¿Era bueno conocer el secreto de la Reserva? ¿Conocer la verdad de su hermano?
Alana Uley no lo sabía, porque sentía que su hermano Sam era todavía más protector desde que se unió a la manada. Alana estaba harta de ser la hermana del alfa, siempre c...
Kim y yo nos encontramos a mitad camino, abrazándonos por haber estado tantos días sin vernos.
–Jared me lo contó, y ha estado diciéndome como han ido las cosas. – Me susurró sin soltarme. – ¿Todo bien?
–Sí, aunque podría ir mejor. – Dije separándome de ella, para mirar hacia la camioneta aún parada en el aparcamiento del instituto. – Formo parte de esto y aún así tengo la sensación de estar a un lado, como si hubiera cosas que sigo sin saber.
–¡Venga, Alana, no seas tan dura con él! – Dijo Paul, colocando un brazo sobre mis hombros y levantado el pulgar en señal de que todo iba bien hacia la camioneta. – No creo que se marche hasta que entremos. – Murmuró divertido.
–¿Por qué hace eso siempre? – Le pregunté a Paul, tras darle un manotazo para que quitara el brazo de encima de mis hombros. – El traer al nuevo integrante en su primer día de vuelta, quiero decir.
–¡Ohh, no te equivoques, pequeña Uley! – Paul se ganó un pequeño gruñido de mi parte que le divirtió. – Con Quil no lo hizo el otro día.
–¿Y eso? – Preguntamos Kim y yo a la vez mientras entrábamos al instituto.
Tenía Matemáticas, por lo que Paul, Jared, Kim y yo íbamos a estar en la misma clase, lo que me hizo temer que tendría que soportar a Paul ya que los tortolitos se sentarían juntos ahora que ambas estábamos al tanto de todo. Bueno, casi todo.
–Lo siento, chicas, pero es algo que no podemos contaros. – Habló Jared, advirtiendo con la mirada a Paul.
Eso solo tenía sentido si Sam les había prohibido contármelo, pero ¿por qué?
–¿Qué tal si lo intentáis averiguar y lo hablamos en el almuerzo? – Sugirió Paul, ignorando la mirada de Jared. – Nosotros no podemos contároslo, pero si lo sabéis no hay problema en hablar de ello. ¡Sam no dijo nada sobre eso, Jared! – Añadió ante el bufido de molestia del chico.
–¡¡Así que Sam es por lo que no me lo contáis!! – Exclamé confirmando mis sospechas, ganándome miradas extrañas de las personas que había en el pasillo.
A ver, que ya nos miraban porque iba con ellos tras estar una semana "enferma" y sin acudir a las clases. ¿Tal vez pensaban que también me había pasado como a ellos? Probablemente, aunque yo no había cambiado mucho a simple vista. Misma ropa, mismo cabello...
¡Ohh, sí, tenía algo diferente! ¡El tatuaje en mi brazo! ¿Por qué siempre lo olvidaba? Ni siquiera me había fijado en él mis primeros días, era algo que aparecía tras el primer cambio. Y me quedaba genial, para que negarlo. Aunque no me terminaba de gustar como quedaba con un vestido ¿qué pasaría cuando me tuviera que arreglar para algo más formal?
–¿A mí no me lo puedes contar, Jared? – Le preguntó Kim en un susurro que escuché.
–Lo siento, cielo, pero se lo podrías decir a Alana.
No hablamos más mientras entrabamos en el aula y, como había predicho, Kim y Jared se sentaron juntos, haciendo que me tuviera que sentar con Paul. ¿Tenía otra opción? En realidad sí, la primera fila, pero no estaba tan loca como para sentarme frente a la mesa del profesor.
Por suerte, Paul se durmió a los cinco minutos de empezar la clase. Era algo más habitual de lo que pudiera parecer, ya que el profesor ignoró que uno de sus alumnos estaba durmiendo tras darse cuenta.
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