decir? - preguntó Dante con la ceja levantada.

- Venid - dijo ella sin ningún entusiasmo - Os lo mostraré -

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- Dioses Percy, estás guapísimo - bromeó Dante. El hijo de Posesión acababa de salir del local de ropa para la beneficencia, completamente vestido como un vagabundo. Llevaba una andrajosa camisa de franela y unos tejanos tres tallas más grandes, además de unas zapatillas rojas y un enorme gorro multicolor.

- Ahora pasas completamente desapercibido - dijo Grover, intentando contener una carcajada.

Zoë asintió satisfecha - Un típico vagabundo -

ARES #3 // DIOSES DEL OLIMPODonde viven las historias. Descúbrelo ahora