Cap. 08 - ¿Dónde está mi dulce libertad?

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Mis días de introducción en la manada, como había decidido nombrar a soportar esos lobos estúpidos y sus intentos de sacarme de quicio para ver si me controlaba y no entraba en fase, cosa que hubo un par de veces que me fue completamente imposible, habían llegado a su fin. Mañana volvería a las clases, a casa con mamá, a ver a Kim... ¡Dulce libertad!

Porque sí, ya no había vuelto a estar sola desde que Sam me había escuchado despotricando contra todos cuando se transformó para enseñarme los límites de nuestro territorio. No ir sola al bosque, esa norma me tenía subiéndome por las paredes hasta que Emily me pedía ayuda en la cocina, algo que se me daba poco a poco bien (sí, no es algo que fuera mi fuerte), o iba a dar una vuelta gracias a Leah o a Quil, quienes me daban ese pequeño remanso de libertad.

No es que me pasara el día encerrada o así, sino que cuando no estaba con Sam recorriendo nuestro territorio, me aburría rápidamente al no poder acercarme a la "civilización" ni ir a pasear sola.

–¿Alana?

–¡Estoy aquí, sigo aquí! – Exclamé saliendo de mis pensamientos, provocando las risas de Paul, Jared y Embry. – ¿Me estabais hablando?

–Sí, te estaba diciendo que mañana te llevaré al instituto y que intentes no quedarte sola. – Dijo Sam tras un suspiro.

–No necesitaría que me llevaras si me arreglaras la moto, lo sabes, ¿verdad? – Comenté mientras me levantaba del sofá para caminar hacia la cocina, donde Emily me miró ya sabiendo la conversación que venía.

Sam y yo habíamos hablado de ello un par de veces, terminando en yo yendo a mi habitación molesta. No, discutir con mi hermano no había sido un desencadenante de transformación, por sorprendente que parezca.

–Y tú sabes que hablé con mamá sobre ello y me pidió que no te la arreglara, todos sabemos lo que pasó la primera vez que te fuiste con ella.

–¡Solo me pasó esa vez! ¿Por qué me lo tenéis en cuenta?

–Porque te cargaste su arbusto de flores favoritas al volver a casa, por lo que ella sigue pensando que conducir la motocicleta no es lo tuyo.

Le fulminé con la mirada mientras tomaba un panecillo y le daba un gran mordisco. Esta vez no iba a seguir con lo que venía a continuación. Además, en realidad Jacob ya me había prometido echarle un vistazo si la llevaba a su garaje.

–Bien, vosotros ganáis, pero entonces me tienes que decir eso que intentas no pensar cuando estamos por el bosque.

–¿Todavía no se lo has contado todo? – Preguntó Paul sorprendido.

–¿Por qué no os vais a dormir? Mañana tenéis clase. – Dijo levantándose y caminando hacia la puerta. – Yo voy a ver si la cosa está tranquila.

–Cobarde. – Murmuró en voz baja y divertido Paul cuando estuvo seguro de que no le escucharía.

–Chicos, y ¿por qué no me lo contáis vosotros? – Pregunté intentando poner cara de perrito. – De seguro no me lo contó todo sobre la imprimación, ¿verdad?

–No, no hace falta contártelo. – Me respondió Paul levantándose finalmente de la silla. – Si es lo que creo, mañana te enterarás.

Fruncí el ceño sin entender lo que podría ser, tampoco estando del todo segura de si sería sobre la imprimación o no. ¿Qué podía ser lo que Sam no me contaba?

Bueno, yo también le estaba ocultado algo a todos, tan bien que ninguno había podido escucharlo en mis pensamientos: ese olor que me recordaba a una noche nevada frente al fuego con una taza de chocolate caliente. Quería ir en busca de lo que fuera que tenía ese atrayente olor, pero tenía un problema con ello: venía del otro lado del límite con los vampiros. ¿Qué sería lo que tendría ese olor?

Necesitaba saberlo, pero había que cumplir el tratado, como Sam me señaló cuando le pregunté si podía cruzar al otro lado alguna vez. A ver, que el tratado decía que ellos no podían entrar en nuestras tierras, pero para tener una convivencia pacifica nosotros tampoco debíamos cruzar.

Tal vez si conseguía hablar con alguien del clan vampiro para, no sé, poder saber al menos lo que causaba ese aroma y así quitarme esa curiosidad de mi cabeza.

–Alana, deberías ir a descansar. – Me dijo Emily desde el pie de las escaleras.

Miré alrededor, dándome cuenta de que estábamos solas. ¿Los chicos se habían largado y no me había enterado? ¡Ni siquiera me dieron las buenas noches, que groseros!

–Sí, mejor me voy a dormir antes de que Sam vuelva. – Dije caminando mientras me terminaba el panecillo que tenía en la mano. – Lo último que necesito es que me regañe como a una niña pequeña como suele hacer.

 – Lo último que necesito es que me regañe como a una niña pequeña como suele hacer

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Miraba de reojo a Sam cada pocos segundos, parecía estar entre tenso y nervioso.

–¿Vas a contarme que te pasa o no? – Le pregunté ya molesta por su silencio, después de preguntarle un par de veces antes sin obtener respuesta de su parte.

–Quiero que me prometas una cosa. – Dijo sin responderme, con la mirada puesta en el frente. – Cualquier cosa que pase, ya sea que veas que vas a perder el control o que pasa algo que no entiendas, saldrás del instituto y que uno de los chicos me llame. ¿De acuerdo?

–¿Algo que no entienda? – Pregunté queriendo saber de qué podía tratarse.

–Tú solo prométemelo, Alana.

–No, primero responde a mis preguntas, Samuel. – Le dije cruzándome de brazos.

Le vi apretar el volante de su camioneta, pero no habló mientras aparcaba frente al instituto.

–No voy a ir mirando a todos los chicos a los ojos para ver si pasa algo, ¿vale? – Le dije en un murmuro, al darme cuenta de que el tema de la imprimación podía ser lo que lo tenía en ese estado. – Hoy no al menos, quiero ver a Kim y, aunque suene increíble, ir a clase.

–A los chicos de la manada puedes mirarlos a los ojos. – Comentó como si yo les hubiera incluido en la agrupación de "todos los chicos". – Además, siempre estarás con alguno de ellos.

–Sí, claro, voy a saludarles ahora. – Dije señalando hacia los chicos, al ver que Kim estaba junto a Jared. – Y en el almuerzo es posible que me siente con ellos, a Kim le hará mucha ilusión.

–Alana, he dicho siempre. Quiero que en todo momento estés acompañada por al menos uno de ellos.

–No, ¡no, ni hablar! – Exclamé mirándole con los ojos abiertos. – ¡¡Mi dulce libertad no incluye tener perros guardianes a todas horas!!

–Alana...

–¡No, Sam! – Le corté abriendo la puerta y saliendo. – Si tú no me cuentas las cosas, yo entonces haré lo que me de la gana.

Antes de que dijera algo, o se atreviera a ordenarme algo haciendo uso de su voz alfa, di un portazo y me dirigí hacia los chicos y Kim.

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*dejando el capítulo por aquí antes de que me odien por tardar más de un mes en actualizar...*

Nada, que lamento haber tardado en actualizar por aquí, pero ¡¡espero que os guste el nuevo capítulo!!

Not only the alpha's little sister (Jasper Hale)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora