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–Señora Lee ¿está segura de que quiere hacer esto? – Le preguntó el jefe de los matones. Obviamente pagado. Por eso tan fiel y formal.

–Nangsu, nadie te preguntó. Tu solo sigue mis ordenes, que para eso te pagué tanto dinero.

Él se quedó callado. Hace tiempo hubiera matado a esa vieja. Pero los trecientos mil millones de wons que le había pagado no le dejaban. Era cuestión de honor y orgullo.

–Uno de mis hombres ha dicho que el momento en el que ellos están solos es por la mañana, antes de que uno de sus amigos llegue a cuidarlo. Saben que vamos por él.

–Entonces hagamos algo que los haga salir. Si entramos nos verán por las cámaras de seguridad. Hay que esperarles afuera.

–Esta bien, podríamos crear un falso incendio. Hacer que salte la alarma.

–¿Como haces humo falso? Tiene que ser humo de verdad para que salte la alarma. -

–Pues muy fácil, con productos de limpieza y un poco de papel aluminio. – La señora se quedó confundida.

Nangsu le hizo una seña a uno de sus hombres, que claramente significaba "tráeme lo que ya sabes". Y uno de ellos enseguida salió y volvió en cuestión de segundos con un carrito de ruedas con productos encima.

–Mire señora, hay cosas que aquí se aprenden de imprevisto. – Dijo acercándose a el carrito. – Esta es una de ellas.

Empezó a verter lejía, amoníaco y un poco de salfuman en un cubo. Todos productos con los que limpias tu baño. Y luego cogió el papel aluminio e hizo una bola con un gran pedazo. Un de sus hombres se acercó a él con una alarma de incendios conectada pero solo a la corriente.

–Si mezcla productos como estos en un cubo. – Señalo este. – Y le tira una bola de papel aluminio a la mezcla. – Tiró la bola de papel aluminio a esta y empezó a salir humo del cubo. Sin fuego. La alarma sonó enseguida que detecto dicho humo. – Puede hacer humo de verdad sin necesidad de quemar nada. Sin rastros, sin huellas, sin complicaciones. – Dijo este simplemente.

La señora estaba sorprendida, sin duda. Y le parecía perfecto.

–Perfecto, entonces. Mañana es el día.

–Entendido señora. – Y se fue, seguido por sus hombres.

La señora Lee, o bueno, viuda de Lee. No mucha gente sabía esto último.

Después de huir aquel día de su casa cuando mando a Minho al hospital se sintió libre.

Pero a la vez se sintió acorralada.

Era prófuga de la justicia.

Dependiendo del estado de salud de Minho, se le podían declarar varios cargos. Había tenido que gastar parte del dinero que se había llevado de aquella casa, todo de su ex marido, para comprase una identidad falsa en el mercado negro. Señora Jul Sungyo, era su nombre ahora. Nadie más que Nangsu sabía su nombre real y su historia.

Ella era viuda del señor Lee, ya que se casaron antes de que este muriera, por cáncer, para que los niños se quedaran legalmente con ella, pero no era la verdadera madre de los hijos del señor Lee. Solo había aceptado cuidarlos.

Era el último deseo del señor Lee, que su mayor apoyo cuidara de sus preciados hijos. Pero con el tiempo fue creando una tolerancia cero a los críos. Con el tiempo empezó a odiar cada cosa que hacían o decían. Los odiaba realmente.

Al enterase de que Minho parecía ser atraído por los hombres, lo tomó como excusa para liberar su odio a través de los golpes.

No se esperaba que la cosa acabara así, con ella en la calle. Pero tampoco se quejaba. Ahora ya no tenía que aguantarlos y podía hacer lo que se le da la gana, sin tener que preocuparse al final del día de que unos críos insoportables, según ella, la esperaban en casa.

Un mes después de su huida decidió meterse en negocios ilícitos. Necesitaba dinero y esta era la manera más rápida de conseguirlo.

Se puso a trabajar en un burdel, aparentemente era un antro de noche, pero tenía otros servicios más.

Servicios en los que se incluía la trata de blancas y la prostitución de menores de edad secuestradas y forzadas a ello.

Varios meses después fue nombrada dueña del burdel. Se había ganado la confianza del dueño y al decidir retirase, la dejó a cargo a ella.

Expandió el negocio a tráfico de drogas local. Compraba mercancía, la refinaba y obligaba a las niñas del prostíbulo a venderlas a sus clientes.

Le había ido tan bien en tan poco tiempo, que ya tenía suficiente dinero para vivir cómodamente bien el resto de su vida.

Decidió retirarse y ahora solo estaba enfocada en una cosa.

Buscaba venganza.

Ni ella misma sabía por qué quería vengarse, solo sabía que necesitaba ver a Minho sufrir. El hecho de que sea homosexual le daba asco. Lo repugnaba. Para ella era suficiente motivo y no se rendiría hasta lograrlo.

Pero como no iba poder hacerlo sola y tampoco quería ensuciarse mucho las manos, decidió pagar a un grupo de matones para que la ayudaran.

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Advertencia, el truco del humo falso es totalmente verídico. No lo intenten en casa por favor. Gracias.

Se viene lo potente, perdonen si es muy cliché, espero que les guste.

Little Minho - MinsungDonde viven las historias. Descúbrelo ahora