Capítulo 10 "Falsas Caricias"

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"Mi dulce princesa, luz de mi oscuridad, hoy me has demostrado que puedo confiar en ti, has pasado está prueba y puedes estar segura de que te será compensado, estaremos juntos por siempre amor mío y está vez nadie nos separará"

Había parqueado el auto frente al internado, era muy tarde y el cansancio estaba dominándolo, subió hasta la oficina para beber un trago y firmar unos documentos antes de irse a dormir.

—Te dije que no la tocaras, —Reprochó Lucifer apareciendo en el lugar—, solo debías llevarla a cenar.

—Joder Lucifer, no me salgas con reproches estúpidos, —Lo encaró—, me dijiste que la conquista, ¿qué diablos esperabas que hiciera?, —Lo cuestionó dejándolo en silencio por unos segundos—.

—Quiero que olvides el plan, —Ordenó—, no vuelvas a acercarte a ella más de lo necesario.

—Como quieras, —Se encogió de hombros—.

—Alessandra ha pasado la prueba, ya no necesito de tus servicios.

—¿Estás seguro de qué la ha pasado?, —Puso en duda buscando molestarlo—.

—Te ha rechazado, supongo que eso responde tu pregunta, —Le guiñó un ojo divertido mientras se servía un trago—.

—Pues sí, me ha rechazado, me pregunto si haría lo mismo con tu hijo Alessandro, —Volvió a molestarlo haciendo que quebrara la copa de cristal con sus propias manos y aunque se lastimó en el proceso, sus heridas no tardaron en cerrarse—.

—No vuelvas a mencionar el nombre de ese traidor aquí, —Le soltó enojado acercándose a él y tomándolo por las solapas del traje—.

—¿Qué pasa Lucifer?, —Siguió provocándolo—, pensé que estabas seguro del amor de Alessandra.

—No caeré en tu juego Reth, —Suavizó su agarre y le arregló el traje—, solo una cosa más, recuerda que quién ríe de último, ríe mejor, —Dijo antes de desaparecer, Lucifer sabía muy bien quién era Astrid y el motivo que tenía para estar ahí, y aunque en un principio pensó en decírselo todo a Reth, la osadía y mala actitud del mismo lo llevó a guardar silencio—.

Eran casi las dos de la madrugada y Becca seguía viendo con dirección a la puerta, tenía la esperanza de que Mirt apareciera,  ya se les había hecho costumbre  dormir juntos todas las noches.

Escuchó la puerta de la habitación abrirse y una sonrisa se dibujó en su rostro al ver a Mirt entrar y acercarse hasta su cama, lo envolvió en sus brazos y plantó un beso en sus labios.

—Pensé que no vendrías, —Subió sus manos hasta su rostro—.

—No exageres Becca, he tenido cosas que hacer.

—Entiendo mi amor, —Volvió a abrazarlo sintiendo un perfume que no era el suyo en su ropa—.

—¿Dónde estabas Mirt?, —Preguntó y pronto un nudo se formó en su garganta al ver el moretón que tenía en su cuello—.

—¿Estuve calificando algunas tareas, —Mintió—, por eso he tardado.

—¿Tareas?, ¿de qué?, —Continuó con las preguntas—.

—¿Qué es esto Becca?, ¿un interrogatorio?, porque si es así prefiero irme, —Se levantó con la intención de irse, pero ella lo detuvo —.

—No Mirt, —Lo tomó de la mano—, lo siento, —Se disculpó—, no quise incomodarte.

—Estoy cansado Becca, solo quiero dormir, —Respondió indiferente sacándose la ropa y acostándose a su lado, apagó la luz de la lámpara dándole la espalda a Becca y fingió dormir—.

Se abrazó a él tragándose las lágrimas que pugnaban por salir y trató de dormir, aunque no pudo, su indiferencia le dolía al igual que su traición, hace días ya que sospechaba que la engañaba, su actitud hacia ella había cambiado mucho, ya no la llenaba de detalles como lo hacía antes ni usaba aquellas palabras dulces que tanto le gustaban.

La escuchó sollozar, sabía que estaba llorando, había conseguido su objetivo, fue él mismo quien le pidió a Rachel que dejara aquel morado en su cuello, estaba seguro de que eso la pondría mal, pasó un tiempo antes de que ella conciliara el sueño, estaba tan abrazada a él que le costó un poco poder girarse, pasó las manos por su rostro, sus mejillas estaban húmedas y aun dormida sus hipidos no paraban, le estaba haciendo daño, mucho daño, aunque para él eso no era suficiente, necesitaba que sufriera más, como lo hizo su hermana, ella debía tener el mismo fin, solo así su padre podía sentir el dolor que él había sentido al perder al único familiar que tenía vivo.

La mañana los sorprendió con el sol dándoles de lleno en el rostro, pero fueron las caricias de Mirt  las que terminaron de despertarla, caricias falsas que él disfrazaba como muestra de un cariño que él para nada sentía, él solamente buscaba seguirla enredando en su juego.

—Mirt, —Susurró sobre su boca al sentir que el orgasmo invadía su cuerpo, y se aferró a él para que la besara, buscando en vano olvidarse de todo el dolor que Mirt estaba ocasionándole, ese hombre sería su perdición—.

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Mirt "Amor, Dolor y Traición" Cap. 3Donde viven las historias. Descúbrelo ahora