˙·٠•●♥[ Indeseable ]♥●•٠·˙

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Las lágrimas calientes bajaban por sus mejillas mientras sentía como la fuerza se le querían colar por la punta de cada uno sus dedos. Apretó aún más fuerte la cintura de Todoroki y centró completamente todos sus sentidos en el aroma suave a menta que él poseía, todo para usar a manera de estabilizador.

—Él, él intentó- El terror deformó su voz y su pulmones se llenaron de aire. Las ideas se lanzaban formidablemente contra su cabeza en forma estruendosa: mirara por donde mirara la respuesta culminaba igual, intentó violarle.

El bicolor apretó la mandíbula, abrazó fuerte a la castaña y se fue lejos mientras marcaba rápido a su hermana con un temblor en los dedos que querían hacerlo flanquear a cada que pulsaba un número.












Llamadas a la policía, fotografías de las marcas de Uraraka, cartas guardadas cuidadosamente por policías. Reportes, testigos,patrullas y Masaru mirando como su mundo caía a pedazos frente sus pies.

—¡Cariño, perdóname! Yo no quería hacerte daño, sólo quería que me amaras —gruñía mientras intentaban bajar con fuerza su cabeza —¡quería que me salvaras, quería que me- ¡¡sueltenmee!!

Katsuki daba lucha a los cuatro uniformados que intentaban subirlo al auto lo más rápido posible para evitar escándalos.

Uraraka observó como las esposas que apretaban a tal animal salvaje escurrían de sangre en cada tirón o forcejeo. Las enormes ojeras del ceniza y las notables heridas en sus brazos y cabeza daban un aire de peligro que la hacían contener el aliento.

Un alarido y él se encontraba mordiendo con fuerza la mano de uno de sus captores.
Era inquietante, podían escuchar la fuerte y profunda respiración del chico. La burbuja explotó y Bakugou rompió en llanto mirando aterrado a su padre y buscando consuelo en Ochako.

Y si, claro que si, no encontró nada en ella.

El pánico se apoderó de él.
—Papá, no quiero estar solo —,sin él, gruñó cuando al fin lograron meterlo al coche.

—¡Por favor, señorita! Él es muy impulsivo, no sabe marcar bien los límites normales.

Masaru miró con esperanza que la amable chica desistiera, en serio que lo esperaba, quería esperarlo.
Quería tomar al ángel de las alas y rogarle clemencia.

Ochako sintió como él padre desesperado la tomaba de los hombros amablemente a pesar de la enorme ansiedad que engullian su mirada mientras lágrimas caían de sus ojos. Sus pupilas conectaron y ella sólo miró atenta, pobre padre desesperado, intentando ocultar los platos rotos de su hijo.

Era obvio ¿no? Cualquier ángel tiene guardianes, y sus manos temblaron cuando miró a ese serio chico caminar rápido hacia ellos empujando a todo aquel que se pusiera en su camino.

—L-lo siento mucho, sólo es que-

—¡Sueltela! Usted no tiene nada que hablar con ella —Shoto se puso en medios de los dos, Masaru en ningún instante intentó conectar de nuevo, sólo se alejó; vacío y destrozado, era su culpa. Nunca crió a su hijo como debió hacerlo dadas las hilarantes circunstancias, su inmenso amor de padre y su naturaleza implacablemente amable lo habían cegado por completo.
Ahora escuchaba a su hijo gritar mientras todos los autos comenzaban a irse, las personas murmuraban y unas grababan plácidamente.

Ochako se dedicó a mirar al hombre mientras subía al carro de Fuyumi, mientras Shoto acariciaba su mano para calmarla, mientras las sirenas se volvían menos audibles y Masaru se rompía más y más conforme su hijo se retorcía dentro del auto de policías, hasta mirarlo quitarse los lentes y cubrir su rostro para quizá llorar sonoramente decepcionado de sí mismo.

Cartas de NitroglicerinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora