˙·٠•●♥[ Amnesia ]♥●•٠·˙

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Del odio al amor solo hay un paso.

Palabras que escuchaba a cada maldito rato, pero ahora se diluian en un torrente de cocteles químicos en su cerebro que lo hacían segregar dopamina en exceso.

El calor teñian su rostro e incluso sus orejas, sus pupilas estaban tan retraída que parecía un feroz zorro rojo en busca de destrozar al primer conejo que se le pusiera en frente, pero no. Ahí estaba, recostado sobre su pequeña cama individual con olor a tabaco, mientras escuchaba cada sonido en el departamento de Ochako. Tan íntimo.

Un pequeño radio era lo que abrazaba con fulgor mientras la voz de la mujer tarareaba una leve canción que quizá conocía.

Era extraño, muy extraño y reconfortante. Se estaba aprovechando de una grieta que se había formado en la mente de la castaña, parecía como si todo su horrendo error hubiera sido borrado del pasado y eso lo había conmovido tanto.

Es difícil explicar en su rápida y paranoica mente, pero ahora ella no lo aleja, ni le da miradas indiferentes.

Desde esa noche son como...

—Muchas gracias, me has salvado por completo —el cabello castaño cayó en cascada cuando la chica hizo una reverencia.

El reloj en el pecho de Bakugou se detuvo, su ceño fruncido naturalmente se relajó y con eso los nervios hirvieron hasta en el más mínimo de sus poros. Atrofiado miraba atónito la escena. Esperaba empujones o insultos para alejarlo del frente de su departamento, pero ella estaba ahí. Dando las gracias.

Con el helado sereno de la mañana Bakugou decidió intentar acercarse de nuevo al angel, ansioso e inseguro compró harina e ingredientes para preparar muffins en los que en un pasado fue bueno haciendo.
Estuvo casi media hora dando vueltas fuera del departamento pensando en que terminaría arriba de una camioneta de policías, hasta que se animó a presionar el timbre.

Las pálidas manos y sus finos dedos tomaron la bolsa de plástico, amable y suave miró al hombre frente a ella. Alto, imponente y extrañamente....

—Mi nombre es Urakaka Ochako —se presentó agradecida— ¿son para mi?

Y el reloj comenzó su marcha de nuevo de forma torpe y rápida. El sistema nervioso de Katsuki gritaba ERROR ERROR ERROR ERROR

¿Por qué le preguntaba su nombre?

—Bakugou Katsuki —dijo sin aliento.

Ella lo jaló de esa chamarra verde esponjoza y polvorienta —puedes desayunar conmigo, es lo menos que puedo hacer en agradecimiento.

Podía sentir su sudor nacer.
El recuerdo surcando su mente como disco rayado, lo excitaba de sobremanera. Dio vueltas en su cama y cuando de la grabadora emergió el sonido de la regadera, la apagó.

Se levantó de la cama enérgico, había valido la pena gastar en esas grabadoras. Con sólo su voz le era suficiente para mantenerse en calma, solos dos días y no había fumado ni un cigarro.

La puerta se abrió y con eso las pupilas de Ochako se crisparon, tomó con fuerza y seguridad el cuchillo con el que cortaba la sandía que iba a merendar

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La puerta se abrió y con eso las pupilas de Ochako se crisparon, tomó con fuerza y seguridad el cuchillo con el que cortaba la sandía que iba a merendar. Lo puso al frente y salió de la cocina para ver como Shoto entraba y alzaba las manos preocupado.

—¡Hey, qué rayos estás haciendo!

El terror abismal que sentía se fue al ver esos ojos heterocromaticos.

—¿Dónde estuviste? —su voz se quebró esperanzada, —creí que me volvería loca, me pasó algo horrible. —Rodeó con sus brazos el cuerpo firme de Todoroki mientras escondía su rostro en su pecho en busca de consuelo. —Sentí que iba a morir.

Él la rodeó de la cintura y besó su frente con calma.

Sería una charla larga y con eso, Ochako acompañó el té con esos muffin.

El amargo relato terminó con la castaña aplastando su rostro con ambas manos, —fue como un angel caído del cielo, no quiero ni pensar que habría pasado si él no me hubiera ayudado.

—Dios santo, que fortuna que él haya estado ahí y haya sido tan valiente como para intervenir —sentía su corazón morir, estaba eternamente agradecido, no quería imaginar las consecuencias si todo hubiera pasado.

Los brillitos lo hicieron mirar bien a Ochako quien comía entre lágrimas de felicidad aquellos pastelitos —¡¡es tan amable!! Incluso vino después a dejarme estas cositas para que me sintiera mejor —chilló encantada— desayunamos juntos, es lo menos que pude hacer.

Sonrió taciturno, —que buen hombre ¿Cómo se llama?

Abrió los labios con energía para emular aquellas palabras y de repente

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Sintió un dolor punzante en la cabeza y con eso su visión se volvió borrosa, sintió nauseas. Se puso pálida.
Todoroki se levantó rápido y fue a auxiliarla.

—¿Te encuentras bien? —preguntó preocupado.

Ella sólo mordía su labio en lo que el dolor se disipaba, asintió con la cabeza.

Con delicadeza Todoroki la abrazó, no podía formular el horrendo escenario que vivió su amiga, suspiró aliviado de que estuviera bien y miró extrañado aquel esquinero.

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⏰ Última actualización: Dec 07, 2021 ⏰

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