Capitulo 8: Nerviosa.

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—Se está poniendo oscuro—Brooklyn dijo mirando afuera en el cielo oscuro antes de mirar a su Casio de oro en su muñeca

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—Se está poniendo oscuro—Brooklyn dijo mirando afuera en el cielo oscuro antes de mirar a su Casio de oro en su muñeca.

—¿Qué hora es?—Le pregunté, a punto de salir.

—20:00–Ella informó.

Ni puedo creer que hemos estado hablando aquí por más de dos horas. Para ser honesto, no he tenido un mal momento. Brooklyn es una persona agradable para pasar el rato cuando no se decide a ser entrometida, por supuesto.

—Yo debería regresar a casa—Me puse de pie, recogiendo mis cosas. No es como si tuviera un toque de queda e incluso si lo tuviera todavía es temprano, pero mi mamá está probablemente en casa ya y ella necesita mi ayuda con mis hermanos.

La temperatura había bajado considerablemente, así que subí la cremallera de mi chaqueta hacia arriba. Brooklyn tiene un pañuelo negro en su bolso y se la ató holgadamente alrededor de su cuello.

—Bueno, supongo que te veré el lunes—Dije torpemente, sosteniendo la correa de la guitarra en el hombro con una mano mientras la otra estaba dentro del bolsillo de mis jeans.

—¿Vas a tomar el metro con todo eso encima de ti?—Me preguntó señalando mis maletas con sus manos con una mirada de incredulidad.

—Yo quería ir volando, pero olvidé mi traje de Iron Man en casa—Me reí sarcásticamente causando que ella se pusiera a reír lindamente. Espera, ¿qué? Olvida que dije eso. La palabra lindo no está en mi vocabulario.

—Eres tan tonto—Ella golpeó mi brazo juguetonamente sin dejar de reír.

Por un momento, nuestro ojos se encontraron y su sonrisa se desvaneció, dejando los labios entreabiertos. Me encontré mirándolos fijamente hasta que ella habló separándonos a los dos de la mirada.

—Te podría dar un paseo, ya sabes. Yo vivo a sólo un par de cuadras de aquí—Ella señaló con el dedo detrás de ella una gran avenida donde las luces de colores de las tiendas y restaurantes ya estaban encendidas, dando a la ciudad un ambiente animado.

—No, está bien. No me importa ir en metro—Le dije, ya a pie de la estación más cercana. Probablemente me tome 45 minutos para llegar a casa. Me quejé por dentro al pensar en eso.

—No me importa llevarte. Soy una especie de grande en tu barrio—Ella rompió una sonrisa irónica, que me hizo reír.

—¿Estas segura?—Le pregunté, levantando una ceja.

—Hmm—Murmuró, curvando sus labios en su boca.—Por supuesto—Ella me llevo a través de la larga avenida. Me sentí fuera de lugar, como si nunca podría pertenece a una zona como esta.

—Debe ser muy bueno vivir aquí ¿eh?—Le pregunte para hacer un poco de conversación.

—No está mal. Me gusta—Ella se encogió de hombros.—Pero apuesto que no es ni la mitad de emocionante como tu calle—Ella me miró, pero volvió la mirada antes de que algo como lo que pasó antes pudiera repetirse.

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