Capitulo 15

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No puedo mantener mis ojos abiertos, mi cabeza ya cuelga hacia delante y la sangre que he perdido es una barbaridad.

Oigo a alguien entrar, ni me preocupo en visualizar quién es, debe de ser otro de los matones de mi madre para que venga a darme otra paliza o simplemente a reirse de mi estado.

- Venga niñita, hoy es el dia.

¿El dia? ¿De qué?

Siento como se sube a una silla y corta la cuerda que me ha estado sujetando todas estas horas. El impcto contra el suelo es fuerte, pero el mayor dolor es en mi costado dónde aún tengo la daga clavada. No soy capaz de moverme por mi sola, me pesa demasiado el cuerpo.

El matón me coje por debajo de los brazos y me lleva a rastras hasta una especie de aseo. Allí logro ver a una chica de pelo por arriba de los hombros castaño. El tipo me tira con descuido al suelo y otro latigazo de dolor me atraviesa las costillas. La morena se acerca al instante.

- Ven, te ayudaré.

Me sienta en el suelo y me comienza a quitar la ropa que llevo puesta.

- N-No porfavor...
- Digo débilmente.

- Tranquila, no te haré nada, sólo necesito sacarte esta ropa sucia y ponerte algo limpio. Es lo que la señora me ha ordenado que haga.

Dejo que acabe de quitarme el resto de las prendas hasta dejarme en ropa interior. Me viste una especie de camiseta de tirantes de color crema que me llega hasta arriba de las rodillas, ni siquiera se esmera en limpiar la sangre seca o desinfectar la herida, nada, mira por un momento la daga pero continúa como si nada.

Una vez acaba de vestirme y peinarme me lleva hasta la puerta dónde me esperan los dos matones que me han estado golpeando hasta dejarme inconsciente todo este tiempo.

Me coje cada uno por un brazo y me arrastran hasta fuera, una especie de prado rodeado por el bosque.

Aún agarrada por ellos veo a mi madre acercarse con un vestido blanco ajustado a su cuerpo y un gran chaquetón del mismo color.

Una vez delante de mi me acaricia la cara con dos dedos.

- Mi pequeña, hoy podrás descansar. Recuerda que gracias a lo que voy a hacer me podré salvar, lo haces por mi.

Si tuviera fuerzas le responderia la mayor groseria que se me ocurre pero estoy demasiado herida, solo le dedico una mirada cargada de asco.

- No me mires así, te haré un favor.

- Pu-Pudrete.

Me hace una mueca y mira mi cuerpo ensangrentado.

- No me gusta tu actitud, y esa daga esta por debajo de la ropa... Vamos a ponerla en su sitio.

No me da tiempo a reaccionar cuando sin cuidado alguno me mete la mano por debajo de la camiseta y saca la daga, el dolor es insoportable, pero lo hace más cuando vuelve a clavarla justo en el mismo sitio que antes, esta vez por encima de la ropa.

Mis lágrimas se hacen presente pero en ningún momento le imploro piedad ni le ruego, solo la miro a los ojos mientras tiemblo debido al frío y el dolor.

- Te voy a poner una cosita para que mueras un poco más guapa, ahora mismo tienes una cara de zombie increible.

Se gira y la chica que antes me ha ayudado a vestirme le pasa una corona de flores de todos colores.

La dirije hacia mi cabeza y la pone encima de ella.

- ¿Lo ves? Mucho mejor.

Los dos hombres vuelven a arrastrarme un par de metros hasta quedar en el centro del prado, una vez allí me dejan caer como si fuera un saco de patatas.

La Última LunaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora