˙·٠•●♥[ Fundir ]♥●•٠·˙

2.3K 379 56
                                    


Entró corriendo cerrando la puerta detrás, subió las escaleras hasta su habitación.

Las manos le temblaban y la ansiedad estaba a flor de piel en su ser, respiraba agitada como si las paredes a su alrededor la quisieran asfixiar. Estaba demasiado asustada como para darse cuenta de que estaba literalmente llorando de la frustración por no haber logrado dar con él y por haberse rendido tan fácil por el ligero miedo que le daba la curiosidad y misticismo.

—Tranquila Ochako —se dijo así misma. Abrió el sobre y la culpa inundó su pecho; ¿Qué tal y la carta iba relacionada con la anterior? Y por consecuencia ella no la entendía.

Cuando sonríes me derrito como un helado...

Apretó los labios mientras miraba el sobre blanco con el dibujito hecho a mano de un pequeño helado, y las lágrimas bajaron más rápido por sus mejillas. Soltó un leve sollozo y sonrió tenuemente: se sentía feliz al leer todo tan normal, estaba cómoda con que él no se hubiera sentido mal por no haber leído la carta anterior -tampoco era como si él lo supiera pero el corazón de Ochako es de gomita-.

De nuevo has estado sola ¿Siempre es así? Creeme que aveces estar solo es mejor, no es que trate de lucir independiente o ser cool, sólo trato de decirte que los amigos deben estar siempre contigo a pesar de todo.

Por cierto...
¿Puedes sentirlo? Cada vez me siento con la necesidad de relajar mis palabras al hablar contigo. La jodida distancia disminuye poco a poco, o al menos eso siento yo...

Asintió levemente con la cabeza, seguro que Shoto ya estaría gritandole que todo lo que está haciendo está completa y totalmente mal. Continuó:

Hace poco te miré mirando la ventana de forma melancólica, como sí todo a tu al rededor estuviera pausado o quizá gélido. Entonces me di cuenta de algo: quiero tocarte cariño, quiero sentirte y abrazarte para ver el amanecer contigo sobre los pecados que lamentabas en esa mañana, sólo tú y yo.
¿Qué te parece cariño?

Estar contigo desde el amanecer hasta el atardecer, sostenerte y abrazarte para que no estés sintiéndote sola de nuevo frente a la ventana. Quiero conocer las dimensiones que visitas cada que tú mirada inyectada en chocolate mira al cielo infinito, quiero escuchar las palabras que susurras dormida, como aquella vez en la que dormiste con la puerta abierta.

Eres como mi morfina, cada vez que te veo mi corazón tiende a relajarse; si estábamos destinados a ser ya deberíamos estar juntos: iniciaste fuego en mi y ahora mi corazón arde y parece que nunca se apagará.

Estaba pensando en tu nombre, me gustaría que algún día me llamaras por el mio
¿Cuando cierras los ojos piensas en como seré? Cuando fantaseas ¿Soy yo tu fantasia?

Cariño mis muñecas cada día están peor, joder. Adiós.

Guardó la carta de nuevo, ahora más tranquila por saber algo de él. Suspiró masajeando su cabeza, sentía un peso menos de encima pero seguía con esa mala espina en el pecho diciedole que algo estaba mal. Algo era discordante, era una mala corazonada. Había una señal de advertencia en su corazón.

Se recostó a imaginar cómo sería él ¿Alto, bajo? ¿Delgado, gordo? ¿Rubio, pelinegro? ¿Qué color serían sus ojos? ¿Cómo es su voz? ¿Cómo es su carácter? ¿Cómo es Lord Explosion Murder? ¿Será como el travieso gato del vecino sólo que más educado? ¿Será como el vecino? ¿Calmado y tranquilo, silencios y reservado? Las preguntas la hicieron quedar dormida.

Pudo mirar el brillo en su mirada, simplemente deslumbrante

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Pudo mirar el brillo en su mirada, simplemente deslumbrante.

Ella estaba rodeada de personas, el rubio la abrazaba mientras otras dos mujeres: una pelinegra y otra de rizos rosas la llenaban de besos.

No había razón para quedarse, había una buena razón para marcharse.

Fue el silencio más escandaloso de su vida. La chica de orejas raras se le quedó mirando algo extrañada.
Todos hicieron lo mismo.

La ansiedad lo llenó por completo, joder, en verdad no podía dejarla de ver. Sus miradas cruzaron; como sí sus corazones vivieran en el mismo espacio incineral, y supo que se había condenado más.

Odió ver esa cara de felicidad ¿Por qué justo ahora? Su sonrisa brillaba como una estrella, pero seguro que era fugaz.

Caminó de largo, neutro y desinteresado frente a la vista del grupo de amigos.

Dió un último vistazo hacia atrás por el rabillo del ojo y, el chocolate se fundió con el vino rojo de su mirada.

Cartas de NitroglicerinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora