CAPÍTULO 48: ¿COMO?

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  Una habitación de hospital completamente blanca se extendía a su alrededor, la familiar segunda casa del héroe número uno de Japón. Izuku Midoriya, sentado en una silla junto a la cama, observaba en silencio a su hijo, Himitsu, quien descansaba sobre la camilla. El brazo del joven había sido completamente restaurado, gracias a la intervención de la mejor doctora y compañera heroica de la agencia de Izuku, Recoil, también conocida como Eri.

El ambiente era tranquilo, solo roto por el suave zumbido de las máquinas que monitoreaban a Himitsu. Izuku no podía dejar de pensar en todo lo ocurrido, en la vida que había perdido con su hijo, y en lo que aún estaba por reconstruir. Observaba a Himitsu con una mezcla de tristeza, alivio y esperanza.

—Gracias por venir, Recoil... en serio, no sabes cuánto te lo agradezco —dijo Izuku, dejando escapar un suspiro de alivio mientras observaba a su hijo descansar en la camilla.

—No es nada, es mi deber —respondió Eri con una sonrisa tranquilizadora—. Pero dime... —su expresión cambió a una mezcla de curiosidad y desconcierto—, ¿cómo es que tienes un hijo si nunca has tenido pareja? Nunca mencionaste algo así.

Izuku apartó la mirada, como si el peso de las palabras que iba a pronunciar lo hiciera vacilar por un momento.

—Bueno... técnicamente hubo alguien... pero no fue exactamente lo que piensas —confesó, recordando lo que su hijo había revelado—. Himitsu mencionó que su madre no reconoció al héroe... que estaba pasando por una leve depresión en ese momento... —su voz se apagó, volviendo al pasado con una sensación amarga.

Eri lo miró, claramente sorprendida.

—¿Tú? ¿Depresión? —preguntó, más confusa que antes, buscando una explicación lógica en su mente.

Izuku asintió, aunque con un dejo de incertidumbre. Era un recuerdo que apenas comenzaba a reconstruirse.

—No lo sé con exactitud —dijo Izuku, dejando caer su mirada al suelo—, pero creo que se refiere a las semanas después de un problema que tuve... No la pasé muy bien esos días. —Hizo una pausa, sus palabras pesaban con el eco de un pasado que preferiría olvidar—. Me la pasaba de bar en bar, y no recuerdo mucho de esa etapa de mi vida. Fue... la peor que tuve.

Eri lo observaba en silencio, con una mezcla de sorpresa y preocupación, mientras él continuaba.

—Solo tengo pequeños fragmentos de esos días —agregó, frotándose la frente como si intentar recordar le causara dolor—, pero... creo que sé lo que pasó.

     HACE 16 AÑOS

—¡OiGa SeÑor...! —balbuceaba un vagabundo, tambaleándose mientras agitaba un vaso vacío en su mano—. AqUí NeCeSiTo Un TrAgO.

El barman lo observó con desdén, intentando mantener la calma mientras le quitaba el vaso de las manos.

—Señor, ya ha tenido suficiente —respondió, tratando de poner fin a la situación.

—¡YO LE DIRÉ CUÁNDO HE TENIDO SUFICIENTE! —gritó el hombre, claramente alcoholizado, su voz rebotando por todo el bar—. ¡SoLo DaMe MaS aLcOhOl!

—Tranquilo, cantinero, yo pago... —dijo una voz firme mientras se acercaba a la barra. Una figura se dejó caer en el taburete junto al hombre borracho—. Hasta que por fin te encuentro, idiota... ¿sabes lo preocupado que dejaste a Mineta?

El alcoholizado héroe giró la cabeza lentamente, su mirada vidriosa y desenfocada.

—¿qUiÉn ErEs tÚ? ¿Y pOr QuÉ tIeNeS tAn GrAnDeS LoS pEcHoS? —balbuceó, tambaleándose en su asiento, casi perdiendo el equilibrio.

IZUKU EL MAESTRO (PAUSADA TEMPORALMENTE)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora