36. ¿Realmente es el adiós?

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Capítulo 36
¿Realmente es el adiós?


¿Qué decir de aquella noche que comenzó conmigo a punto de llorar y terminó horas más tarde de lo previsto conmigo sonriendo de oreja a oreja?

Nunca se me cruzó por la mente que Jerome comenzaría a contarme tantas cosas de su vida que me dejarían con más ganas de abrazarlo. Desde mi punto de vista, eso me pareció un gesto de confianza o desahogo. No tengo idea de por qué conmigo, pero logró me que sintiera como una persona estimada por él, además de entender por qué él hizo lo que hizo y de esa mala forma. Jerome es un... inexperto, por Dios, esa noche me lo contó todo con detalles, y lo peor es que nunca lo llegué a imaginar.

Jerome un inexperto en esos temas y el sexo... Según él vio tutoriales y... Bien, eso no tiene nada de malo. Punto para él, que se esmeró tanto en no hacerme pasar un mal momento. Hasta me sentí culpable sabiendo que se tragó completa mi mentira de la «virginidad», por lo que terminé confesándolo y él dijo que siempre lo había sospechado.

Mañana nos iremos de aquí, luego de tantas revelaciones. Quién sabe si después yo llegue a encontrarme con Jerome en algún lado. Traté de encontrármelo por la playa y no funcionó. A quien sí me encontré fue a Rodrigo, el mismo Rodrigo. ¿Otra casualidad del destino? No tanto. Resulta y resalta que él recibió una invitación con otra fecha. No se perdió de mucho, de hecho, ya sabía todo lo que sucedió, solo no quiso desperdiciar el pasaje que ya había pagado.

—¿Ya guardaste todas tus cosas? —se asegura mi mamá.

—Sí. —suspiro.

Es normal que mi cabeza esté repleta de muchos recuerdos, me pone en mal estado de ánimo saber que por un segundo llegué a pensar que algo volvería, no Jerome siendo lo mismo de antes, claro, pero al menos que algo surgiría. Ya sé que no debo tener esas ideas, él ya lo dejó todo claro.

—Tú que eras la más interesada en venir, Katy, estuviste muy desanimada estos días —comenta mi mamá.

—Ya lo sé, tal vez haya sido el cambio de clima.

—Yo creía que era por la boda en sí. —bromea mi papá, luego pellizca suavemente mi cachete—. Hace rato vi a Mateo con Matilde, iban saliendo de un restaurante.

—¿De verdad los viste? —inquiere mi ella incrédula.

—Sí.

La relación que hay entre esos dos no está muy clara, nadie sabe si están bien o mal, pero a juzgar por lo que dice mi papá, parece que todo está bien entre ellos.

Sería algo muy increíble si gracias a todo esto ellos dos vuelven a reconciliarse.

*****

Quise salir a dar una última vuelta, ya siendo tarde, casi las siete. Aún hay gente y muy poco sol, pero eso no es un impedimento para que me pasee por las piscinas con mi traje puesto, lamentándome internamente no haberlo usado para algo útil, como nadar.

Suelto un exhalo, dejo que mi espalda descanse sobre el tronco de una palmera. Enseguida me levanto con un peculiar sonido, muy similar a un aplauso, o arrebatamiento. Me llena de curiosidad voltear. Asomo media cabeza por fuera del tronco.

—Es mi agua. Si quieres un poco, ve y pídele a tus amigos grandotes. Si es que tienen.

Argumenta un chico rubio a una chica también rubia, muy parecida a él.

—Qué fastidioso eres —gruñe ella—. Papá, míralo.

Oh, Jerome...

—No peleen —pide él—. Tengan un momento de paz, al menos aquí...

Katalina I y IIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora