3. Trabajo nuevo

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Capítulo 3
Trabajo nuevo.


Katalina

Falté a muchas clases estas últimas semanas que nos ocupamos del caso de Marina y eso es un verdadero problema, ya que estamos en las últimas semanas de clases y es cuando menos tengo que faltar. Reprobar sería igual a quedarse sin vacaciones, y yo no quiero quedarme sin vacaciones. No no.

Hoy hablé con la mayoría de profesores que pude, solo me falta uno. Debo confesar que temo un poco por él. No es que dé miedo en realidad, sino que es algo estricto y correcto, de esas personas que se apegan bastante a las reglas.

De su persona puedo decir que tiene un porte muy elegante, se ve como alguien mundano, es muy puntual, y cumple con todas esas descripciones de una persona de éxito. Sinceramente yo cuando lo conocí me sentí algo así como muy... ¿abajo?

Poco a poco fui descubriendo que él no tiene nada de otro mundo. Es un treintañero un poco serio, y con serio me refiero a tímido. Creo que si me piden compararlo con alguien, sería con... No puedo creerlo, pero sería con Genaro. Solo que este cae mucho mejor que él.

—Espere, necesito hablar con usted.

Se detiene justo al llegar a la puerta y se gira mientras saca la lista de alumnos de su maleta.

—¿Y usted quién es?

Es el profesor de historia. Es un señor muy elegante en realidad. Es tan elegante que es satisfactorio mirar una persona como él. Es alto, de cabello marrón oscuro con un corte elegante, y en este momento usa un saco marrón combinado con un pantalón del mismo color pero en una tonalidad más suave.

—Rizzo. ¿No se acuerda de mí?

—¿Cómo no acordarme de que usted evade mis clases?

Disimulo un resoplido.

—No las evado, tenía unos problemas y me era imposible asistir a muchas más clases.

—Ahora entiendo por qué algunos maestros se preguntaban por usted.

—Mire, sé que no trabajé mucho estas semanas, pero he intentado recuperarme, incluso tengo el proyecto final y...

—¿Qué quiere?

—¿Puede darme oportunidad de entregarle todo lo que no pude? Por favor, si no, no podré pasar.

Cierra los ojos y frunce los labios, solo volviendo esto más cardíaco para mí.

—Está bien, Rizzo. Si usted me entrega todos los trabajos yo evitaré reprobarla.

Por un segundo siento que me desmayo.

—¡Muchas gracias! —estrecho su mano con fuerza—. Esta misma semana se los entregaré.

—Eso espero.

Qué suerte, no me esperaba eso. Salgo corriendo del salón y paso todo el estacionamiento dando saltos hasta el auto de Jerome. Lo abrazo y le doy unos cuantos besos, pero al instante en que me separo y veo su mejilla con ese golpe... toda la emoción me abandona.

Katalina I y IIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora