11. El año nuevo

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Capítulo 11
El año nuevo.


Giro en la cama intentando cubrir mis orejas con la almohada para no escuchar esa melodía que me despierta, es la misma que ha estado interrumpiendo mis sueños los últimos días. Son Florence y los chicos ensayando para hoy en la noche.

¡Hoy en la noche!

Salto de la cama al recordarlo todo: es hoy. Antes que nada le contesto un mensaje a Katalina, anoche estaba por contarle todo esto cuando me quedé dormido. Soy muy malo. Le digo que lo haré más tarde con calma y me voy directo al baño.

No sé cómo es que siempre me confundo y abro el agua fría en lugar de la caliente, sin querer acabo muy despierto.

Ayer, durante la cena, muchos se sorprendieron al ver a Evangeline de regreso y otros me miraron mal, pues pensaban que seguiría con su misma actitud. Yo prefiero verla comiendo en la mesa a no verla porque se la pasa encerrada en su habitación por mi culpa. O eso prefería antes de que me dijera lo de esa mujer. De todas formas ya estaba en sus planes volver, apenas capto que solo hacía su drama.

¿Quién será esa tal Charlotte? No recuerdo nada de ella, ni siquiera recuerdo que la mencionaran. El recuerdo más marcado que tengo de mis ocho años es de cuando encontré a Marcus y su novia en su habitación rompiendo todas las reglas posibles. Esa vez se asustó tanto que hizo un trato conmigo para que no le dijera nada a mi madre a cambio de lo que yo pidiera. Yo acepté a pesar de que en mis planes no estaba decirle a mi madre lo que había visto.

La música dejó de sonar, quiere decir que el desayuno ya está listo, debo darme prisa y bajar cuanto antes.

*****

Katalina

Ayer hablaba con Jerome, fue una plática tan amena donde me contó muchas cosas; pero por más larga que fue, me pareció que faltaron algunas cosas y hasta ahora no he recibido ningún mensaje de su parte.

Es por eso que ahora estoy odiando esto llamado distancia. La diferencia de horario no es la más exagerada, pero está siendo un dolor de cabeza. No imagino cómo estaría yo si Jerome viviera allá.

Afortunadamente solo son unos días. Días que yo siento como una eternidad, más que nada porque me la he pasado dentro de mi habitación. Lo único que me distrae son las conversaciones que mantengo con Reyna todos los días.

—Estaba por llamarte —me dice tan solo contesta.

—¿Qué haces?

—Tomando el sol.

—¿En tu casa?

—No, en casa de un familiar... —bufa—. Está muy aburrido.

—Lo sé, jamás pensé que me aburriría tanto de las vacaciones.

—Tal vez no son las vacaciones en sí lo que hacen aburrido esto.

—¿No hablar con Antoine será?

—Sí, eso es. —suelta una risa—. Es distinto, no hablamos tan seguido, no puedo llamarlo por las noches porque se duerme ni tampoco por las mañanas porque tiene que ensayar.

—¿Ensayar?

—Me dijo que ensaya con sus primos para tocar.

—¿Como una banda?

—Algo así. Él toca el acordeón.

Ya estaba pensando que había creado una banda de rock para impresionar a Reyna.

—No me lo imaginaba. Jerome me habló, pero de una fiesta.

—Ellos tocarán en esa fiesta.

Reyna habla más con Antoine de lo que yo hablo con Jerome.

Katalina I y IIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora