XXI

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- ¿Qué quería de ti? - preguntó Bianca en cuanto Percy les contó quien era la ocupante de la limusina.

- Pues... En realidad no estoy seguro - dijo, aunque no sonaba muy convincente - Me dijo que tuviéramos cuidado en la chatarrería de su marido. Y que no nos quedáramos nada -

Zoë entornó los ojos - La diosa del amor no haría un viaje sólo para deciros esa tontería. Cuidaos, Percy. Afrodita ha llevado a muchos héroes por el mal camino -

- Por una vez, coincido con Zoë - dijo Thalia - No puedes fiarte de Afrodita -

En cuanto a Dante. Él tenía su propia opinión de la diosa. Ella misma le había salvado la vida hace años, y aunque le había amenazado con darle una vida amorosa... complicada. Afrodita había conseguido entrar en el limitado grupo de dioses que le caían bien. Percy le miró, esperando su consejo - ¿Qué piensas tú? -

- Bueno... Afrodita está un poco loca. Pero no creo que entre sus intenciones esté interponerse en nuestra misión - respondió - A mi me ayudó mucho hace un par de años. Así que te recomiendo hacerle caso, pero anda con pies de plomo -

- Bueno... - dijo Percy, intentando cambiar de tema - ¿Y cómo vamos a salir de aquí?-

- Por este lado - señaló Zoë - Eso es el oeste -

- ¿Cómo lo sabes?

Dante le miró con la ceja levantada. A veces era incapaz de comprender como ese crío estúpido seguía con vida. Es decir, Zoë era la líder de las cazadoras de Artemisa. Había estado junto a la diosa durante siglos. Por supuesto que sabía hacia donde estaba el oeste - La Osa Mayor está al norte - explicó la cazadora - Lo cual significa que esto ha de ser el oeste -

Señaló la constelación del norte, que no resultaba fácil de identificar porque había muchas otras estrellas - Ah, ya -

- No tienes ni idea de lo que está hablando, ¿verdad? - dijo Dante con una sonrisa mientras se adelantaba.

- Sí, el oso ese.

Zoë pareció ofenderse - Habla con respeto. Era un gran oso. Un digno adversario -

- Lo dices como si hubiera existido...

- Chicos - les interrumpió Grover - Mirad... -

Habían llegado a la cima de la montaña de chatarra. Montones de objetos metálicos brillaban a la luz de la luna: cabezas de caballo metálicas, rotas y oxidadas; piernas de bronce de estatuas humanas; carros aplastados; toneladas de escudos, espadas y otras armas. Todo ello mezclado con artilugios modernos como automóviles de brillos dorados y plateados, frigoríficos, lavadoras, pantallas de ordenador...

- Uau - dijo Bianca - Hay cosas que parecen de oro -

- Y probablemente lo sean - secundó Dante a su lado.

- Sí, y como ha dicho Percy, no toquéis nada - dijo Thalia - Recordad que esto es la chatarrería de los dioses -

- ¿Chatarra? - Grover recogió una bella corona de oro, plata y pedrería. Estaba rota por un lado, como si la hubiesen partido con un hacha - ¿A esto llamas chatarra? - mordió un trocito y empezó a masticar - ¡Está delicioso! -

Thalia le arrancó la corona de las manos - ¡Hablo en serio! -

- ¡Mirad! - exclamó Bianca. Se lanzó corriendo por la pendiente, dando traspiés entre bobinas de bronce y bandejas doradas, y recogió un arco de plata que destellaba - ¡Un arco de cazadora! - soltó un gritito de sorpresa cuando el arco empezó a encogerse para convertirse en un pasador de pelo con forma de luna creciente - Es como la espada de Percy -

ARES #3 // DIOSES DEL OLIMPODonde viven las historias. Descúbrelo ahora