CAPÍTULO 56: INSEGURIDAD

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El aire en la habitación era denso, impregnado de emociones no expresadas. Izuku se dejó caer en el suelo, sintiendo el peso de la incertidumbre aplastarlo. Había imaginado este momento innumerables veces, pero nunca de esta manera.

—¿Que seas mi billetera personal? —preguntó Himitsu, su voz entrelazada con sorpresa y desconfianza. Izuku sintió el impulso de reírse, pero la gravedad del momento lo frenó.

—Es... lo que me temía... —susurró, consciente de la mirada inquisitiva del niño.

Himitsu lo observó, su expresión revelando una mezcla de confusión y curiosidad.

—¿De verdad querías ser mi padre? —preguntó, su tono tintineando con una chispa de esperanza.

—Sí... —respondió Izuku, sintiendo la sinceridad brotar de su interior.

—¿No rogarás por eso? —la incredulidad resonaba en su voz.

—No... —la firmeza de Izuku sorprendió incluso a él.

—¿Por qué? —Himitsu lo miraba fijamente, buscando una respuesta que pudiera satisfacerlo.

Izuku inhaló profundamente, el peso de sus decisiones colgando entre ellos.

—Porque no quiero obligarte a nada... —dijo, su voz suave pero llena de determinación. Sintió las pequeñas manos de Himitsu rodearlo, un gesto que comenzó a crear un lazo entre ellos.

—Entonces... te elijo a ti... papá... —dijo el niño, sus ojos iluminándose con una mezcla de emoción y vulnerabilidad.

El corazón de Izuku se detuvo por un instante.

—¿Es en serio? —preguntó, su voz un susurro lleno de esperanza.

Himitsu asintió, la tristeza que antes lo rodeaba empezando a desvanecerse.

—Sí... Lamento haber sido cruel antes... Es que... sentí que no te comprometías a ser mi padre. Parecía que solo lo hacías por responsabilidad. Pero ahora veo... que realmente quieres ser mi padre.

Izuku sintió una oleada de alivio y felicidad. Esa conexión que había anhelado tanto finalmente parecía alcanzable. Se lanzó hacia su hijo, abrazándolo con fuerza, como si pudiera protegerlo del mundo exterior.

—Prometo ser el mejor padre que pueda ser —dijo, la voz entrecortada por la emoción. En ese instante, supo que estaban comenzando un viaje juntos, uno que transformaría sus vidas para siempre.

   En un rincón apartado del gimnasio, Denki se encontraba sumido en su propia burbuja de concentración. El sudor resbalaba por su frente mientras repetía una y otra vez los movimientos que había estado practicando. Su cuerpo se movía con precisión y determinación, cada acción fluía como una coreografía bien ensayada, aunque no había nadie más allí para observarlo.

Con un primer paso, su pie izquierdo se deslizó hacia adelante, cargando su peso en la pierna delantera. Extendió el brazo derecho en un golpe recto, visualizando la resistencia del aire que lo rodeaba. El golpe fue seguido de un rápido giro del torso, aprovechando la inercia para lanzar un gancho desde la cadera. Imaginó que su oponente intentaba esquivarlo, así que se preparó para lo inesperado.

Aprovechando el impulso, giró sobre su talón, cambiando de dirección con gracia, y ejecutó una patada alta que cortó el aire. La pierna se alzó como un rayo, buscando un objetivo imaginario. Al aterrizar, se agachó, anticipando un ataque desde arriba. En un movimiento fluido, se arqueó hacia atrás, simulando esquivar un golpe que nunca llegó, antes de impulsarse hacia adelante con una voltereta.

Recuperando el equilibrio, Denki se enderezó y se posicionó en guardia. Un ataque directo lo obligó a lateralizar, moviéndose hacia un lado en un rápido paso. En su mente, podía ver a su rival, calculando su próximo movimiento. Sin perder tiempo, lanzó una serie de golpes rápidos, una combinación de jabs y cruzados que se sucedían con una cadencia casi musical.

IZUKU EL MAESTRO (PAUSADA TEMPORALMENTE)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora