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Batí mi propio récord, llegando en menos de 20 minutos a la calle de Jungkook. Tal vez había superado el límite de velocidad un par de veces y me salté unos cuantos semáforos en rojo, pero estaba tan nerviosa y ansiosa por verlo que desobedecer las normas de tráfico era la menor de mis preocupaciones ahora.
Tomé un respiro profundo antes de parar mi Audi, que había conseguido aparcar con éxito entre una furgoneta granate y un coche de policía de Nueva York. Es cierto que me había preocupado al ver el coche de policía, pero me relajé cuando vi a los dos policías caminar hacia un restaurante. Supongo que había estado preocupada de que Jungkook se hubiera metido en problemas. Otra vez.
Como siempre, la puerta del edificio estaba abierta (no creo que tuviera una cerradura), así que pasé al antiguo vestíbulo —si se le puede llamar así. La pintura en las paredes estaba desguazada y la humedad manchaba en forma de círculos la superficie. Ni siquiera había un cuidador. De hecho, no había nada excepto los buzones de los vecinos, colgando de una de las paredes, aunque algunos de ellos les faltaban sus puertas o estaban abiertos. La cosa era que el resto del edificio, incluso la fachada no se veía igual de mal. Sólo había visto el apartamento familiar de Jungkook, y era agradable y acogedor.
Hice mi camino por las escaleras lentamente, pensando sobre qué exactamente iba a decirle cuando abriera la puerta. Hola, te colgué, te ignoré durante días y te llamé monstruo, pero lo siento. Parecía la definición de patético. Sé que no debería haberme molestado en tratar de ensayar un discurso porque siempre terminaba olvidando todo.
Cuando recuperé el aliento —nunca me acostumbraría al increíble esfuerzo físico que ejercía al subir seis pisos de escaleras— pensé acerca de cuán orgullosa Hwasa estaría de mí si estuviera aquí. Durante toda la semana me había sentido como que estaba más del lado de Jungkook que del mío, y ella supuestamente es mi mejor amiga. Ella me había afirmado que lo que había hecho no era gran cosa, pero no había conocido a Michael personalmente —no tenía un hermano que había visto morir a su mejor amigo. Además de eso, al menos Namjoon le había dicho antes de que ella se enterara de alguna otra manera. Por supuesto se alteró por el asunto, pero en sus propias palabras, "el pasado es el pasado y ahora es ahora". Supongo que tenía razón. Jungkook había cambiado, y lo que realmente me molestó más fue que él me hubiera estado escondiendo algo tan grande. Me hizo preguntarme a qué más estaba ajena.
Cuando llegué a la puerta de entrada de Jungkook, estaba jadeando de tanto ejercicio y los nervios me estaban carcomiendo las entrañas. ¿Qué pasa si me decía que me perdiera? ¿Qué pasa si no quería estar en una relación con una chica emocional ya? Empujé las preguntas sin sentido a la parte trasera de mi mente, encerrándolas en la sección 'Cosas por las que debería dejar de preocuparme'.
Mis manos estaban sudando cuando la levanté para picar a la puerta —o debería tocar el timbre. Yo misma me reprendí por ser tan estúpida. Después de limpiar mis manos en mi chaqueta, presioné el botón blanco del marco de la puerta con un dedo tembloroso. Un zumbido molesto se quedó en el aire más tiempo del que debería, mezclándose con pasos apurados de alguien.
¿Era Jungkook? ¿Había estado esperando por mí?
—Tú—Una voz dijo en un tono entre acusatorio y entusiasmado en cuanto la puerta estaba abierta. Por supuesto, era Rosé. Se quedó allí observándome como si tuviera una secreta razón para estar allí que ella quería conocer. —¿Tomaste tu dulce tiempo para a venir aquí?
Fruncí el ceño por su comentario, pero antes de que pudiera preguntar lo que quiso decir -¿supo acerca de los problemas entre Jungkook y yo? Era Rosé de quien hablábamos, ella sabía todo- habló otra vez.
—Jungkook está en su habitación, probablemente llorando o pensando en maneras de acabar con su vida—Dijo como si eso fuera lo que cualquiera estaría haciendo en su habitación en un día normal.
