CAPÍTULO 54: ACEPTACIÓN

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-Y... al final, ¿te diviertes? -preguntó Kyodaina, mirando a Bisumasu con una sonrisa.

-Sí... me la pasé muy lindo -respondió ella, dejando un breve silencio entre ellos. Luego, rompió la tensión-. Gracias... -apoyando su cabeza en su hombro.

Kyodaina sintió su corazón latir más rápido, disfrutando del momento.

Era tarde, y la puesta de sol se desplegaba ante ellos como un lienzo vibrante, pintando el cielo de tonos naranjas, rosas y morados. El sol, enorme y radiante, se deslizaba lentamente hacia el horizonte, reflejándose en el vasto océano y creando destellos dorados que danzaban sobre las olas.

Descalzos, ambos sentían la arena tibia y suave bajo sus pies, cada grano abrazando sus dedos. Bisumasu se recostaba en el pecho de Kyodaina, su cabeza reposando en su hombro, disfrutando del calor de su cuerpo. La brisa suave y salada del mar acariciaba sus rostros, mientras un silencio cómodo se instalaba entre ellos.

A medida que el sol se hundía, las primeras estrellas empezaban a asomarse tímidamente, parpadeando en el vasto lienzo azul oscuro que se apoderaba del cielo. Bisumasu miraba hacia arriba, sus ojos brillando con la luz de las estrellas, y sonrió al sentir la tranquilidad del momento. Era una mezcla perfecta de calma y conexión, un instante que parecía eterno, donde las preocupaciones del mundo exterior se desvanecían. Kyodaina, sintiendo su respiración tranquila, acarició suavemente su cabello, disfrutando de la sencillez de estar allí, juntos.

-Me la pasé bien hoy... -dijo Kyodaina, mirando hacia el horizonte donde el sol se desvanecía, tiñendo el cielo de tonos naranjas y morados.

-Me alegro que lo hayas disfrutado -respondió Bisumasu, sintiendo cómo la calidez de su voz le daba seguridad. Su cuerpo se relajó al recostarse en el pecho del chico, escuchando el latido de su corazón. Poco a poco, la suave brisa del mar la adormecía-. Espero que por fin logres encontrar tranquilidad...

Mientras las primeras estrellas comenzaban a brillar en el cielo, el sonido de las olas acariciando la orilla se convirtió en un suave arrullo. Bisumasu cerró los ojos, sintiendo la arena tibia entre sus dedos descalzos. El momento era perfecto; todo lo que necesitaba era allí, junto a él.

A unos metros, Denki observaba la escena con los ojos fijos en Bisumasu. Su corazón latía con fuerza, pero cada golpe sonaba más como un eco de su tristeza. La incredulidad se apoderaba de él, haciendo que el aire se volviera denso. Su mente luchaba con la realidad: allí estaba ella, riendo y disfrutando de la compañía de Kyodaina, el chico que nunca imaginó que pudiera robarle ese momento.

Poco a poco, la impotencia se convirtió en un nudo en su pecho. Denki sintió cómo una lágrima comenzó a deslizarse por su mejilla, como si su tristeza necesitara una salida. Se preguntaba si alguna vez podría ser él quien la hiciera sonreír de esa manera, pero ahora, ese sueño parecía un espejismo distante.

Con cada segundo que pasaba, el mundo a su alrededor se tornaba borroso. A pesar de que estaba bien vestido y arreglado, toda la preparación parecía inútil. Había practicado sus diálogos en el espejo, convencido de que iba a confesarle sus sentimientos esa noche. Sin embargo, al ver a Bisumasu tan feliz con otro, esos planes se desmoronaron.

Triste y derrotado, se dio la vuelta, sintiendo cómo el peso de su decepción lo arrastraba hacia abajo. Comenzó a caminar, cada paso más pesado que el anterior, mientras tarareaba una canción que reflejaba su desánimo. La melodía se mezclaba con el ruido de la ciudad, pero en su mente solo había silencio.

Al llegar a la puerta de los dormitorios, la atención de los demás se centró en él, como si su presencia exigiera respuestas. Pero Denki no se inmutó; sus pensamientos estaban en otro lugar. Subió al elevador con un suspiro pesado, sintiendo cómo la tristeza lo envolvía aún más. Cuando finalmente entró en su habitación, cerró la puerta con suavidad, dejando atrás un mundo que, por un instante, había parecido brillante y lleno de posibilidades, ahora opaco y doloroso. Se quedó parado en la oscuridad de su cuarto, sintiendo que todo lo que había imaginado se desvanecía en un instante.

IZUKU EL MAESTRO (PAUSADA TEMPORALMENTE)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora