Alice es una chica inteligente quién siempre ha mantenido un bajo perfil en su vida social. Se cambia de escuela obligada por su hermano mayor tras el acoso que sufría ahí. Tan acostumbrada a estos tratos por parte de los estudiantes, no le sorprend...
Al llegar a mi salón, me llamo la atención ver en esquina un grupo de estudiantes al rededor de una chica la cual estaba llorando mientras la trataban de consolar.
— ¿Qué le sucedió? —me acerqué a Ni-ki quién no parecía sorprendido ante la escena.
— Pasa al menos una vez al mes, siempre es culpa de Jake —suspiró y me giré a verlo frunciendo el ceño repentinamente.
— ¿Jake?
— Rechazo a la chica. Por alguna razón, todas terminan llorando —explicó, sonriendo a medias como si tal cosa ya comenzará a parecerle cómico.
— ¿Suele hacerlo? —repetí, sintiéndome mal por la chica.
— Siempre, Alice. Te lo dije, no es un chico de relaciones.
Me quedé en silencio ante su respuesta, observando a la chica limpiar sus lágrimas mientras una de sus amigas sobaba sus hombros. La chica notó mi mirada y rápidamente frunció el ceño, haciéndome mirar a otro lado cohibida.
El día paso rápido y me fui al pasillo para guardar algunos libros en mi casillero. Cuando lo cerré me encontré con la cara de Jake al frente.
— ¿Quieres venir a mi casa?
— ¿Hoy... ? —pregunté, algo sorprendida por su repentina aparición.
— Sí.
— Oh, uhm no puedo... Tengo que hacer mi tarea —susurré.
— ¿La de álgebra? Yo te la hago. —Sonrió y abrí la boca aún más sorprendida.
— Pero... —Vamos, sera divertido.
Quise resistirme, pero simplemente no pude.
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Narra Jake
— ¡Alice! ¡Qué bueno verte! — Mi madre la abrazó y está le sonrío algo cohibida—. ¿Qué te trae por aquí? —inquirió y me entrometí, mirando a mamá con una mueca.
— La invite a casa, cuando se vaya puedes interrogarla —contesté y me apresuré a tomar a Alice de la mano para llevarla a mi cuarto.
Al entrar esta fue directo a sentarse a mi cama dejando su mochila de lado.
— Estoy tan cansada... La escuela va a terminar acabando conmigo —suspiró, pasando una mano por su cabello.
— Acuéstate en mi cama, igualmente, no sería la primera vez que lo haces. —Sonreí y esta se acostó asintiendo lentamente.
Dejé mi mochila en la entrada y cerrando la puerta detrás, me dirigí hacía ella, acostándome a su lado.
— ¿Cómo te has sentido? —preguntó evadiendo mi mirada como lo solía hacer.