Capitulo 11.

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Error Divino
Maraton 1/2

Valerie

Sus labios son una adición inmediata, aferro mis dedos en su cabello oscuro para profundizar el veo aun mas, nuestras lenguas bailan y siento una emoción en mi parte baja pero me doy cuanta de la estupidez que estoy haciendo. No se que estoy haciendo aquí... con Daniel... besándome. La realidad me cae como un balde de agua fria, quitando todas las emociones y dominando el miedo.

Me separo de el como si su piel ardiera, veo como su amigo de ahí abajo esta emocionada y no puede evitar entrar en crisis.

¡Mierda! ¿Ahora que hago? Empiezo a armar mil maneras de morirme, no aguanto la vergüenza y sin mirarlo ni dedicarle una sola palabra salgo corriendo como la loca que soy.

Corro y corro como si mi vida dependiera de ello, esquivo a muchas personas borrachas, entre todo el ajetreo decido pedir un taxi lo mas rápido posible. Mientras espero al taxi veo como Daniel sale del bar, automáticamente la sangre me baja la los pies.

Me siento mareada por el alcohol y las miles de emociones, decido no enfrentarlo y esconderme atrás de unas bolsas de basura. Que patética me veo.

Empiezo a insultarme esperando a que este lo suficientemente borracho para que no se acuerde mañana en el trabajo. Pasan unos minutos cuando veo una notificación donde dice que mi uber ya esta en la entrada. No se en que momento me convierto en una espía pero camino en silencio y esquivando la mirada perdida de Daniel.

Apenas entro al taxi, le pido que me lleve al apartamento. Mientras el taxi se dirige a mi departamento no paro de pensar en todo lo que paso este día, primero la caja no deseada que me trae amargos recuerdos, la fiesta donde Daniel me dejo botada, el club al que fui sola y me manoseo un tipo, Daniel y la película de Frozen, el bar y el beso con el.

Me quedo más de la cuenta pensando en sus labios y me sonrojo.

Pensándolo bien no estuvo mal el beso, fue increíble, lo malo fue la persona con la cual paso. Daniel... es una persona arrogante, egoísta, presumida y guapo, sacudo mi cabeza por las estupideces que pienso. Mañana es lunes lo cual significa que debo ir a la empresa pero por obvias razones no voy a ir así que me debo inventar una excusa.

El taxi me deja al frente de mi edificio, entro y siento automáticamente una paz, o hay nadie solo yo, decido no comer y bañarme e irme a dormir porque ya no quiero seguir comiéndome la cabeza con situaciones que tal vez ni sean tan grandes.

Me acuesto en mi cama y me acurruco con mi peluchito de un pollito rosa, yo lo llamo Felipa, me parece un nombre muy divertida, mientras abrazo a Felipa no puedo evitar pensar en el día tan agradable que paso hoy quitando la cagada del siglo que cometí. Voy pensando hasta que me quedo profundamente dormida.

Suene mi maldita alarma quitándome de mi sueño profundo, me levanto con pereza y me dirijo al baño pero antes debo llamar a Sara, la asistente del Sr. Silvestri para decirle que estoy enferma o algo parecido.

Prendo mi Mobil y veo cinco llamadas de Daniel.

Mierda.

Empiezo a dar vueltas como desquiciada tratando de ver que excusa le pongo. Mejor solo llamo a Sara y que ella le avise a Daniel. Le marco y el tercer tono me contesta.

Perfecta ConquistaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora