Capítulo 32

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Valerie

Frunzo el ceño ante los sonidos que no me dejan dormir.

-Silencio. -murmuro, mientras agarro la almohada y la pongo sobre la cara y me tapo los oídos con el mismo.

Los sonidos no paran, haciéndome soltar un gruñido y tirando la almohada hacia el suelo. Me levanto a regañadientes y salgo de la habitación de Daniel para ver de qué se trata todo ese ruido.

Apenas salgo me doy cuenta de que hay por lo menos cinco hombres dejando cosas en la sala de estar, ¿de qué se trata esto? Miro con detenimiento las cosas y me doy cuenta de que son mis cosas.

-¡Eh! -empiezo a caminar hacia ellos-. Creo que se equivocaron, estas cosas deberían estar en mi apartamento.

Se me quedan mirando un segundo antes de seguir en lo suyo.

-¡¿No me escucharon?! -siguen sin prestar atención.

Me doy la vuelta y encuentro a Daniel en la cocina tomando por lo que huele, café, apenas me ve una sonrisa aparece en su hermoso rostro.

-Hola, ¿dormiste bien?

Asiento.

-¿Por qué mis cosas están en tu sala?

-Porque desde ahora pertenecen a este lugar.

Me quedo callada sin entender muy bien lo que dice, mi confusión provoque que él se explique mejor.

-Recuerda que hablamos hace semanas de mudarnos juntos, pues ahorré tiempo y ya está todo aquí. -termina con una sonrisa.

-Oh. -es lo único qué logro decir.

Daniel frunce el ceño confundido por mi repuesta.

-¿Está bien, no? Pensé que sería una buena idea, pero si no quieres esto, les puedo decir que devuelvan todo.

Niego con la cabeza mientras me acerco a él para abrazarlo.

-No, solo está sorprendida, pensé que después de todo el drama querías reconsiderarlo.

Me da un beso en el cuello. Debo admitir que me gusta mucho la idea de vivir con Daniel, nos veríamos mucho más de lo que ya hacemos.

Escucho un ladrido proveniente de la entrada, me separo de mi novio y voy rápidamente hacia donde está Lily. Apenas me ve, corre hacia mí y empieza a dar pequeños saltos.

-¡Mi amor! Cuánto te extrañé ayer.

La agarro por su barriga y la levanto para hacerle mimos. Es la perrita más linda del mundo.

-Creo que la quieres más que a mí. -veo a Daniel recostado en la pared al frente de nosotras.

-No te pongas celoso -me burlo mientras me acerco a él-. Sabes que te quiero, tonto.

Le doy un beso corto haciéndolo sonreír contra mis besos. Así es, tan simple como es. Daniel Silvestri se calma con mis besos.

Observamos por unos minutos más hasta que nos quedamos nosotros solos. La mayoría de cosas que trajeron fueron mis cosas personales y unos electrodomésticos.

-Creo que debemos ir a comprar algunos muebles. -digo mirando la sala unicolor-. Este lugar grita depresión. Pudiéramos comprar algo de un color para que le dé vida al lugar -me giro para verlo-, ¿te parece?

Se encoge de hombros.

-Desde ahora este también es tu pent-house. Tú mandas. Anda ve a vestirte, vamos ahora mismo.

Perfecta ConquistaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora