Capitulo 28

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Capitulo: 28

A medida en que transcurre el día, un nudo en la garganta impide decir alguna palabra a Hizan, que, desde muy temprano, se encamino al lugar en donde se mantenía cautiva a su amada Anmy. Al llegar a la pequeña cabaña, se mantiene a una prudente distancia contemplándola mientras que el viento sopla haciendo ondular su cabellera blanca. Un trago amargo da paso a la ansiedad de intentar pensar en lo que ella tuvo que pasar y de la tortura que tuvo que vivir.

Unos minutos bastaron para tomar la decisión de acercarse a la cabaña a paso lento, a pesar de querer entrar y ver por última vez a su amada, la sola idea de observarla sin vida lo llenaba de dolor. Un suspiro lleno de melancolía acompaña el movimiento de su mano que sujeta la manilla de la puerta girándola con temor de lo que le espera detrás de ella, pero, aun así, da el paso y la abre.

Al hacerlo, puede notar rastros de sangre por las paredes y el piso, eso lo hace fruncir el ceño y una lagrima recorre su mejilla. -¿Cuánto dolor tuviste que soportar?- se dice así mismo para luego ingresar a la cabaña. Estando dentro, puede ver una silla en medio de una de las habitaciones y a su alrededor rastros de utensilios utilizados para hacer daño, eso lo hizo quebrar en llanto tras imaginar los terribles momentos que paso al ser torturada con cada una de esas herramientas.

-¡Anmy, lo siento!- se dice así mismo mientras camina y se sienta en aquella silla, llevando sus manos a su rostro sin poder parar de llorar. -¡Si tan solo hubiera actuado antes. Si tan solo hubiera actuado antes!- se decía una y otra vez mientras se lamentaba por lo sucedido, hasta que siente una mano en su hombro y la voz de una mujer que le dice: -No tienes que culparte por lo sucedido. Nada de esto es tu culpa, Hizan-.

Rápidamente se coloca de pie y al voltear se sorprende de ver a la reina Lilenia tras él con lágrimas en los ojos. –¡Reina Lilenia!- exclama Hizan, que al ver sus lágrimas siente empatía con ella. –Tuve la pequeña impresión de que vendrías a buscarla una vez supieras lo sucedido- dice ella mientras que con sus dedos limpia las lágrimas de sus mejillas para luego acercarse y limpiar las de Hizan.

-Al llegar, confirme lo que me había dicho Sara, y al igual que tú, fue un duro golpe para mí. Pero no podía permitir que la vieras en ese estado, por lo que decidí llevarla a la aldea y honrarla como se merece por su labor- dice la reina al tiempo en que Hizan frunce el ceño y con un claro gesto de ira se acerca a ella y le dice: -¡¿Labor? ¿Acaso crees que morir por mantener una misión que desde el principio nunca debió ser es un acto de honor?!-.

La reina no dice palabra alguna, solo queda perpleja. -¡Ella no quería esa misión. Incluso te hizo saber que no se sentía cómoda haciendo eso y aun así la obligaste a cumplir con ello. Todos los días sentía miedo de no poder cumplir y decepcionarte. Lo único que ella quería era que estuvieras orgullosa de ella. Y su recompensa fue morir torturada sin siquiera poder pedir ayuda porque ni escoltas tenia. ¿Sabes cómo me hace sentir eso?!- agrega Hizan con dolor en cada una de sus palabras.

-Entiendo que me odiara...- intenta decir la reina claramente afectada por las palabras de Hizan, pero es interrumpida por él que le dice: -¡Ese es el problema, ella te amaba tanto que ni siquiera podía sentir odio por ti. Eras su más grande ídolo, su modelo a seguir, y lo único que obtuvo a cambio fue el destino de una muerte segura. ¿Y te atreves a fingir que te importa?!-.

-¡Claro que me importa. Ella era mi hija!- exclama la reina entre lágrimas, -¡La razón de encomendarle esa misión a ella es porque más nadie podía hacerla, incluso yo!- agrega e inmediatamente Hizan hace silencio. –Solo ella podía realizar un conjuro tan fuerte como para impedir que los huevos eclosionaran antes. Y solo ella podía defender el huevo de Natura de cualquier intruso, ya que solo ella ha heredado el poder de la naturaleza en su máximo esplendor- agrega.

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