La mirada carmesí tuvo un vislumbro, como sí una estrella fugaz iluminara desde sus adentros.
Tragó duro, tanto que incluso pudo jurar que se escuchó fuera de la tienda.
Atentamente observó como ella recompuso sus expresiones, las afiló y con una sonrisa engullente murmuró para los dos:—¿Aquí no piden antecedentes no penales? —las palabras salieron inyectadas de veneno y Katsuki lo sintió al instante.
Ella pagó exacto y se fue.
El rojo se apoderó de su rostro, asfixiando, haciéndolo arder.
Era una mujer, ahora es una mujer.El hombre que seguía en la fila se quedó perplejo cuando el ceniza salió de ahí para ingresar a gerencia, dejándolo ahí sin avisar.
Katsuki miró amenazante a su compañera que estaba a medio break, —vete a caja, ahora.
La chica sintió un escalofrío y salió corriendo a atender.
—Cierra.
La orden la hizo dar un vistazo hacia atrás y cerró de inmediato al ver que la miraba con desprecio.
Bakugou lanzó una silla contra la pared y apretó fuerte la mandíbula.
Huele bien, huele bien, huele bien, huele bien, huele bien, huele bien.
Rebobinó mil veces el aroma en su cerebro, ya no era dulce como antes, era un café con chocolate semi amargo, digno de todo lo que era ahora;
Una hermosa mujer en la cumbre de su juventud y madurez. Recordó ardiamente todo lo que originó el ahora, las cartas que escribía en el correccional, las noches llorando y clamando su nombre. Tantas veces había rogado por que el ángel lo rescatara, y ahora. Ahora había escuchado sus plegarias, después de tanto, después tanto tiempo siendo castigado.La respiración era tan rápida que llevó sus manos a su rostro, hundió sus dedos con fuerza y comenzó a jadear. Su cuerpo ardía y su sangre hervía al tope. ¿Qué era sensación? Le gustaba. Le gustaba demasiado, las imágenes le hacían vibrar la piel.
—Ochako —masculló entre dientes.
Hasta que logró salir del transe cuando abrieron la puerta sigilosamente.
La chica entró apenada y mirando el suelo. —Traje esto para ti, nunca traes que comer y-
—¿Cuántas veces te he dicho que tienes que tocar la maldita puerta? —ella guardó silencio apenada y puso los snacks en la mesita del medio del pequeño cuarto.
—No volverá a pasar —se diculpó.
Ah, la pobre y enamoradiza Toga, había quedado flechada desde que ingresó a la capacitación en ese lugar. Miraba con esmero al rubio cenizo gruñir a cada que le daban una indicación, tanto, que incluso se escabulló en la oficina para poder saber todo de él, dirección, edad, fecha de nacimiento, nacionalidad, lugar de nacimiento. Todo en aquellos requisitos de empleo.
Él solía ser distante siempre, solitario y extraño, con tendencias explosivas, pero jamás pedía ser dejado solo. Por un sólo segundo logró ver un rosáceo es sus mejillas ¿¡era una respuesta a su detalle¡?
Sonrió emocionada, hasta que cuando él se dio la vuelta y enfocó bien la comida sus expresiones cambiaron bruscamente.—Odio la avena —soltó sin más y salió de ahí.
Se tragó su coraje y apretó los puños en frustración, lanzó la comida y la pisó varias veces, gruñendo "mierda" una y otra vez. Lo estaba perdiendo, lo estaba perdiendo, ocho meses esforzándose por no ser tratada hostilmente y ahora, la mandaba lejos de ella.
Bakugou llegó temprano al trabajo, nervioso y somnoliento. Casi no dejaba a Himiko estar en cajas, pues esperaba ahí mirando hacia la calle, ella no le dio importancia, pues era sinónimo de relajarse en gerencia. Pero conforme los días pasaban, él era más y más errático.—Bakugou-Kun ¿Pasa algo entre nosotros?
—¿Ah? ¿Qué mierda dices? —gruñó sin dejar de mirar a la calle.
—Ya sabes, he sido muy atenta contigo ¿verdad? —notó que él seguía mirando a la calle, y ofendida se puso frente a él para que le prestara atención.
—Quitate, joder, estorbas.
Eso la hizo abrir los ojos con enojo, apretó los puños, estaba a punto de perder el control. Pero observó el cambio en las facciones del rubio, miró hacia atrás, y en la calle una mujer caminaba, elegante y amargada. Regresó su vista a Bakugou e incluso tenía los labios semiabiertos.
Fue un golpe bajo que desató un maremoto de celos en el bipolar cuerpo de Himiko, las lágrimas querían salir de sus ojos, pero lo contuvo fuertemente.
No, sólo le gustó su cuerpo, sólo eso, le dieron ganas de cojer con ella, y ya, son esas cosas que siempre les suele pasar a los hombres ¿verdad?, gritaba dentro de sí misma.
Pero el lenguaje corporal de Katsuki la estaba asesinando, porque parecía esperanzado y feliz, por qué.
Entró rápido a gerencia, podrida en celos tomó las grabaciones de dos meses atrás. Impaciente aguardó su hora de salida y corrió a su casa a final de turno.
Encendió la computadora y miró horas de vídeos, hasta verla a ella.
—¡Ahhhhhhhh! —gritó lanzando el monitor contra la pared. —¡Maldita puta, maldita puta de mierda, asquerosa perra!
El desafortunado caniche que se encontraba bebiendo agua cerca de su escritorio, con ese adorable collar tintineante con su nombre en letra cursiva "Toby" se le ocurrió sacudirse.
El tintineo caló por todo el cerebro de la mujer.—No,no,no,no, no le puede gustar. Le gusto yo, él me quiere a mi, él me quiere a mi —las lágrimas se desbordaba de sus ojos, miró ardida la pantalla, la escena donde ellos cruzaban mirada estaba ahí. Colocó el monitor de nuevo en su lugar y repitió la escena, él estaba rojo de las mejillas, jamás habla visto eso en él, jamás.
Se levantó en un segundo y con el teclado comenzó a romper la pantalla de su computadora, una y otra vez, imaginando que era el rostro de quien había interferido en su amorío.
—¡Es una puta, sabía que Katsuki me quería y por eso se metió a coquetear! ¡Es una maldita cerda, asquerosa! —boziferaba con asco.
Toby ladró nervioso y el tintineo sórdido hizo que Toga volteara a verlo.
—¿Qué dices? ¿Qué es más bonita que yo?
Un ladrido sórdido y unas cuantas patadas para dar fin al pobre perro que pensó que había sido salvado de las calles.
A la mañana siguiente, Toga lanzó el cuerpo en la bolsa de basura y rápidamente se fue al trabajo, su turno de la mañana comenzaba y ella apenas estaba a medio camino.
—No se supone que debas llevar los papeles siempre.
La voz masculina le hizo mirar con curiosidad.
—Nunca se sabe, perdón por la molestia, se me hacía tarde.
La mujer acomodó su cabello en una coleta y subió al auto con elegancia, notó la mirada y volteó rápido, casi paranoica, miró a la mujer que tenía su vista clavada en su cuello.
—Buenos días, —saludó Uraraka.
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Cartas de Nitroglicerina
Fiksi Penggemar▶️ Kacchako →Si no gustas de este shipp evita seguir leyendo. ❇️ Bienvenidos al infierno ♥ C a r t a s D e N i t r o g l i c e r i n a••••• Pensó que era sólo una pesada broma de su grupo de amigos, pero en cuanto notó que las cartas siempre estab...