Capítulo 27

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Daniel

Daniel jueves Dejo a Valerie en la cama mientras me termino de arreglarme para ir a la empresa, donde tengo muchos asuntos pendientes debido a mi ausencia los últimos días.

Regresamos a Italia ayer por la tarde después de quedarnos dos días más después del juicio.

Le dejo una nota en la mesita de noche diciéndole que la veré por la tarde y que se quede por hoy descansando, aquí haciendo lo que quiera.

Salgo hacia la calle y busco mi Porsche, me meto y me dirijo hacia la empresa.

Llego unos minutos después, saludo a la recepcionista que me da una sonrisa descarada y como siempre la saludo formalmente. Llego al último piso y me posiciono en el escritorio de Sarah.

—Buenos días, Sr. Daniel.

—Buenos Días, Sarah y puedes llamarme Daniel como te lo he dicho las últimas semanas.

Ella asiente y empieza a decirme mis cosas pendientes del día.

—¿Mi padre se encuentra, se encuentra aquí? —pregunto después de que ella terminara de hablar.

—Si, en estos momentos, con unas personas reunidas. Si quieres puedes pasar y presentarte.

—Mejor espero. Gracias, Sarah.

Me da una sonrisa y sigue con su trabajo. Me acomodo en un sofá y espero a que mi padre termine para hablar con él. Pasan unos minutos y lo veo salir con dos hombres y una mujer, me levanto y me dirijo hacia ellos.

—¡Hijo! Te presento a los próximos socios que te ayudarán con toda la empresa en general cuando me jubile dentro de poco.

Les doy una sonrisa de compromiso acompañado con un apretón de manos a cada uno.

—Un gusto conocerlos.

Los dos hombres se ponen a hablar con mi padre y la mujer pelinegra empieza a mirarme con detalle lo que no me gusta para nada, así que simplemente le doy una mirada antes de volverme a mi padre.

—Nos vemos en mi oficina cuando termines de hablar, por favor.

Él simplemente asiente y sigue con su charla. Me voy hacia mi oficina y empiezo a hacer todo el trabajo que tengo pendiente, ya que pronto me volveré presidente oficial de la empresa Silvestri estaré el doble de ocupado que lo que estoy ahora mismo, pero igualmente me siento orgulloso de hasta donde he llegado.

Escucho como tocan la puerta donde entra Carlos con una sonrisa de engreído que tiene siempre haciéndome rodar los ojos antes de volverme a centrar en el papeleo.

—Hola, querido amigo. Vine a visitarte porque no te acuerdas de mi existencia y me dejas solo ahora que tienes novia.

—Deja el drama.

Se sienta en la silla de al frente del escritorio y empieza a hojear mi oficina con ojos llenos de curiosidad, lo que me hace fruncir el ceño.

—¿Un sillón amarillo y una pintura pegada a la pared? Mierda, sí que esa rubia te tiene enamorado.

Abro la boca para contradecirlo, pero la vuelvo a cerrar, tiene razón. Valerie me tiene haciendo lo que quiera sin necesidad de pedirlo dos veces y yo no tengo problema alguno.

Perfecta ConquistaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora