capítulo 6

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Capitulo: 6

Esa noche más tarde, mientras dormía, el recuerdo lejano de lo que fue una noche aterradora, vino a la mente de Jubber como una pesadilla. Vagas escenas escalofriantes envueltas en lucha y desesperación pasaban por sus ojos, todo era tan real en sus sueños que le era imposible despertar, aunque quisiera, y eso quería. Stonk, que se despierta al escuchar a Jubber balbucear algunas palabras, observa como su cuerpo se mueve y algo en su pecho, un poco más abajo, donde termina su cuello, comienza a brillar con un resplandor verde y de inmediato se dispone en despertarlo, no sin antes observar como aquel destello tomaba la apariencia de un pequeño dragón.

-¡Jubber, Jubber despierta!- le grita mientras golpea levemente su rostro haciéndolo reaccionar. -¡Tu pecho, observa tu pecho!- le exclama de nuevo y Jubber observa como una luz verde radia de él involuntariamente. -¡¿Pero qué diablos es esto?!- se pregunta con terror mientras se coloca de pie intentando quitar sus prendas para deshacerse de aquel brillo y nota como aquella luz poco a poco se desvanece.

Confundido observa a su amigo y quedan sin palabras, toma asiento y gotas de sudor recorren su cara y su agitada respiración poco a poco se normaliza pero no deja de pensar en aquellas visiones que tuvo mientras dormía. Observa el suelo y coloca ambas manos en su cara intentando procesar todo con calma, claramente se encuentra agobiado. -¿Qué demonios fue todo eso Jubber?- pregunta Stonk igualmente confundido y asombrado por lo sucedido, -No lo sé amigo, pero necesito distraer mi mente un poco- responde a medida en que se coloca de pie y se aleja de la fogata en dirección al bosque.

Instantes después, Matt y Snake regresan al campamento y observan a Stonk un tanto inquieto, -¿Qué pasa? ¿Dónde está Jubber?- pregunta Snake mientras que Stonk se acuesta de nuevo, cierra los ojos y responde: -Necesitaba caminar un poco-. Matt y Snake cruzan miradas y no le dan importancia por lo que también deciden descansar un poco y prepararse para el largo día que les esperaba, mientras que, en el bosque, Jubber caminaba sin un rumbo fijo.

-¿Qué habrá sido todo eso?- se preguntaba Jubber una y otra vez a medida en que se introducía más y más en el bosque, cuando de pronto, el sonido de unos pasos lo hizo entrar en razón agudizando sus sentidos. Alerta, se detiene por un momento e intenta descifrar de donde proviene tal sonido, observa a su alrededor y puede notar a lo lejos como una sombra se mueve a través del bosque a gran velocidad.

Inmediatamente se dispone en seguirla, sin embargo, luego de tenerla casi frente a él acelera el pazo tomando una gran distancia, pero a pesar de su innegable agilidad, no logra alcanzarla. -¡Demonios, la perderé!- se dice mientras intenta llevarle el ritmo, sin embargo, no lo puede lograr y su objetivo se pierde de vista casi de inmediato. Aun así, no se detiene y continúa la trayectoria que lo lleva hasta llegar a una pequeña zona despejada en cuyo extremo se encuentra un acantilado.

Observa a su alrededor y no muy lejos de él se encuentra la silueta de una persona que mira todo lo que hay frente al acantilado. -¡Eres tú la silueta que seguía ¿verdad?!- pregunta Jubber y se acerca con cautela, -Así es, aunque pensé que serias aún más rápido que yo. Fue una pena que a pesar de no usar toda mi velocidad no lograras alcanzarme- responde aquella silueta mientras se da la vuelta.

La impresión en su rostro se refleja al ver la cara de aquel sujeto al que ya ha visto varias veces solo en retratos, -¡Tú eres...!- intenta decir pero es interrumpido y calla, aún sigue muy impresionado. –Así es hijo, soy Deacon, tu padre- dice aquel sujeto que se acerca a Jubber y rodea sus brazos en él, abrazándolo con un cálido sentimiento de amor paternal.

Éste queda inmóvil, no sabe cómo responder al abrazo de la persona que, al ser su padre, desconoce, y que sin explicación alguna está frente a él en ese preciso momento. -¡¿Cómo es posible que estés aquí?!- pregunta Jubber con una gran confusión y sentimientos encontrados, la cual aún no logra procesar. –Ya han pasado 20 años. Te has convertido en la persona que tu madre siempre quiso que fueras- responde Deacon mientras lo toma de los hombros, se da vuelta y camina de nuevo a la orilla del risco.

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