Capitulo 19.

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Prueba de amor

Valerie

Estoy desayunando silenciosamente en la cocina a para no levantar a Daniel, que yace dormido en mi sofá, trate de llevarlo al cuarto de invitados pero por lo ebrio que estaba me fue imposible hacerlo.

Ayer fuer una madrugada… peculiar, si por así decirlo. Me sorprendió ver como vino—ebrio—a mi apartamento, decidido a intentar algo conmigo. Tal vez fue un poco injusta pero debo saber si él es el indicado y para eso debo ponerlo en prueba. El es un hombre con carácter pero debe aprender que si el intenta tener una relación conmigo debe cambiar algunas actitudes, no por mí, por la relación.

Limpio mi plato y siento alguien detrás de mi, volteo y me consigo aun arruinado Daniel con resaca.

—Por fin se despertó el bello durmiente de su sueño reparador.  —expreso con exageración. Veo como ni es capaz de abrir los ojos.

Busco las pastillas para la resaca y un vaso de agua para entregárselo.

—Toma, te hará sentir mejor. —la recibe y se lo toma en cuestión de segundos.

Se levanta de la silla y se acerca a mi, retrocedo hasta que no puedo mas pues estoy pegada a la nevera y el sigue avanzando. Parece como un león atrapando su  presa. Se acerca a paso lento pero seguro, justo cuando se rozan nuestras narices lo detengo. Niego con la cabeza divertida.

—Por si no recuerdas te dije que tendrías que ganártelo —su decepción es mas que notable pero me respeto y da un paso hacia atrás.

— ¿Cuanto?

— ¿Cuánto que? —cuestiono sin entender nada.

— ¿Cuanto va durar esta mierda de prueba?

—No hay una fecha límite. Los dos debemos ponerle ganas a esto Daniel, si queremos una relación sana y linda debemos colaborar los dos para todo esto.

Suspira pero asiente. Yo me doy la vuelta para ir a bañarme.

—Debo irme.

Me detengo y me doy la vuelta. Lo veo agarrando sus cosas, que solo es su chaqueta. No cuestiono nada ya que apenas empezamos esto y debemos ir con calma.

—Cierras la puerta al salir, adiós. —me despido y termino mi camino hacia el baño, escucho a lo lejos la puerta abrirse y cerrase.

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Estoy leyendo un libro que compre ayer en el mercado de camino a casa mientras tomo mi chocolate caliente. Son las cuatro de la tarde y no he sabido nada de Daniel en todo el día lo cual no me extraña, creo que esta se arrepintió.

Tal vez solo no quiere esa relación y lo entiendo, más bien demasiado. Mi última relación fue hace más de seis años y no la pase para nada bien. Claro que me he dado roces de una noche y besos pero nada mas, tal vez yo tampoco este lista para tener una relación con un hombre como el.

Mientras sigo leyendo escucho un sonido en mi terraza, alzo la cara extrañadas pero no hay nada, vuelvo a bajar la cabeza pensando que es algo de mi imaginación. Vuelve a sonar un sonido en el mismo lugar, dispuesta averiguar que es eso me levanto directo a la terraza, abro la puerta y siento como o me lanzan una piedra en la cara.

—Auch. —estoy molesta. No, estoy furiosa.

Voy a hacer trizas al estupido que se le halla ocurrido tirar piedritas en mi terraza, cuando voy a gritar hacia a esa persona, me encuentro a Daniel abajo con una piedra en su mano y su Porsche al lado.

Sonríe con sus dientes blancos.

—Eres tu idiota, pensaba que eras un loco  —se encojo los hombros divertido—. ¿Qué haces aquí?

Veo como lucha internamente para hablar, debe ser difícil para el expresarse pero debo saber que es capas.

—Te estoy invitando a salir. —dice con vergüenza y algo rebota en mi interior.

— ¿Una cita?

Trato de llevarlo a su límite, debe decir las cosas claras no a medias.

—Si, eso mismo.

—Ya bajo. Dame quince minutos.

Salgo de la terraza sorprendida por su propuesta, pensé que no quería esto. Me pone de buen humor que quiera esto tanto como yo. Me dirijo hacia mi habitación a elegir algo sencillo pero bello para salir en nuestra primera cita.

Después de una búsqueda rápida, decidí ponerme un vestido con flores corto y mis zapatillas más cómodas. Salgo cerrando la puerta y me dirijo hacia la salida de mi edifico.

Apenas me da el aire fresco veo a Daniel con jeans y chaqueta negra, es tan básico pero se ve guapo.

—Hola amargado. —me atrevo a acercarme y darle un beso en la mejilla.

Se que el desea en los labios, igual yo pero no me voy a precipitar todo, todo tendrá su tiempo.

—Hola rubia. —saluda con una sonrisa impecable.

Me señala su Porsche para irnos pero yo niego con la cabeza.

—Vamos caminando, así podremos ver Roma en su esplendor y disfrutar más. —me mira como si le hubiese ofrecido droga—. Vamos o ¿es que tus piernas no dan?

Se que de la peor forma de molestar a un hombre es con su fuerza y en este caso lo usare en mi beneficio. Por fin acepto y empezamos a caminar por la tarde.

Me acerco a él y lo agarro de la mano, enlazando nuestros dedos en el acto. Veo como trata de ocultar su sonrisa y yo solo trato de no reírme.

—Quien lo diría… un hombre jefe de una empresa, tiene pena a mostrar sus emociones y a salir conmigo —bromeo y me fulmina con la mirada pero lo ignoro disfrutado del paseo—. ¿A donde vamos?

—Pensaba llevarte a un restaurante pero tengo una mejor idea. —estoy muy emocionada por ver el lugar que me va a llevar.

Seguimos caminando juntos de la mano hasta que llegamos a un lugar llenísimo de gente, trato de ver que hay al final pero no consigo nada.

— ¿Qué hay aquí?

—Ya lo veras. —me jala por la multitud hasta que lo veo.

Es la Fontana di Trevi. La vi en Internet un millón de ves, es una fuente de los deseos muy famosa en Italia.  Me giro hacia Daniel que me mira y sonríe.  Me acerco a un lugar vacio y Daniel me sigue por detrás.

Perfecta ConquistaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora