CAPÍTULO 49: NECESIDAD DE AYUDA

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—¡¿CÓMO ES POSIBLE?!— gritó sorprendida la chica. —¿Y recién ahora te enteras? ¿Te harás responsable? ¿Cómo se llama tu hijo?— la fulminó con la mirada.

—Tranquila, Momo— respondió Izuku, intentando calmarla. —Lo primero, no sabría explicártelo. Y sí, hoy me entero, y sí, me haré responsable— dijo sonriendo a su amiga.

—Te creeré...— dijo Yaoyorozu, entrecerrando los ojos.

—A lo que vine... quería preguntarte... si... ¿sabes cómo pasó?— al terminar la frase, un bate de metal golpeó la cabeza del chico, haciéndolo tambalear.

—Imbécil... ¿por qué preguntas esas cosas? ¿Acaso no sabes?— le espetó Yaoyorozu, visiblemente molesta.

—Sí sé cómo pasó, no soy un niño... a lo que me refería es si sabes con quién fue...— dijo Izuku, sobándose la cabeza.

—¡¿NO SABES CON QUIÉN FUE?!— exclamó alarmada la heroína.

—No— respondió Izuku, frunciendo el ceño.

—¿Y si tienes alguna enfermedad?— preguntó Yaoyorozu, con una mezcla de preocupación y miedo en su voz.

—No lo creo... tú tranquila. Solo quiero saber si, aquel día, cuando me encontraste ebrio, pasé la noche con alguien— explicó Izuku, tratando de calmarla.

—Ahora que lo mencionas, le pagaste a una mujer mucho dinero— recordó Yaoyorozu, con un tono serio.

—A lo que me rebajé... espero que esto no lo sepa la prensa... me van a fulminar— dijo Izuku, preocupado por las posibles repercusiones.

—Por supuesto que voy a ocultar el secreto— aseguró Yaoyorozu con firmeza.

—Gracias, Momo— respondió Izuku, aliviado.

—Sí, pero... no solo fue una vez que la hayas visitado...— dijo Yaoyorozu, con un tono grave.

—Ay, no...— exclamó Izuku, su rostro lleno de alarma y sorpresa negativa mientras se tomaba la cabeza con las manos.

—Sí, así es— confirmó ella, cruzándose de brazos con una expresión seria.


  En el tranquilo campo de la U.A., el sol brillaba con suavidad sobre la vasta extensión de verde, creando un ambiente sereno y apacible. Frente a ellos se extendía una laguna, cuyas aguas tranquilas reflejaban el cielo despejado, salpicado de nubes blancas que flotaban lentamente. Alrededor de la laguna, un prado de hierba perfectamente cortada se extendía en un suave declive hacia el agua, dando la impresión de un tapiz natural que enmarcaba el paisaje.

Los árboles que bordeaban la laguna eran altos y robustos, con hojas que se mecián suavemente con la brisa. Sus ramas formaban un dosel de sombra parcial sobre el sendero que rodeaba la laguna, ofreciendo refugio del sol sin ocultar completamente la luz. Flores silvestres de colores vivos, como margaritas y lirios, creaban manchas de color en el suelo y en el borde del agua, añadiendo un toque de vibrante belleza natural.

La superficie de la laguna estaba salpicada de pequeños nenúfares y plantas acuáticas, sus hojas flotando en el agua clara y verde. En algunos lugares, pequeños peces dorados nadaban en grupos, sus movimientos creando suaves ondulaciones en la superficie del agua. En el centro de la laguna, una pequeña isla con un banco de madera se erguía, invitando a los visitantes a sentarse y disfrutar de la vista.

El aire estaba impregnado de los suaves aromas de la flora circundante, mezclados con el fresco olor del agua. El canto de los pájaros resonaba en el entorno, creando una melodía relajante que acompañaba el suave murmullo del viento entre los árboles.

IZUKU EL MAESTRO (PAUSADA TEMPORALMENTE)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora