2. Mateo, el tío caliente

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Capítulo 2
Mateo, el tío caliente.

Katalina

No quisiera generalizar y decir que todos los hombres son iguales, porque no lo son y tengo pruebas. Mi prueba de llama: tan tan tan... Mateo.

Mateo es el mejor amigo de mi papá desde hace ya un par de décadas, incluso es considerado como parte de la familia por todos. Excepto por mí. Es imposible que yo lo vea como un tío, para mí siempre será el guapísimo amigo de mi padre. Además de que no tenemos ninguna maravillosa relación de tío y sobrina, simplemente aparezco cuando él viene, siempre me saluda y a veces llega a platicarme una que otra cosita.

Parece que al fin le quedó claro a Reyna el por qué me encanta. O eso espero. Está boquiabierta, pero por favor, para ella nunca ha sido un secreto que yo tengo una inclinación hacia ciertos hombres en específico.

—Katy...

—No me digas que es raro —ruego.

—Lo que lo vuelve raro es que, pues, básicamente te conoce desde que naciste. A mí en ningún momento se me pasaría por la cabeza enamorarme del amigo de mi papá. Primero que nada, porque no lo tengo.

—Pero si lo tuvieras no lo harías, ¿y sabes por qué? Porque el amigo de tu padre no sería Mateo —apunto—. Mateo es perfecto.

—Ay... —suelta una risa, pasándose una mano por la frente—. ¿Y qué tiene ese Mateo de especial?

—Todo.

Reyna tuerce el gesto, espero que lo haya entendido. Mateo es perfecto y listo, no hay más que agregar.

—El otro día mi mamá veía una novela, y casualmente la chica estaba enamorada de su tío, pero real, así que se lo dijo y él la rechazó.

—Mateo no es el tío de la novela de tu mamá.

—No, pero eso mismo te sucederá a ti si lo haces —advierte ella, enredando sus dedos en mi cabello y jugando con él—. También deberías ponerte en su lugar, ¿qué pensaría al saber que la niña que conoce desde que nació esta loca por él?

—¿Y si es diferente? —sonrío.

—Mejor que sea un simple amor platónico... Porque no piensas decírselo, ¿verdad? —levanta una ceja, casi me insta sí o sí a contestar que no.

En ningún momento de mi vida me he planteado decírselo, no me imagino su reacción, pero tendría que ser muy educado al decirme lo que piensa, él así es.

Admito que él no es un hombre que un día pueda llegar con una chica de diecisiete años como su novia. Su exesposa, porque está antojablemente divorciado, es de su edad. También tiene un hijo… de mi edad. A este último no lo veo de hace años, y no me dan ganas de hacerlo, verlo es como presenciar todo el fruto de su amor salvaje y desenfrenado. Martin en la perfecta combinación de Mateo y Matilde.

—... Y eso sucedería si le dices que te gusta.

—¿Perdón? —cierro mis ojos, me quedé perdida en esa gargantilla de pompones rojos que trae.

Apenas abre su boca para explicarlo de nuevo cuando su celular suena justo en su mano. Es el tono de sus mensajes.

—Ya viene mi hermano... —bufa—. ¿Quieres verlo? —curva sus labios. No hago ningún gesto de asco, aunque eso siento por dentro.

—No.

—Perdón por lo que pasó cuando fuiste a casa... Si no está mi mamá, está él, y no sé qué es peor.

Katalina I y IIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora