CAPÍTULO 67: GRAPE JUICE

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—Joven Togata, joven Midoriya...— dijo Izuku, mirando a Himitsu con seriedad. —Los villanos siempre tendrán la ventaja, nunca lo olviden. Así que tendrán objetivos a cumplir para limitar sus poderes... La batalla será en un edificio con muñecos que harán de rehenes. Apenas reciban una agresión mayor a 60/100, cambiará su color a rojo, significando fractura. No solo deberán atrapar a Grape Juice, sino también proteger a los civiles.—

Tanto Himitsu como Nejire escucharon atentamente mientras Izuku continuaba con su explicación. —Y además de eso... La ambientación será beneficiosa para el villano. Estarán peleando en un edificio. Suerte, los estaré observando.— Izuku terminó con una mirada firme antes de marcharse.

—¡¿Tienes alguna idea de cómo derrotarlo?!— exclamó Togata Nejire, agitando sus manos enérgicamente, su habitual entusiasmo evidente.

—Bueno...— Himitsu reflexionó un momento, mirando a su compañera. —Suponiendo que tiene la ventaja, lo más seguro es que el edificio esté repleto de su cabello. Eso complicará las cosas.— Pausó antes de sonreír. —Pero solo nos queda una opción... y es la lucha cuerpo a cuerpo. Es donde realmente somos fuertes. Si tú evitas los golpes y contraatacas, mientras yo uso mi fuerza, tenemos muchas posibilidades de derrotarlo.—

—¡Eso suena increíble, Himitsu! ¡Me encanta cómo piensas!— exclamó Togata con energía, animada por la estrategia de su compañero.

—Es hora de entrar— dijo Himitsu mientras empujaba la puerta.

Al abrirla, se encontraron con lo que ya habían predicho. Las paredes estaban completamente cubiertas con las esferas pegajosas de Mineta. El ambiente estaba extrañamente silencioso, lo que aumentaba la tensión en el aire. Ambos avanzaron con cautela, dando cada paso de forma cuidadosa.

Al llegar a las escaleras, subieron rápidamente hasta el quinto piso, donde descubrieron a los rehenes atados, junto con una bomba que mostraba una cuenta regresiva.

—Con que por fin llegaron...— una voz resonó desde la oscuridad del piso, interrumpiendo el silencio.

Himitsu y Nejire Togata se detuvieron en seco, buscando el origen de la voz, pero no lograron ver nada más que las paredes cubiertas con las esferas moradas. La tensión en el aire se volvió aún más pesada.

—Mineta...— murmuró Himitsu, poniéndose en guardia.

—¡Oh, no lo sé, Himi!— exclamó Nejire, su energía contrastando con el peligro del momento —¡Esto no pinta bien!—

Ambos sabían que cada segundo contaba, y la bomba continuaba con su cuenta regresiva.

—¡Esto lo hago yo solo!— gritó Himitsu, lanzándose hacia adelante antes de que Nejire pudiera reaccionar. Sus músculos se tensaron, su fuerza extraordinaria se hizo evidente en el movimiento rápido y contundente. Era el poder del escarabajo Hércules en su máxima expresión.

—¡Himi, espera!— exclamó Nejire Togata, pero su compañero ya estaba en pleno ataque, cegado por su egoísmo y su deseo de demostrar que no necesitaba ayuda. Ella se mordió el labio inferior, sabiendo que debía seguirlo, pero también consciente de que Himitsu no dejaría que ella interviniera con facilidad.

Mineta, oculto entre las sombras, sonrió con confianza. Con un ágil movimiento, lanzó una de sus bolas rebotadoras al suelo justo antes de que Himitsu llegara a su posición.

—¿Pensaste que sería tan fácil?— dijo Mineta mientras las bolas rebotadoras cubrían el área.

Himitsu, sin detenerse, lanzó un puñetazo directo a Mineta, pero su golpe chocó contra una de las esferas rebotadoras, enviando su puño de regreso con fuerza. La sorpresa lo descolocó por un segundo.

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⏰ Última actualización: Oct 21 ⏰

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