XVI

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El grupo estaba cruzando el río Potomac cuando divisaron un helicóptero. Un modelo militar negro y reluciente como el que habían visto en Westover Hall. E iba directo hacia ellos - Han identificado la furgoneta - advirtió Dante - Tenemos que abandonarla -

Zoë viró bruscamente y se metió en el carril de la izquierda. Mientras el helicóptero ganaba terreno - Quizá los militares lo derriben - dijo Grover, esperanzado.

- Los militares deben de creer que es uno de los suyos - respondió Percy - ¿Cómo se las arregla el General para utilizar mortales? -

- Son mercenarios - repuso Zoë con amargura - Es repulsivo, pero muchos mortales son capaces de luchar por cualquier causa con tal de que les paguen -

- Pero ¿es que no comprenden para quién están trabajando? - preguntó el hijo de Poseidón - ¿No ven a los monstruos que los rodean? -

Dante negó con la cabeza - No sé hasta qué punto ven a través de la Niebla. Pero dudo que les importase mucho si supieran la verdad. A veces los mortales pueden ser más horribles que los monstruos -

El helicóptero seguía aproximándose. A aquel paso acabarían batiendo una marca mundial, mientras que ellos, con el tráfico de Washington, lo tenían más difícil. Thalia cerró los ojos y se puso a rezar - Eh, papá. Un rayo nos iría de perlas ahora mismo. Por favor -

Pero el cielo permaneció gris y cubierto de nubes cargadas de aguanieve. Ni un solo indicio de una buena tormenta. Entonces, Dante se escurrió hacia la parte trasera de la furgoneta y abrió las puertas de par en par - ¡¿Qué haces?! - gritó Grover mientras le veían cargar su rifle de francotirador.

- Voy a derribarlo - respondió él con determinación mientras con una mano sostenía su arma. Era totalmente consciente de que la munición de bronce celestial no le haría nada al piloto, pero tal vez podría romper una de las hélices. Hincó una rodilla en el suelo mientras miraba a través de la mirilla y apuntó. Tanteó el gatillo justo cuando Bianca gritó, haciéndole perder el equilibrio - ¡Allí! - señaló - ¡En ese aparcamiento! -

- Quedaremos acorralados - dijo Zoë.

- Confía en mí - respondió la joven cazadora. Zoë cruzó dos carriles y se metió en el aparcamiento de un centro comercial en la orilla sur del río. Salieron de la furgoneta y bajaron unas escaleras, siguiendo a Bianca - Es una boca del metro - les informó - Vayamos al sur. A Alexandria -

- Cualquier dirección es buena - asintió Thalia. Compraron los billetes y cruzaron los torniquetes, mirando hacia atrás por si les seguían. Unos minutos más tarde, estaban a bordo de un tren que se dirigía al sur, lejos de la capital.

Cuando salieron al exterior Dante vio al helicóptero sobrevolando el aparcamiento - Parece que los hemos perdido - dijo mientras se sentaba al lado de Bianca - Al menos por el momento -

Grover soltó un suspiro - Suerte que te has acordado del metro, Bianca -

Ella pareció halagada - Sí, bueno... Me fijé en esta estación cuando pasamos por aquí el verano pasado. Recuerdo que me llamó la atención porque no existía cuando Nico y yo vivíamos en Washington -

Dante miró a la chica con la ceja levantada - ¿De qué estás hablando? Yo estuve en Washington hace dos veranos y está estación ya existía -

- Quizá - dijo Bianca - Pero cuando nosotros vivíamos aquí, de niños, el metro no existía, te lo aseguro -

Thalia se incorporó en su asiento - Un momento... ¿Dices que no había ninguna línea de metro? -

Bianca asintió. Dante miró a la chica sin poder creer lo que acaba de decir. Se suponía que Bianca tenía doce años, cómo era posible que dijese que el sistema de metro era más joven que eso... Era imposible - Bianca - dijo Zoë - ¿Cuánto hace...? -

ARES #3 // DIOSES DEL OLIMPODonde viven las historias. Descúbrelo ahora