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1 de Agosto de 2020, Londres.

Narra Amellie:

A pesar de la cantidad de horas de viaje, el vuelo se me había pasado volando al igual que sentía que se me estaba pasando la vida.

Terminé la escuela a los diecisiete años con un montón de dudas sobre lo que me depararía el destino una vez finalizada esa etapa.

Mis pies tocaron suelo Londinense por primera vez, y obviamente no podía sentirme tan feliz, ya que desde muy chica siempre me vi atraída por dicha ciudad.

El clima.

Su arquitectura.

Sus reglas y estructuras.

A los veintiuno finalicé la carrera de profesorado de Educación física de la cual estuve, estoy, y seguiré estando enamorada. La misma me dio un montón de satisfacciones, algunas buenas y otras no tanto, pero que sin dudas me pusieron a prueba para afianzar aún más el amor que siento por ella.

La leve brisa que ingresaba por el pasillo de desembarque envolvió mi cuerpo con una sensación que hacía mucho no sentía, la de estar en casa, y es algo controversial escuchar a una Argentina decir eso, pero así me sentía.

Si bien amaba mi país, siempre sentí que ese no era el lugar en el mundo que me correspondía, por lo que un día luego de haber soportado tanto decidí escuchar esa voz interior que me decía "No dejes que tus sueños sean simplemente eso"

Y eso es justamente lo que estoy haciendo.

Por lo que hoy con mis veintitrés años me encontraba en busca de comenzar la tesis que le daría fin a mi post grado en medicina del deporte y el ejercicio.

Pero la gran pregunta es ¿Cómo llegue a hasta acá?

La verdad es que todo pasó tan rápido que aún yo estoy tratando de procesarlo pero la situación fue más o menos la siguiente.

Cuando llegó el momento en el que tuve que hablar con mis profesores para ver cuál iba a ser la investigación e intervención a realizar para poder completar el post grado, simplemente no me terminaba de convencer la propuesta que había planteado.

Por lo que obviamente eso se vio reflejado automáticamente en mi rostro y en mi estado de ánimo y no porque no me gustara, sino porque realmente sentía o más bien necesitaba concluir este ciclo con un desafío mayor, que rompiera todas mis estructuras y que me invitara a desafiarme, terminando así con la monotonía que estaba resultado ser mi vida.

Y ahí fue que gracias a mis buenas calificaciones y a los contactos de mis profesores logré conseguir una pasantía para poder trabajar junto a Sacha Fenestraz el piloto Argentino, quien actualmente estaba compitiendo en la formula dos junto al equipo Carlín, al mismo tiempo que era partícipe del programa de Jóvenes Pilotos de Renault.

Él era el desafío perfecto, o eso creía yo.

Mi cuerpo se sentía cansado ya que gracias a los nervios no había logrado poder dormirme plácidamente en el avión, por lo que eso sumado a que en la cinta transportadora no divisaba mi valija, me empecé a irritar.

Uno

Dos

Tres

Cuatro

Conté a medida que tomaba aire y lo largaba como si eso pudiera bajar el nivel de estrés que mi cuerpo sentía en estos momentos. Pero al ver a lo lejos mi valija empecé a recuperar la calma poco a poco hasta que llegó hacia el sector donde me encontraba y sin dudarlo la tomé para empezar a caminar hacia la salida.

Línea final | Lando Norris | Trilogía F1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora