Han pasado ya dos semanas de este incidente de Dylan, todo se ha transformado en un verdadero secreto entre él y yo. Debemos ocultar a la niña para lo que fuera y jamás podemos dejarla sola, ahora todos mis días de vago descanso en verano se han convertido en estar cuidando a la hija de mi mejor amigo con él. Por supuesto no me molesta, debo ayudarlo porque dejarlo solo en esto es sinónimo de hundirlo en un verdadero caos. Tratamos de ser lo más discretos que podemos ser, es complicado; pero somos muy expertos en la tarea de mentir. Ya no paso tanto tiempo en casa, sino en la de Dylan, todo mi dinero se ha convertido en ahorros para comprar pañales y alimento; y los de Dylan igualmente. No disfrutamos de ningún privilegio para nosotros, todo es para la bebé. Esta es la parte que odio de todo eso. Pero da igual, debo hacerlo. De igual forma, no he encontrado ninguna manera de ayudar a mi amigo aún, sólo atendiendo a su hija con él, pero nada más. Él me ha encargado buscar la forma de librarlo y aún no la he encontrado. Los días se me van en su casa y no puedo pensar. Voy de camino a su casa, luego de mucho tiempo de estar cambiando pañales y alimentando.
¡Qué espantoso!
Llego al frente de su casa y toco el timbre. Dylan me abre la puerta con la pequeña bebé en brazos, meciéndola de arriba abajo. Me observa como si nada estuviera pasando. Al parecer ya lo superó—Ah, hola, Susan. Esperaba por ti desde hace rato.
Lo miro de pies a cabeza, y noto su ligereza al tener a su hija en brazos. Eché un simple suspiro—Hola, ¿estás solo en casa?
Dylan mira a la nena por un par de segundos y vuelve su mirada hacía mí—Ah, seh. Adelante.
Entro a su casa y nos sentamos en el sofá, la pequeñuela hace un pequeño gemido, así que Dylan me la entrega y como la tengo en mis brazos, comienzo a jugar con ella y hacerle muecas. Hasta que Dylan volvió a hablar—Mi madre salió a la tienda, creo que no tardará en llegar.
Yo seguía estremeciendo a la niña—Por lo tanto estás solo en casa, ¿no?
Él asiente—Sí, Jerry está en la universidad y Clairs en clases de música. Papá trabaja, mamá en la tienda. Por lo tanto, sí, solo estábamos mi hija y yo. Hasta que llegaste tú.
Mi estómago se revuelve cada vez que nombra a su bebé—Sólo, deja de decir que es tú hija, ¿de acuerdo?
Dylan pronuncia una “m” y una “j”, asintiendo, aún sin despegar sus labios. Yo sacudo a la nena e hice una mueca, Dylan también comienza jugar con ella y ambos estamos en ello. Hasta que comenzamos a escuchar el sonido de la manija de la puerta moverse de un lado a otro. Al parecer, la madre de Dylan ha llegado. Ambos nos sobresaltamos y buscamos un lugar para esconder a la niña. Sólo encontramos una mochila, así que la abrimos en su bolsillo más grande y la escondimos dentro.
—Debemos hacer algo. Tu madre no puede notarnos sospechosos—susurro nerviosa. Por un momento mi cabeza me hace pensar que moriremos si nos descubren. Dylan no reacciona a mi indicación, sólo está titubeando las dos primeras vocales y mirando de un lado a otro sin saber qué hacer. Yo sigo indicándole—Dylan, ¡has algo, rápido!
Él solo mira la mochila, y me mira a mí. La mochila y luego a mí. La manija no deja de moverse para abrir la puerta, su madre entrará en cualquier momento. Dylan no sabe qué hacer, yo mucho menos. Debemos pensar en algo rápido antes de que su madre nos note extraños. Y hace lo que hace. Su impulso lo lleva a halarme de la camisa hacia él y unir sus labios con los míos de una manera salvaje, mi impresión es enorme, pero sé que de una u otra forma debo fingir para que la madre de Dylan piense algo menor a lo que sucede aquí en realidad. Finalmente, la puerta se abre y su madre nos mira besándonos de una manera extremadamente agresiva y salvaje, algo sorprendida.
Cierra la puerta y suelta una sonrisa pequeña—¡Oh, vaya, chicos! Veo que están un poco ocupados, no pensaba interrumpir algo así.
Dylan se desprende de mis labios y ríe nerviosamente al tiempo que frota su cabeza, por supuesto sólo finge—Ah, hola, mamá. Sí, yo tampoco te esperaba tan pronto de regreso. Susan y yo, sólo…
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Mi Perfecto Idiota.
Genç KurguSusan es completamente una "corazón de roca". Nada puede conmoverla o hacerla cambiar, sus bases están clavadas dentro de sí y ninguna persona la hará cambiar de opinión. Pero eso se pone a prueba cuando su mejor amigo Dylan, un chico con más aire e...