•17• La perspectiva del jugador

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Capítulo 17: la perspectiva del jugador


Shane

—¡Shane!

Mi cabeza se levanta cuando escucho la voz de Nadia desde la cocina y, me pongo en pie de tirón, sacudiendo el polvo de mis vaqueros, y el sucio en mis manos en el trapo de mecánica. Revisaba el motor porque últimamente me fastidiaba haciendo un jodido sonido horrible cada vez que lo usaba para ir a la universidad, y lo último que necesitaba era que me dejara tirado en medio de la carretera.

Loco, a veces pensaba.

Estaba en mi último año de universidad, mi último año de gloria, a punto de entrar en un equipo renombrado si tenía suerte... Pero, eso no era lo más... irreal, lo verdaderamente loco era que desde ahora estaba viviendo la jodida vida de mis sueños. ¿No es lo que tomó el mundo quiere a sus treinta? Era completamente independiente de mis padres, tenía un trabajo parcial mientras conseguía mi carrera, vivía con mi novia en una casa sola para nosotros -rentada, pero nuestra al fin de cuentas. Con coche propio, y todos los juguetes.

El coche era un trasto viejo que mis abuelos me habían regalado para moverme a la universidad. También tenía la moto.

Llegué a la cocina, viendo a Nadia ir de un lugar a otro. Con una coleta mal hecha en forma de cebolla, con un bolígrafo entre sus dientes y con el estrés y prisa pintados en su cara mientras metía papeles en su bolsa.

Adorable. Me incliné desde el umbral sonriendo, y me acerqué con pasos firmes. Eso pareció distraerla porque de inmediato sus ojos azules dejaron de ver el papel que tenía entre las manos. Se veía hermosa, con ese cabello negro despeinado y esos ojos azules que me quitaban el aliento.

Era extraño, pero aunque la quería en cualquier momento. Era en estas escenas domésticas en donde la veía más guapa. Muchos solían decir que la convivencia mataba la pasión de las relaciones... y sin embargo, llevaba unos meses así y no me cansaba.

Me encantaba. Sentirme así era una clase de paz que tocaba mi pecho y que lo expandía con cada calada de aire que metía dentro.

—Ah, ¡Shane! Ahí estás —me vio y abrió la boca.

Tomé su cuello y le di un beso de improviso. Noté cómo lentamente todo el estrés que sentía que tenía se fundía. Metí mi lengua en su boca, y con mi corazón en una mano. Me alejé unos cuantos centímetros para ver su reacción.

Me reí un poco, como el egocéntrico que era, por lo que me encontré. Nadia tenía los ojos cerrados y una hermosa sonrisa en sus labios rosados.

Quise comerla en ese mismo momento.

—Hmm —susurré en su oído. — Me parece que estás cada día más irresistible. Pero... más gruñona, cariño.

Nadia sacudió su cabeza sin abrir los ojos.

—Shane...

—¿Sí? —dije burlón.

Tomé su pequeño rostro, y ambos nos quedamos un rato así.

Sus ojos se abrieron y volvieron decididos de pronto, recordando algo.

—Tengo que irme —volvió a tomar sus cosas— Laura y Jasón no pueden ver a Jules hoy. Tengo que trabajar hoy, así que tampoco puedo... ¿Podrías...?

Asentí, antes de escuchar el resto —Claro, de todas formas iba a pasarme —tomé mi cuello pensativo— Esto es ridículo, parecemos niñeras... Solo hay que darle tiempo. Me pasaré todos los días para verla si es necesario. Yo, o tu, o Jason... quien sea. Pero necesita platicar con una persona a la vez. Por muchos mejores amigos que tenga jamás se va a sincerar si todos estamos con un foco de luz interrogándola.

Silencio.

Dejé el paño en la encimera.

—Siendo prácticos soy el que más tiempo tiene y el que más cerca está. Ambos sabemos que mi trabajo es flexible. Todos ustedes están trabajando y estudiando,... —miré por la ventana, justamente dando a la suya.

Ahora estaba vacía, con las cortinas abiertas en su habitación. Antes de esto a veces veía dos sombras y suponía que eran ella y Woods. Otras veces llegaba a casa tarde y la veía a altas horas de la noche en su escritorio, con la luz encendida, tomando un té o una copa de vino mientras escribía en su ordenador.

De pronto me acordé de hace unas cuantas noches atrás. Tal vez hacía una semana o dos. Yo estaba viendo una recopilación de las noticias en la sección de deportes en la sala, era media noche y estaba bajando el volumen para no despertar a Nadia cuando la vi. Esa noche la luz de su habitación no estaba encendida, pero vi su figura porque el cielo estaba despejado y la luna le daba a ella. Casi se confundía con la oscuridad.

No sabía por qué, pero me quedé unos segundos observándola. Su habitación estaba a oscuras, y estaba cruzada de brazos, mirando a la calle con la mirada más perdida que jamás le había visto. Sus ojos azules en otro lugar.

Esa noche mi interior no me dejó tranquilo. Porque sabía que por más que Jules jurara estar bien, sabía lo que era tener un corazón roto y lo doloroso que era llevar esa carga contigo solo hasta repararlo. Así que decidido por la mañana, me encargué de que todos estuviéramos al tanto de verla.

Pero,... tal vez la idea era tan dura como enfrentarlo sola. Todos hurgando en la herida no dejaba que se sanara.

—No lo sé, siento que está comenzando a verse como un peso y no me gusta, Nadia... Eso no le hace bien a nadie.

Tal vez me da paz a mí mismo. Ser yo el que me encargue de ella.

Cerré mis ojos y suspiré.

Sí, puede que yo fuera el primero que dijera que había que darle tiempo, que dejarla a ella misma sola para que Jules sanará. Pero también compartía ese instinto protector con ella.

Estas semanas han sido extrañas. Si alguna vez en estos últimos años había sentido que no veía a Jules lo suficiente ahora las cosas estaban cambiando. Me alegraba,... por una parte pero no era así como lo quería. No por esta razón.

Quería un mundo en donde ella y yo estuviéramos felices, y pudiéramos celebrarlo.

Nadia me miró sin decir nada.

Recogió un último papel de la mesa y lo guardó en su bolso.

—Yo también quiero saber como está, Shane. Es mi hermana.

—Claro. No quise decir lo contrario. —traté de buscar las palabras— Tu, Laura..., el mismo Jasón o Jordan, yo... cualquiera. Pero uno. Solo digo que estar todos presionando no le hace bien.

Nadia lo pensó, y asintió.

—Ve hoy, hablaremos con los demás sobre esto —me miró de nuevo un largo rato y se acercó para darme un beso en la mejilla. Tomé la parte trasera del bolsillo de su pantalón, tomando su rostro entre mis manos.

Solo la sostuve y observé su cara.

A veces solo quería tener treinta o cuarenta años, tal vez cincuenta, y ser un millonario, que tiene que disfrutar del dinero que hizo en sus veinte. Así podría besar a la chica que quería cuantas veces quisiera, tocarla cuantas veces quisiera y por todo el tiempo que quisiera sin preocuparme.

Era loco, tener todo lo que en un tiempo no creí merecer.

My Wattpad Love "Growing Up" (Finales Alternativos)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora