Alice es una chica inteligente quién siempre ha mantenido un bajo perfil en su vida social. Se cambia de escuela obligada por su hermano mayor tras el acoso que sufría ahí. Tan acostumbrada a estos tratos por parte de los estudiantes, no le sorprend...
Jake nos había invitado a su casa en la gran ciudad por las fiestas y por obvias razones, todos habíamos aceptado gustosamente.
Se podría decir que ahora estábamos andando. Pasaba metido en mi casa y salíamos a todos los lados juntos. Como era de esperarse, Heeseung se enteró del beso e hizo el espectáculo del año. Sin mencionar el hecho de que estaba bajo los efectos del alcohol cuando se enteró y dejó el living de la casa casi destruido.
Su enojo solo duro hasta que me saco de mis casillas completamente. Le dije que estaba harta de su comportamiento y que no podía impedirme vivir la vida.
Comprendía que me quería, que se preocupa por mí debido a que era su hermana menor, por todo lo que había pasado y era lo único que tenía, pero no podía usar esas excusas para todo.
¿Como se suponía que iba a conseguir la experiencia y madurez que necesitaba si no quería que experimentara nada? Tenía que pasar por el sufrimiento y la alegría de alguna forma u otra y él no iba a poder evitarlo. Era parte de vivir.
Esta vez, fui yo la que estuvo una semana enojada con él. Y cuando yo me enojaba, a diferencia de Heeseung, lo hacía en serio. Por ende no paso mucho para que interrumpiera en mi habitación con la intención de venir a disculparse conmigo casi llorando y prometiendo que no volvería a enojarse por Jake.
Eso me tranquilizo, por que sabia que cuando mi hermano prometía algo, lo hacía de corazón.
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Narra Jake
Los chicos entraron como verdaderos animales a mi casa, a excepción de Alice quién se quedo mirando con una expresión de encanto las decoraciones navideñas que decoraban la fachada de esta.
— ¿Planeas quedarte afuera hasta congelarte? —Llamé su atención, sonriendo entretenido.
Alice dió un pequeño sacudido ante el llamado de atención y me devolvió la sonrisa, corriendo hasta donde me encontraba.
— ¡Esto parece la casa de santa! Es como esas películas navideñas... —señaló alegre y asentí, tomando de su mano con suavidad, entrándola a casa conmigo.
Los chicos se acomodaron en el living, mientras mi madre aparecía por el pasillo con una sonrisa cálida.
— ¿Les ofrezco chocolate caliente? —ofreció, a lo que todos los chicos asintieron energéticamente. Si algo sabían yo y ellos de madre, era que toda la comida que preparaba le quedaba exquisita. La comida casera de ella era mejor que cualquier restaurante de lujo.
Alice se sentó en el sofá y aproveché el espacio a su lado para hacerlo yo también.
— Me alegra que aceptaras venir... —hablé y ella negó, apoyando su cabeza en mi hombro.
