˙·٠•●♥[ Presa ]♥●•٠·˙

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Estaba paralizada, él apretaba con fuerza sus manos contra sus muñecas.

Era aterrador.

La asfixiaba, el sabor era el de la medicina agridulce, tabaco y menta, optó por cerrar la boca fuertemente, él no retrocedió y mordió sus labios intentando que le diera acceso de nuevo. Su lengua hervía, parecía que ardía en fiebre.

La respiración de Bakugou era pesada y rápida, ansiosa y sonora.

—¡Detente! —chilló cerrando los ojos y alejando su rostro lo más que le pudo permitir su cuello.

Él obedeció, se levantó sobre ella y la miró directamente a los ojos, sus pupilas se veían lejanas y el rojo de su mirada la dejaron sin aliento. Quería quitar su mirada de la de él, pero sentía que si hacía el más mínimo movimiento...

El atacaría mordiendo su cuello.

—¿No me amas, cariño?

Ella era un ángel, estaba seguro. Su rostro de porcelana, sus labios cereza, su cabello de chocolate y su mirada cafeína.
Ella era su salvación.

—Cara de ángel ¿Tienes miedo?

Juntó su nariz con la de ella, en un beso esquimal. Se preguntó si ella sabría a caramelo, por poseer la apariencia de uno de café. —No tengas miedo, cariño.

Las manos ásperas acariciaron sus clavículas, Katsuki se veía molesto, se veía que contenía su coraje. El miedo se destilaba poco a poco en su torrente sanguíneo, el ambiente se hacía pesado, su corazón bombeaba rápido e intentaba no chillar.

—K-katsu, Sho-chan me está esperando en casa--

Fue interrumpida —, nada tiene porque importar, déjalo atrás, estás conmigo.

Ya no podía seguir siendo amable, sus músculos se contraían, quería escapar.
El silencio se coló por todos lados.

—¿No me amas? —repitió rompiendo el silencio. La fuerza al rededor de sus muñecas aumento haciéndola quejarse. —¿¡Por qué no me amas, cariño!? ¿¡Ah!? ¡¡Ámame, joder!! ¿¡Me amas!? —gritó con fuerza a escasos centímetros del rostro de Ochako. —¿¡Por qué no hablas, maldita perra!?

Las lágrimas aperladas se asomaron y los ojos de Uraraka se cristalizaron.

—¿¡Por qué mierda no lo haces!? ¡Debes amarme, cariño!

Ella comenzó a llorar, soltó un débil alarido cuando la mano de Katsuki se levantó de sobre su muñeca y la llevó a su mejilla, acarició suave. —Dime que me amas, cariño. Por favor.

Un golpe lo hizo mirar atrás, Uraraka lo empujó y corrió escaleras abajo.

—Cariñó —la llamó en voz baja.

Ochako empujó la puerta y miró a Shoto angustiado.
—Él estaba gritando, fui a tu casa y —lo abrazó por la cintura y dejó salir las lágrimas en su pecho. Sus muñecas punzaban de dolor, la marca de los dedos de Bakugou relucían.

Todoroki miró a la ventana del segundo piso.

Los gritos, alaridos y explosiones les erizó la piel por completo.
Retrocedieron un poco, un auto se estacionó detrás de ellos.

El hombre bajó con calma, en cuanto sus oídos captaron el alboroto, éste se llenó de ansiedad y corrió a la casa.

❝Tus heridas sanarán, sé qué dices que nunca te sientes solo, siempre lo toleras y mantienes la cabeza arriba

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Tus heridas sanarán, sé qué dices que nunca te sientes solo, siempre lo toleras y mantienes la cabeza arriba. Sé fuerte Katsu, hasta que lo vengas venir.

Toma a un ángel por las alas, ruegale por todo un día, ruegale fuerzas para seguir.

Puedes seguir.❞

Masaru empujó la puerta para ver a su hijo sentado en la esquina de su habitación, azotando su cabeza contra la pared mientras gruñía.

Esquivó los vidrios y cosas rotas.

La mirada furtiva de Katsuki lo hizo detenerse un corto segundo, reanudó su paso y tocó con delicadeza el cabello alborotado del cenizo.

—Te traje un par de dulces picantes, Katsu. Vamos, date un baño para que cenemos juntos, trabajé horas extras para ésto.

Él se levantó en silencio y salió de la habitación.

—Katsu. —Lo llamó y él se detuvo en el umbral de la puerta, —recuerda que no debes dejar pasar a nadie.

—Encontré al ángel, viejo.

Cartas de NitroglicerinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora