Capitulo 15.

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Noches Inolvidables

Daniel

Arrugo la cara por el sol que pega directo en mi cara, trato de levantarme de mi cama pero veo que tengo a alguien en las costillas y no es mi cama. Me doy masajes en el sien tratando de recordar lo sucedido hasta que me vienen los recuerdos.

Yo en un club bailando y bebiendo, yo pidiéndole a Valerie que me fuera a buscar, ella y yo en mi Ferrari, yo dormido en el Sofá y Valerie y yo viendo películas y comiendo. Bajo mi cabeza para mirar a la rubia que tengo en mi costillas. Se ve tan linda, no, se ve hermosa. Tiene los ojos cerrados con pestañas largas y sus labios entre abiertos. No puedo evitar sentir una sensación reparadora.

Recuerdo sus labios contra los míos, debo admitir que me molestó un poco que no se acordara pero creo que era lo mejor, no quiero que se de expectativas de algo que jamás va a pasar. Lo nuestro es estrictamente solo por el plan.

Tengo ganas de pasar mis manos por su cabello lacio pero me abstengo. La sigo mirando como duerme. Es increíble cuando está despierta es una habladora, sarcástica y mala hablada, nada que ver como luce ahora. Veo en mi reloj la hora y veo que son las once. Hoy es sábado, así que no tenemos que ir a trabajar. Mi plan de hoy es volver locos a los de la prensa para que vean mi relación con Valerie.

Necesito ir al baño, sacudo a Valerie unas cuentas veces para despertarla pero en cambio recibo una cosa muy diferente.

—Vete a la mierda. —susurra y no puedo evitar reír.

La sigo sacudiendo suavemente pero ella me saca el dedo índice. Decido no ser nada gentil y empujarla al otro lado del sofá.

— ¡IMBECIL! —me mira furiosa mientras se levanta y se dirige a su cuarto. Me dirigió al baño con ganas de bañarme para empezar un día productivo.

Me encierro en el baño y abro la ducha. Me miró en el espejo, me veo como un vagabundo bajo los efectos de la droga. Paso mi vista por todo el baño hasta que mis ojos se detienen en una braga de hello kitty.

—Esta loca. —murmuró para mi mismo entre una sonrisa divertida.

Me desvisto y me meto a la ducha, pongo el agua lo más fría posible para que me despierte. Cuando me estoy relajando, escucho como Valerie toca la puerta.

—Daniel… dime que no te metiste a mi ducha. —dice y por su tono puedo deducir que esta molesta.

—Si, ¿Porque? —grito pues por el agua no se escucha mucho.

Escucho como suelta un grito de frustración.

—Voy a buscar algo de ropa, ya vengo —escucho como los pasos se van alejando.

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Salgo de la ducha, ya limpio. Escucho como vuelven a tocar la puerta y yo me pongo el paño alrededor de mi cintura. Abro la puerta y ella se queda mirando a mi torso pero rápidamente se recompone y finge como si nada hubiese pasado.

—Ten aquí tienes —me pasa una camisa negra y un pantalón gris.
Lo acepto pero me pregunto de dónde habrá sacado la ropa. Ella me mira y suspira—. Es del vecino —aclara a mi pregunta silenciosa—, pero me debes una camisa y pantalón nuevo.


Me señala una habitación y entro para cambiarme. Por lo que veo es la habitación de Invitados, esta intacta. Termino de vestirme y salgo a la sala, Valerie está corriendo por toda la cocina con cara de loca.

—No tengo nada de comer… —se da la vuelta— Así que debo ir al supermercado.

No sé porqué digo lo siguiente pero siento que tengo ganas de pasar un poco más de tiempo con ella.

—Te acompaño.

Ella mira extraña pero no pone objeción, agarra su bolso y salimos de su apartamento. Busco mi Ferrari en el estacionamiento hasta que lo veo mal estacionado, la miro y ella se encoge los hombros.

—Tuve que hacerlo rápido, parecía que ibas a morirte ahí.

Se monta en el asiento del copiloto y yo arranco hacia el supermercado, Llegamos al supermercado.

Valerie agarra un carrito y empezamos a buscar los alimentos.

— ¿Que te gusta? —me pregunta la rubia.

—Uhm… El helado. Si, eso.

Ella sonríe y busca helado, me muestra los sabores y yo elijo el sabor de menta.

— ¡Enserio! ¿Menta? —hace una mueca y yo ruedo los ojos.

Veo como solo elije puros dulces, ya se porque nunca tiene comida en su casa.
Niego con la cabeza y la quita con cuidado del carrito de compras.

—Creo que necesitas ayuda —ella se cruza los brazos ofendida pero yo la ignoro. Voy eligiendo pastas, frijoles, frutas, verduras.

—No. No, no, no. Brócoli no.

Veo como lo quita y hace una mueca. Parece una niña con esas actitudes y yo río. Ella va poniendo más dulces mientras que yo pongo comida real. Vamos haciendo la fila para llevar todo y ella busca su tarjeta pero la detengo.

—Yo pago —digo pero ella niega con la cabeza.

—Daniel, no soy de esas chicas que se dejan pagar las cosas. Así que deja tu estúpido Machismo y déjame pagar.

La miro y me estresa que se defienda por todo.

—Insisto.

Me sorprendo a mi mismo insistiendo en algo como esto. Ella me mira por algunos segundos.

— ¿Seguro que quieres pagarlo? —pregunta y yo asiento— OK. Veo como se va, ¿me acaba de dejar solo? Pero a los minutos veo que trae otro carrito con más comida. Me quedo mirando su hazaña y ella sonríe.

— ¿Qué? Dijiste que ibas a pagar y yo solo aproveché.

Perfecta ConquistaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora