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El próximo lunes en la escuela Hwasa no parecía poder dejar el tema de la noche del viernes.
¿Por qué Jungkook y tú desaparecieron por tanto tiempo? ¿A dónde fuiste? ¿Por qué viniste tan nervioso cuando volvisteis? ¡Oh Dios mío, totalmente lo hicieron en su coche! ¡Eres mi heroína!
Su efusividad fue incesante desde el momento en que nos encontramos en nuestras taquillas hasta que la campana para el primer periodo sonó. Por supuesto, no había respondido a ninguna de sus preguntas, aunque apostaba a que mi expresión avergonzada había hablado en mi nombre.
Una pequeña parte de mí quería decirle a Hwasa todo lo que había pasado en mi haciéndolo en el asiento trasero del coche de Jungkook, sintiendo las ruedas rebotando hacia arriba y hacia abajo -¡que en realidad estaban rebotado! -y lo increíble que había sido y el calor que hacía, pero al mismo tiempo, había sido un momento de intimidad entre Jungkook y yo. Me sentía mal hablando a la gente acerca de él, especialmente cuando yo había sido la que insistió en que quería hacer el amor con Jungkook para que pudiera olvidarse de las muchas cosas que pasaban acerca de su vida en ese momento. Sólo quería mantener esa noche para mí misma, encerrada en el pequeño cuadro titulado "La mayoría de momentos increíbles de mi vida."
Como era de esperar, Hwasa no se dio por vencida en su búsqueda de los chismes, al menos no hasta que alguien llamó mi nombre. Me di la vuelta para encontrarme con un par de ojos azules claros y una mata de pelo marrón. Inmediatamente reconocí a Caleb.
—Eres Brooklyn, ¿verdad? —Preguntó vacilante cuando no respondí al principio.
—Sí—Le dije rápidamente, sonriendo.
Hwasa me dio un pequeño saludo y su mirada de -nos-vemos-en-clase antes de ir pavoneándose por el pasillo. La segunda campana sonaría en cualquier momento, y si Caleb no era rápido hablando del por qué estaba aquí, ambos llegaríamos tarde a clase.
—Sólo quería preguntarte si sabes algo de Rosé—Él dijo, retorciendo sus manos alrededor de las correas de su mochila con nerviosismo. —La he estado llamando y enviando mensajes de texto toda la semana, pero ella no ha respondido.
Me mordí el interior de mi mejilla. Caleb parecía verdaderamente preocupado, con los ojos muy abiertos por la preocupación, y la boca y la nariz arrugada. Sin embargo, no podía explicarle todo. No estaba en mi lugar para decir nada. Esto me estaba dando un tema para cuando viera a Rosé más tarde, con la esperanza de obtener una reacción fuera de ella.
—Está bien. De hecho, probablemente voy a verla esta tarde. Voy a hacerle saber que preguntaste para ella—Le aseguré, si eso podría contar como garantía.
Caleb me miró inseguro, frunciendo ligeramente el ceño. Pero la segunda campana sonó y él sabía que no tenía más tiempo.
—Sólo dile que realmente quiero volver a verla—Con una sonrisa forzada me dio las gracias y se fue para su clase.
